martes, octubre 21, 2014

PANTA REI

Panta Rei.Todo fluye. O la vida es un continuo cambio. Sinceramente, al pensar en esta expresión, nunca había sido capaz de aplicarla más allá de cada individuo. Con nuestras complejidades y personalidad, la vida fluye, cambia, continúa, nos lleva, siempre alrededor de cada uno de nosotros. 

Pero panta rei, todo fluye, tiene para mí, ahora, un nuevo significado. Desde hace algún tiempo he tenido que pararme, mirarme y descubrirme. Lo sé, la mayoría de las personas lo hacen en la infancia, yo he tenido que esperar 37 años para verme y permitir que los demás me vean. Con esta visión propia, o percepción de mí misma, empecé a cambiar. Cambié cómo me relaciono con los demás, cómo entiendo que soy (y entonces habrá quien diga que cambié quién soy), modifiqué esas ideas preconcebidas que me acompañaron hasta abril y aún sigo en un proceso de fluir que me sigue asombrando y que imagino que terminará el día de mi muerte. 

Hasta aquí todo normal para mí, es decir, todo tal y como lo había imaginado cuando una se decide por dejar de hacerse daño y, de paso, evitar daños colaterales. Pero es que resulta que, efectivamente, todo fluye. 
El Panta rei del que hablaron los griegos (la frase se le atribuye a Heráclito) no es una marea que me lleva a mí sola. Yo soy también río. Soy también agua que discurre y moldea, afecta, arrastra o eleva a quien está a mi alrededor. 

Y, para mi sorpresa (quizás soy muy inocente), las corrientes fueron ampliándose hasta crearme un mundo distinto. Porque mi fluir, mi salida del lugar que tenía asignado en mi familia, por ejemplo, concluyó en más corrientes y reubicaciones. Sentí por primera vez que era parte. Ya no era la piedra contra la que el río familiar se chocaba e intentaba tirar abajo para arrastrarme. Soy corriente que fluye con ellos y hace que ellos se integren en mí, dejándome, por tanto, integrarme a mí. 

No es ser océano, es ser agua, y viento y junco que se deja llevar, porque la corriente también me llevó a descubrir los rincones secos de mi alma. Y, arrastrados, salieron a la luz para que yo empezara a bailar claqué y conociera a personas que enriquecen mi mundo, a la vez que yo aporto al suyo. Abrieron mi alma a salir del foco y retornar a las sombras para dejar que el protagonismo lo tuvieran quienes lo merecen (no voy a negar que a veces vuelvo).

Las mareas se llevaron la pena como arma y herramienta para conseguir amor (incierto) y me hicieron ver la que falsamente usaban los demás, lo que me hizo más libre a mí, y espero que algún día lo consiga para quienes dejé de seguir en ese juego maligno de ser una víctima.

 Y las reglas de la amistad no cambiaron, pero me acompañaron o no en mi cauce, y no hubo lágrimas, ni despedidas, sólo pasos por aquellas ciudades, piedras, caminos, o puentes que se me tendieron en su momento preciso y que quedan atrás porque, como los ríos, las vidas y su fluir se bifurcan.

También la marea me retornó a personas y lugares que pensé que no volvería  pisar, que me negaba a retomar. Pero ya no soy la misma. Discurrir agregó a mi ser retazos de cada orilla y al reencontrarme con esas personas que quise borrar, descubrí que puedo perdonar y compartir su felicidad. Y ellas reaccionaron conmigo de manera distinta porque me vieron, por fin, tal cual soy. 

Así que ahora me digo Panta rei. Y sonrío. Atrás quedaron los miedos que me ataban a unas raíces desarraigadas que sólo me hacían perder el equilibrio, engañarme y castigarme con daños inimaginables. Sonrío porque fluyo y dejo a los demás fluir. Porque me uno a las mareas y floto en ellas, dejándome mojar e iluminar por el sol que cada uno aporta a los demás. Incluso con las tormentas, porque ahora sé que sabré llegar a puerto. Y, si no, habrá quien me agarre y me lleve. Porque ya soy parte. Porque la vida fluye.

Dedicada a Carmen, que me acompaña en el camino, me ha permitido crecer hasta este punto y seguirá junto a mí hasta que madure del todo.

domingo, agosto 10, 2014

Encontrar mi mirada.

Quiero empezar a mirarme
y, por fin,
verme,
descubrirme
y ser.
Atreverme a mostrar todas las yo
que bullen en el vacío que ahora me llena.
Quiero encontrar mi mirada en mi propio cuerpo.
Recorrerme y saberme mía,
Aceptarme.
Quiero mirar al mundo,
aprender,
enseñar quien soy sin miedos ni quejas.
Estar aquí dentro y
allá fuera.
Quiero encontrar esa mirada que me diga:
ésta también es tu casa.
Sin que hagan falta palabras.
Quiero mirar adentro
Y saber
que ya no habrá nada que despierte mis miedos
y me devuelva,
descalza, a la Isa insana.

Dedicado a Xose, quien me dijo que escribiera 'la otra parte' y está, siempre, aún en la distancia.

miércoles, julio 09, 2014

Mirada de gato

Hay héroes por todos conocidos y los hay que ni pretendían serlo. Que surgen de las noches con luna, de un gato que se enrosca entre las piernas marcando el aire con su ondulante y erecta cola, y de unas notas de swing al piano que transportan a esos años en los que cualquiera podía ser un héroe, porque todos veían la cotidianidad como una oportunidad para ser mejores personas.
Silcat fue el nombre que decidió darse. Silcat era la firma que dejaba en esos hogares anónimos a los que llevaba una paz y la alegría de recuperar lo más ansiado. Nunca quiso decir cómo había comenzado todo, quizás fue por aquella vez que, simplemente, dejó fruta en la puerta de la anciana vecina a la que escuchó ansiar unos melocotones que no podía permitirse.
Se supone que la magia no existe, pero desde ese momento, desarrolló un sentido que le hacía olfatear, sentir aquello que los demás habían perdido y eran incapaces de encontrar. Y él se topaba con sus deseos. A veces eran cosas materiales (el libro de la infancia, las gafas regaladas por una persona especial que ya no estaba...), otras eran más confusas y sin embargo no complicadas para él. 
Silcat entraba en las viviendas de quienes habían perdido la esperanza y el hogar volvía a llenarse de la calma que da saber que todo saldrá bien. Recorría habitaciones semidesiertas y a oscuras y con sus ojos de gato percibía una tristeza oculta que sólo necesitaba un soplo de alegría, pesares que él cargaba y desaparecían, amores asustados que él llenaba de la confianza para afianzarse.
Al principio era invisible. Es decir, nadie sabía de su presencia y achacaban a la suerte recuperar lo perdido. Pero a raíz de que esa niña de profundos ojos verdes se quedara contemplándolo en medio de la oscuridad de la noche y le preguntara quién era, tuvo que nombrarse. Así que creó su firma. Esa S gatuna que lo significaba todo para muchos y para él no era más que un rastro innecesario. No le pesaban sus noches de insomnio, sus días le daban suficientes motivos para sentirse feliz.

Dedicado a Pedro, un profesor de claqué que inspira no sólo baile



jueves, junio 26, 2014

GRITOS

Chillar, gritar, pegar, empujar, soltar la rabia, la frustración contra personas que me decepcionan, pero en realidad me decepciono de mí por esperar lo que sé que no debo esperar,  ni de mí misma, ni de ellos. Saber que necesito volver a mi hogar (yo) a lamer las heridas, que salí demasiado pronto al mundo, necesitar irme al acantilado perdido y gritar al viento, meterme en el mar y nadar con rabia, correr como una loca con el viento revolviendo mi pelo y el aliento perdido y olvidarme de quien mira y de que hay pensamientos, cantar a gritos para que la música se lleve mi voz y el cansancio interno.
¿Cómo se puede estar enfadada 37 años y cómo se deja de estar? Romper, destruir, pero también crear, vaciar, vaciar completamente con palabras, imágenes, pinturas, garabatos, comidas, nuevos órdenes, nuevos caos, palabras, músicas, destrozar y reconstruir, quedarme en nada y llenarme de todo lo que no sea esta rabia contra el mundo, contra un sistema al que parezco no pertenecer y sin embargo estoy absolutamente imbuida en él y asimilada por elección propia consciente, aunque quizás hablara un inconsciente cargado de miedo a una incertidumbre que en realidad es lo único que podría darme la vida.
Llorar como escape, reír como solución definitiva, que me duela el costado, levantar peso, hacer reír a los demás, escuchar al que lo necesita, ofrecerme, aceptar los regalos, regalar todo lo que son lastres pasados, regalar lo que es presente inútil, vivir ahora, vivir el minuto, vivir. Ser. SER. EXISTIR. YO.

miércoles, junio 25, 2014

La injusticia y yo

El mundo es injusto. La vida es injusta. Lo sé. Las cosas no tienen que ser como yo pienso que deberían, ni siquiera como sería justo que fueran. La vida, el mundo, es como es, porque lo construimos seres humanos imperfectos, con defectos, ambiciones, egos, dudas... Todo eso lo entiendo. Y lo normal y sano sería que pasara por la vida entendiéndolo y dejándolo estar. Debería actuar en mi parcela vital ofreciendo la bondad de la que dispongo, a la espera de ser todo lo justa que pueda llegar a ser, y seguir mi camino.

Sin embargo, mi grado de sensibilidad y empatía rozan al extremo más grande y hay momentos (muchos, aunque espero que cada vez menos), en que esas injusticias me desbordan. Me explotan dentro y salen en forma de lágrimas, o enfado, o rabia... Y, al menos ahora sale, porque peor es cuando se enquista dentro.

Trabajo dentro del sistema. Un sistema que busca el orden. Pero también una organización en la que día a día veo que se busca menos el bien común y más unos objetivos que yo no alcanzo a vislumbrar pero que, desde luego, no me parece que sean el bienestar de la sociedad en general. Ni siquiera el equilibrio de la estructura que lo sostiene. 

Puede que sea que simplemente no lo entiendo, pero, sin ánimo de ofender, debido a mi inteligencia dudo mucho que se trate de eso.

El caso es que, fuera lo que sea, yo no puedo luchar contra el sistema, y menos a base de rabia o lágrimas de impotencia. No puedo dejar que la injusticia me cale de tal manera que me haga daño a mí misma y me bloquee hasta perjudicarme dentro y fuera de mi trabajo.

Porque no es sólo la injusticia global. Acabo empatizando más con la pena y quiero el cambio en el que la siente. Y empiezo a hacerme daño a mí y al de enfrente.

En el trabajo debería ser fácil. Sólo tengo que ser yo. Es decir, no perder la sensibilidad pero no hacerla mi todo. Llegar hasta donde me está permitido y comprender que lo que es, es, y que los cauces de cambio ya los estoy usando, y espero que todos los demás también.

El mundo es injusto, lo acepto, las personas eligen, lo acepto. Ahora tengo que aceptarme a mí, que es en lo que estoy. Mientras yo no me quiera, de nada sirve mirar hacia fuera.
Está claro que necesito un tiempo más dentro. De nuevo, hasta luego. 

martes, junio 17, 2014

I'm a mess

Soy un desastre. Eso es lo primero que se me viene a la cabeza cuando alguien me dice que una foto mía, que a mí no me gusta, 'es muy tú'. No pienso: soy graciosa, soy creativa, soy original o soy una cagaprisas que no se tomó el tiempo suficiente para mejorarla. No. Pienso que soy un desastre.
Y no sólo con eso. Lo cierto es que, después de dos meses de iniciar el camino para quererme, y bien sabe Dios que algo he avanzado, aún no me he desprendido de la sensación de que soy un puto desastre. De que mi vida me arrastra en lugar de vivirla, de que las de los demás son más: buenas, plenas, divertidas, completas, con sentido... Aunque sepa por experiencia que no lo son.
Me quedo con los fragmentos, con fotos fijas de las vidas de los demás, con esos momentos que envidio, pero olvido, consciente o inconscientemente, tanto todo lo de valioso que tengo yo y mi vida como de duro y complicado tienen las suyas.
Esto, aparte de agotador, es inútil.
Aún llegando a ser un desastre: ¿qué habría de malo? Sería yo: encantadora, bondadosa, divertida, a veces alocada, inconsciente muchas veces, con ganas de aprender, curiosa, sexy en ocasiones, inteligente, con carácter, celosa de sus amigos, posesiva de sus pertenencias pero totalmente desprendida si alguien lo necesita, desarraigada en busca de raíces, soñadora, amante de la luna, el mar y los atardeceres, ordenada desordenada... Sería yo y eso tendría que serme suficiente porque soy única y soy lo que tengo.
Por eso ayer me escribí en la piel que soy un desastre, para recordarme que, siéndolo, soy maravillosa. Contradictorio, ¿no? No tanto. Soy un desastre que está recogiendo pedazos y fragmentos y montando las fotografías (literal y figuradamente) para construir mi imagen a través de mis ojos. Verme yo por mí misma.
Porque por mucho que haya rechazado a los demás (no os necesito, no os quiero, no me afectáis), lo cierto es que quiero quererme y que me quieran. Pero de manera natural, sana y sin exigencias. Sin temores. Porque puede que acabe, pero no será un abandono. Y si alguien me abandona, yo ya no lo haré. Me quedo aquí. Mi raíz, ahora lo estoy descubriendo, está en mí, soy yo. Es mi corazón, porque por muy inteligente que soy, es mi alma la que me lleva. Si no siento, no existo. Pero ya no dejaré que mis sentimientos duelan, los cogeré en brazos y caminaré con ellos.
Y seguro que el profesor que me hizo pensar todo esto no sabía que no era fotografía lo que me estaba enseñando.

lunes, junio 16, 2014

¿Crezco?

Es curioso. De primera ha dolido. Es la verdad. He sentido un dolor de ausencia. De, otra vez, no estar. Quizás algo de rabia también. Porque justo ese día... 
Pero cuando he respirado, cuando me he parado a mirarme dentro me he dicho, ese día, como los demás desde hace dos meses, yo tomé una decisión por mí y para mí. No pretendía una respuesta, no era una compra, no era una llamada de atención. Provenía de un sentimiento de amor que acabará desapareciendo (el amor si no es de ida y vuelta se diluye, como casi todo) pero que aún hoy sostengo.
Precisamente por eso, porque por una vez surgió de un amor que no buscaba aprobación, ni respuesta directa (entregar amor para exigirlo a cambio es el mayor error que he cometido a lo largo de toda mi vida y por el que siempre me he chocado contra el mismo muro), ha dolido tres minutos, y después el nudo se ha deshecho y he pensado: es igual. La realidad es que no quiero estar en esa vida. No es la mía ni es la que me haría feliz. No me gustan las víctimas. Sin ser consciente, yo misma lo he sido durante años y ahora, con mucho esfuerzo, estoy dejando de jugar a ese papel. Así que no voy a caer en el juego de otro. No dos veces.
Ni siquiera es una crítica hacia ti. Cada uno elige sus caminos y yo no soy nadie para juzgarlos, sobre todo cuando yo he tomado tan retorcidas sendas durante 37 años. No puedo criticar a quien es yo y a quien quiero de forma sincera. Ni mucho menos pretender que cambie, porque te quiero como eres y te acompañaría en el camino para mejorar, en el que estoy también yo porque desgraciadamente nuestros problemas coinciden demasiado, pero no te puedo acompañar en el camino de la autodestrucción.
Simplemente constato. Me doy cuenta de que empiezo a sentir que soy yo la que está aquí. Que empiezo a saber lo que quiero y, ante todo, me quiero a mí, feliz y cariñosa conmigo misma. Y si alguien entra en mi vida, quiero que sea igual conmigo: cariñoso y feliz a mi lado. Y que me deje serlo al suyo. Que me busque, como busco yo. Los dramas vendrán solos, no porque los creemos nosotros. Para eso, el teatro.
¿Quizás estoy consiguiendo crecer?

martes, junio 10, 2014

Caricias

La mano se deslizaba suave, acariciando la silueta de cada letra. Como tatuajes, se había pintado el cuerpo para no olvidar y ahora él susurraba cada palabra, no como recuerdo, sino para conocerla. Los dedos, dulces y ágiles, dibujaban de nuevo lo ya escrito, provocando algún estremecimiento en el cuerpo en duermevela que se dejaba acariciar. 
Ya no esperaba. Había dejado de esperar cuando sintió la yema del índice posarse sobre la P. Perdono, se perdonaba a ella, sobre todo, porque antes no lo había hecho. Escondida casi en el interior del muslo, no preguntó más tarde por qué eligió empezar por esa palabra. Ya no quería preguntar más. No estaba segura si necesitaba saber, porque ahora se sabía a sí misma, y sentía, se dejaba sentir y sentía. Los dedos continuaban su camino de palabra en palabra. Quiero, aprendo, deseo, recibo, amo, puedo... Un cuerpo y cientos de posibilidades para que ella se conociera. Y lo había hecho. Paso a paso. Día tras día. Seguía haciéndolo. 
En realidad, las palabras se habían borrado hacía tiempo, pero seguían allí y él sabía cómo encontrarlas. 

miércoles, junio 04, 2014

Camino

Lo más extraño es descubrir que lo que me pasé diciéndole a otra persona meses es lo que debería haberme aplicado. Quererme, escucharme, pararme, primarme. De repente, comprender que le miraba y me veía a mí, en realidad, en tantas cosas... ¿Somos uno desdoblado? Es extraño. A veces nos daba miedo. Ser tan parecidos. O me lo daba a mí. Lo malo es que verdaderamente lo éramos, no lo sabía yo, en tantas cosas malas. Porque son insanas. 'No sé mantener relaciones sanas'. Esa debió ser mi frase. Esa era mi forma. Está dejando de serlo, pero aún me siento tambaleante en ese campo. Casi me da miedo hablar o callar, porque no sé si estoy equivocando de nuevo el camino. Quiero decir, con tantos años sin darme cuenta de que no me relacionaba bien, a lo mejor acabo haciendo lo mismo de manera contraria, ¿o ya son paranoias?
El caso es que pensaba que había llegado a mi vida por un motivo totalmente equivocado. Aún queda vida y camino por andar, pero empiezo a vislumbrar otras razones. Tenía que aprender. Yo debía atreverme a mirar dentro. Lo estoy haciendo. Ni siquiera lo voy a llamar bajada a los infiernos porque para mí está siendo duro, pero la paz, por primera vez, el conocimiento desde dentro. Paso a paso. Ya no tengo prisa.

miércoles, mayo 28, 2014

Asustada

Estoy asustada. Me gustaría decir que no. Me encantaría no estarlo. Pero estoy asustada. Me da miedo que las decisiones que estoy tomando me aten a un sitio en el que no querría estar siempre, me asusta equivocarme en desprenderme de ciertos lastres que, puede que no lo sean al final. Me da pavor que vuelva al camino que llevaba antes y que me conducía irremediablemente a la infelicidad, que era la infelicidad, que era cruel para mí y la que me hacía daño era yo.
Así que me da miedo avanzar y me da miedo que el avance sea en realidad quedarme quieta. Y me da miedo que avanzando vuelva atrás, al dolor, a la tristeza, a hacerme daño y a hacérselo a los que quiero. Porque la niña enfadada que aún está en mí, aunque cada vez crece más y cada vez está más calmada, se rebelaba contra el abandono dañando y atacando a muerte. Y no quiero volver a eso.
Sin embargo, con miedo, me siento ligera y sonrío. Sonrío porque nunca había mirado tan adentro. Antes no  me había atrevido a querer cambiar tantas cosas que me hacían chocarme contra los mismos muros una y otra vez, por las que elegía personas equivocadas o a las correctas, pero en unas relaciones que yo convertía en insanas y las mataba lentamente o de forma brusca. 
Así que, asustada o no, seguiré adelante. Pisando las piedras y sin miedo a las heridas porque, realmente, la sangre la derramé hace mucho tiempo.

viernes, mayo 23, 2014

Luz

Su entrada en cualquier habitación la iluminaba. Era de esas personas cuya energía conseguía hacer resplandecer todo resquicio de amor circundante. Pura alegría en un cuerpo menudo que ocultaba una grandeza de la que ella misma no se sabía poseedora. Caminó resuelta, por una vez, hacia el fondo de la habitación. Estaba ocupada en sus cosas, y era su inconsciencia acerca de su belleza la que le daba aún más fuerza. Los demás, hasta entonces inmersos en sus propios quehaceres y preocupaciones la sintieron, más que la vieron. Esa oleada de tranquila felicidad fue calándoles de una forma nada sutil y las sonrisas empezaron a poblar la habitación.
Ella seguía sin darse cuenta. Su cabeza estaba en otra cosas. Quizás, incluso tenía la frente arrugada por la preocupación que la hizo levantarse de la cama más temprano de lo habitual. Le rozó el brazo. Ella se giró y la sonrisa le volvió al rostro, haciendo brillar más aún esa luz interior que irradiaba. Se fundieron en un abrazo que duró unos minutos y en el que no hacían falta palabras. Allí estaban. Y eso era lo importante.

A R., porque sé que algún día se dará cuenta de que ella es la luz y porque a partir de ahora va a recibir todo el amor que siempre ha merecido.

martes, mayo 20, 2014

Descenso a los infiernos

Paso a paso y lento bajaba a los infiernos. No iba asustado. El fuego purifica y si es personal, posiblemente más. Era un descenso voluntario, obligado por unas circunstancias externas que no dejaban más opciones a quienes tenían un mínimo de dignidad humana y algo de razón y cariño a la vida. Ya había dejado atrás la mitad de un equipaje que le había estado pesando demasiado desde el momento en que salió del útero materno y sus ojos se posaron sobre una realidad que no parecía hecha para él. No estaba hecha para nadie que mirara. Sólo los ciegos aguantaban esa parcela de sociedad útil que no era más que un espejismo de lo que era verdaderamente ser humano.
Tarareaba. Cualquiera se lo habría imaginado con la vista fija en el suelo, los hombros caídos, el paso arrastrado y los brazos bamboleantes a ambos lados de su robusto cuerpo. Sin embargo, él caminaba erguido, tarareando, la mirada fija en el horizonte en el que, cada vez más cerca, se percibían las llamas, los hombros hacia atrás y la marcha marcada por igual por brazos y piernas rítmicamente. Hay que vivir sin miedo, incluso cuando suponga bajar al abismo que cada uno lleva dentro. 
Esta vez parecía definitiva. Los dedos acusadores, las miradas que gritaban 'loco', las murmuraciones más que a sus espaldas a su cara, mostraban que sus pasos no iban mal encaminados. Pero, sobre todo, era la ligereza cada vez mayor que sentía lo que le hacía reafirmarse en su propósito. Lo iba a conseguir. Así que la melodía iba empapándole y llenando el aire. Sugería espacios, paisajes, palabras y momentos que llenarían una vida, la suya, únicamente con lo que él eligiera. Para bien y para mal.

Dedicado a V. por inspirarlo, por escuchar mi ascenso de mi infierno personal y por compartir.

miércoles, mayo 14, 2014

Cuento de noche

Nada le podría haber augurado un presente como aquel. En la inmensidad de la noche, contemplaba el cielo iluminado por la luna y el pecho se le henchía de felicidad. Toda la vida se había sentido pequeñita. Siempre, menos ahora, bajo la inmensidad del universo. Otra de las contradicciones de su vida, sentirse grande, fuerte, ella, en un lugar, al que algunos llamarían la nada, donde casi cualquiera podría verse diminuto cual hormiga que sale por primera vez de la protección de su hormiguero.
No importaba ya si era el norte, el sur, cerca de la civilización o alejada de la sociedad. Sus ojos habían aprendido a desechar cualquier contaminación y desarrollaba su trabajo de forma diligente. Había quién no le encontraba utilidad. Afortunadamente, el que le había contratado aún creía en la belleza poética, aparte de los usos prácticos y científicos que suponían una rentabilidad más allá de la económica.
Porque ella era contadora de estrellas.
Pasaba las noches en blanco catalogando el cielo y asegurándose de que las pequeñas luces que se apagaban, inmensas en la realidad de la distancia, no indicaban más que la continuidad de la vida. A veces leía los informes que se apoyaban en sus cálculos, sobre todo al principio, pero ahora, simplemente dejaba que su sonrisa y su respiración acompañaran al recuento mental que hacía cada noche. 
Era una vida solitaria. No por ello se encontraba sola. De hecho, no lo estaba. Habría quien se mofaba de ella porque cuando hablaba así pensaban que se sentía acompañada por los rutilantes astros celestes, pero no, estaba arropada por amigos de carne y hueso, habitantes de la noche como ella que se desperdigaban por el mundo, igual que se había convertido en una nómada por obligación.
Al principio le pesaban los continuos viajes. No comprendía que contar estrellas tuviera que hacerse desde lugares distintos y le pesaban las maletas y cargaba con mucho equipaje. Pero descubrió que no necesitaba tanto. Descubrió que se necesitaba a sí misma y las charlas, y las estrellas, y el contacto con otra piel, y comer, claro, pero la comida no tenía que cargarla... Descubrió que era verdad que las cosas importantes no pesan. 
Aprendió a mirar a los ojos para descubrir en ellos las estrellas. Y su sonrisa se hizo más amplia al comprobar que cada uno llevaba dentro una que iluminaba hacia fuera. 
Así que, cada noche, cuando se tumbaba frente al cielo dispuesta a contar, daba vida a cada una de ellas.

martes, mayo 06, 2014

Mar

El rastro firme de los sueños no se diluía al abrir los ojos con somnolencia. La luna seguía brillando para iluminar el rostro sorprendido en una sonrisa. El azul del mar, casi negro, lamía la orilla de sus pies para convertirlos en recuerdos. Los caminos hacia la playa quedaron desiertos. Sólo tú rompías el silencio. Tu presencia marcaba el cielo. 

viernes, abril 11, 2014

A veces, sólo yo

A veces. Sólo yo…
Respiro y siento el aire
que llena mi espíritu de fuego
A veces. Sólo yo…
Huyo hacia esos rincones
donde mi vida desaparece en sueños
A veces. Sólo yo…
No sé dónde esconder la ira,
a dónde mandar el miedo
A veces. Sólo yo…
Grito en un aullido sordo
que inunda lo que deseo
A veces. Sólo yo…
Porque no queda nada,
Ni mis propios restos.
Sólo un latido incesante
que me agita, me revuelve,
me deja exhausta y sin aliento.

Tristeza

Decir hasta luego puede ser tan doloroso como decir adiós. Porque es un hasta luego sin plazos, sin buenos días ni buenas noches, es un dejar de sentir que estás. Y aún sabiendo que si estás duele, el dolor de la ausencia también es complicado.
Preferiría no sentir tanto, pero no se puede negar el amor. No puedo evitar querer más y tener que aprender a aceptar que no puedes dar tanto. El amor no se exige ni se elige. Se siente o no. Aprenderlo cuesta, cuando soy yo la que está al lado de querer más, de que la amistad no llegue a ser suficiente.
Y pasará, todo pasará. 
Ojalá pueda haber un hola.

jueves, marzo 20, 2014

Sueños

Se giró para descubrir, sorprendido, que no había nadie. Era la almohada la que daba calor a su espalda. Intentó comprender. Abrió algo los ojos y volvió a mirar. Sí, es cierto, no había nadie. Pero, ¿lo había habido? ¿Había sido un sueño? Acostumbrado a esos paseos nocturnos tan reales que confundía recuerdos con meros mundos oníricos no conseguía desperezarse de la somnolencia para centrar su mente y recordar. ¿Había estado ella a su lado esa noche? Quizás se hubiera ido hace mucho tiempo. Quizás ese amargor que le quedaba no ya en la boca, incluso en su estómago tirando hacia abajo del corazón, le indicaba que había sido un sueño. Que las caricias que había prodigado sobre ese cuerpo delgado no eran reales. Que los besos húmedos que lo habían dejado sin aliento sólo habían sido espejismos de la noche. 

No lo sabía. No quería saberlo. Se debatía con las sábanas como su mente se debatía con el despertar. Prefería seguir dormido. Prefería seguir en ese mundo en el que ella seguía allí, en el que la cama parecía un país infranqueable que sólo les pertenecía a ellos, donde las preocupaciones tenían fácil solución porque el remedio era conjunto. 

La realidad- los motores de los coches en la calle, los gritos de los adolescentes que iban al instituto cercano, los vecinos en la ducha- insistían en que saliera de su sopor. Y él se resistía, y apretaba los párpados violentamente, y los puños, y todo su cuerpo se encogía más y más, intentando desaparecer en sí mismo para desaparecer en ella, cada vez más sueño y menos real, cada vez más alejada y dolorosamente solo. ¿Podría abrir los ojos y conseguir que todo fuera real como lo había sido en la oscuridad?

Pasarían horas antes de averiguarlo. Cuando ellos entraron en la casa, gritaron su nombre por todas las habitaciones hasta llegar al dormitorio, al fondo. Lo encontraron hecho un ovillo, agarrado a una almohada que aún conservaba el olor de ella. Con una sonrisa. Y un corazón parado.

domingo, marzo 09, 2014

Silencio

Si tú te quisieras... Si tú te quisieras también yo podría quererte. Dijiste mirándote al espejo fijamente para intentar descubrir el fondo de tu alma. Pensabas que así desaparecerías, tú. Un imposible, sigues ahí. En el espejo y en lo profundo de tus ojos.
Yo me quedé quieto. Y callé.

domingo, marzo 02, 2014

Al menos, esta noche, la lluvia empapó junto a mi cuerpo, mi alma.

sábado, marzo 01, 2014

Aquel segundo en el que lo comprendes y no queda nada. Y ese es el todo con el que tienes que volver a cargar y seguir adelante.

viernes, febrero 28, 2014

Otra vez

Sólo puedo decir que espero, algún día, aprender de verdad. Quererme. Y no repetir una y otra vez los mismos errores. Empieza a ser doloroso y cansino.

miércoles, febrero 26, 2014

Sabor salado

Hay ocasiones en que, aún estando feliz, las lágrimas se quedan en el borde de mis ojos. Hago el esfuerzo por contenerlas, y lo logro, mientras su pesar se mantiene en el centro de mi pecho, como una señal de que aún están, de que siguen agazapadas por si la ocasión les permite escapar de mis párpados abiertos y correr libres por mi cara hasta mis labios, donde sentir su sabor salado volverá a hacerme parar y respirar profundamente, una, dos, tres veces.

Puede que sepa por qué están ahí, o que no tenga ni idea, pero ellas son testarudas y se mantienen. Desafiantes las siento mirarme desde lo más profundo de mi ser y decirme ¿ahora qué? Ahora nada. Ahora, como siempre, seguir. O quedarme quieta, con la ilusión de que las comprenderé y, entonces, se transformarán en cristalinas gotas que escurren entre mis risas.

Las lágrimas me hacen ponerme mimosa. Echaros de menos. Tener ganas de abrazos, de esconderme en vuestros brazos, en vuestros cuerpos, y dejar que vuestro olor me recuerde que el mío es otro y que sola también sé caminar y sonreír al sol o las nubes.

El viento las secará. Pero, sobre todo, las dejaré ir yo. 

martes, febrero 25, 2014

Now

No podía. No quería dejarlo atrás. En realidad, ya lo había hecho, pero pensaba que cargar con esa cruz era su sacrificio para lograr la felicidad ajena. Se equivocaba. Era su felicidad la que podría generar alegría alrededor. Las cruces se plantan y se quedan allí, igual que el presente se convierte en pasado en el momento que ha sido vivido. No hay más. Ni siquiera el futuro. Las posibilidades son tan infinitas (siempre hay otra opción) que considerar si quiera que será puede ser un absurdo.
Mejor estar. Ahora.

jueves, febrero 20, 2014

Primavera

Me gusta salir a la calle y encontrarme el anuncio de la primavera: esa brisa que más que fría es fresca, esa flor que empieza a mostrar sus colores, tímida, el sol. La luz que se mantiene más allá de las primeras horas de la tarde para alargarse y animarme a seguir el camino. Hasta el corazón se aligera, deseoso de un verano cada vez más cercano y que augura sonrisas, pies mojados por el mar, compañías felices y ganas de vivir.
La primavera me hace florecer como a las plantas. Me saca de mi letargo y me renueva la energía para mantener la sonrisa y tender la mano. 
Y el olor a azahar, que pronto inundará las calles y me hará recordar otros momentos felices, no con melancolía, si no con la suave ligereza de sentirme bien. 
Sonreir, de nuevo, a la vida. 

jueves, febrero 13, 2014

Lo bello

La belleza está en la luz. Y las sombras que se proyectan. La belleza está en una mirada, porque cualquier objeto puede ser bello, cualquier alma conlleva hermosura. Un roce puede ser hermoso. Hasta un grito. Un recuerdo teñido de tristeza. La sonrisa que despierta ese retal que encuentras perdido en un cajón en el que nadie piensa.
Las personas son terriblemente bellas. Todas. Pero no podemos serlo para todos, nos hastiaríamos y dejaríamos de apreciar lo magníficamente singular de cada pequeño o gran encanto. Un detalle o un paisaje completo. La mirada microscópica o el telescopio que enseña una estrella. Formas de mirar, maneras de encontrar. Lo bello.


Hay quien es de amaneceres y quien es de atardeceres. Los hay de lluvia, sol, mar o sierra. De piedras o de arena. También están los que están tan impregnados de ella que en todo descubren la belleza. Y la plasman y nos llegan, a veces como una ola, otras como un golpe seco. Para que paremos y lo reflexionemos.
Luces y sombras. La luz. La belleza.

martes, febrero 11, 2014

Creer

Descubrir poco a poco nuevas formas y caminos. Dejar la mente abierta para encontrar que me hallo en senderos antes desconocidos. Sonreír ante esa belleza que era ajena hasta hace poco. Contemplar nuevas formas de expresión de lo bello, de lo poético, del sentimiento puro. Una imagen, pocas palabras, unos versos. 
Llenarme de alegría, aunque destile tristeza. Compartir una soledad que es nostalgia. Aprender. Aprender sin darme cuenta. Recordar, que supe, que sabía, que sé. Redescubrirme en esa joven que fui, la niña que sigue latiendo por la ilusión, pero con el conocimiento que dan los años.
Ser feliz. 
Ser feliz. 
Ser feliz, aún en la tristeza.
Ser feliz, en la melancolía.
Ser feliz, aunque sepa que duela.

domingo, febrero 09, 2014

Palabras que nacen

Abismo estela luna camino subida lágrima destino sueño despertar ansia deseo voluble pasión amor dolor sangre herida respuesta incógnita duda aventura sentido lucha derrota voladura respiro oculto claro directo sencillo complicado duro suave pequeño abrazo mano roce caricia beso roto espejo luna brillo estrella sol alegría luz nacido barco mar

martes, febrero 04, 2014

Camino

Los caminos se bifurcan, se enredan, se dividen. En algunas ocasiones se encuentran, siguen juntos, se separan. Hay caminos muy anchos, por los que gusta caminar, y otros estrechos, que asustan para luego resultar ser lugares acogedores por donde pasar se convierte en una aventura risueña. Hay piedras en las sendas, o puentes caídos, castillos que acechan en sus lindes, lagos tranquilos.
Hubo quien dijo que se hace camino al andar, pero la mayoría miramos primero para saber si hay baldosas amarillas que nos marquen la marcha. En ocasiones, simplemente para saltarlas y pasar a su lado hacia otros espacios que nada tienen que ver con el que parecía nuestro sueño. Porque seguimos soñando mientras caminamos y cambiamos de idea, y volamos, saltamos, nos tropezamos.
Existen rutas hacia el horizonte, otras se desvían para tropezar con lo que nunca pensarías. Hay senderos secretos que descubres por suerte y te adentras, para saber si allí a lo lejos, hay duendes. A veces crees haberte caído sobre brujas y sólo ha sido una gran pendiente, o te deslizas feliz y olvidas que adelante no hay nada perenne.  
Lo elijas o te escoja, caminas por rutas. Avanza sin miedo para no perder el sendero. Adelante. Siempre.

martes, enero 21, 2014

La vida

¿Por qué parece tan fácil? Miras al otro y lo ves claro. Clarísimo. Las decisiones que debería tomar, los caminos que sería preferible escoger, las paradas que hay que hacer. Todo fácil. Todo sencillo. Todo claro como el agua cristalina para que se mantengan a nuestro lado y estén bien.
Y te miras en tu propio espejo y crees que tu vida es un desastre. Y que todo lo que te dicen de senderos, opciones, descansos... son las patrañas de quienes no están en tu piel.
Así que te das cuenta de que ellos te dicen lo mismo que tú repetías hace un segundo a tu amigo. Te das cuenta de que no aprendemos en vida ajena... Pero da igual, quieres hacerlo. Ayudar. Estar. Apoyar. Abrazar. Dar cariño. Dar paz. 
Sabes que no puedes. Y te callas. Pero razonas, o no, al creer que las injusticias del mundo son demasiadas. 
La vida es fácil. Lo sabes. Pero no logras hacerlo. Sencillo. Ni la tuya, ni la de nadie, porque, en realidad, sólo nosotros podemos dejarnos de complicaciones y ser felices. La felicidad, como la belleza, viene de dentro. Se contagia, pero sólo si está dentro, aunque sea sepultada por años de decadencia y lucha. Hay que tener ganas. De vivir, principalmente. VIVIR,  no sobrevivir
Sé que merece la pena intentarlo. Lo hago cada día. Lo aprendo. 
Me toca aprender dejar que los demás lo hagan. Ser felices. Desde lo más profundo de su alma. 

viernes, enero 17, 2014

Quietud

Pararse. Pensar. Pararse. No querer mirar al pasado. Pararse. Imaginar un futuro. Pararse. Soñar con el presente ideal. Te quedas quieta y descubres que ni en sueños te crees el presente perfecto, siempre le encuentras los fallos: las esquinas dobladas, el borde algo roto, el suelo gastado, la tela ajada. Te paras y piensas. Que sería mejor no pensar. Ya puestos, ni sentir. Que dejarse llevar es lo que haces siempre y acabas en el mal camino. O la mala corriente que da al mar agitado de las tormentas. Soñar... Es bonito hasta despierta. Lo malo es que siempre termina... ¿Mal? Puede. Seguro. No lo sé. Frenar. En seco. Con los frenos chirriando y las ruedas echando humo. Para evitar estrellarse. Pero ya te habías chocado hace tiempo. Sólo que no te habías dado cuenta. Ahora sólo constatas las heridas que sangrarán en un futuro no muy lejano.

jueves, enero 09, 2014

El tiempo

Miro fotos mías de hace un año y las de ahora y parece que se me vinieron de golpe los siete años que paso de los 30. No sé si es cansancio o que la edad realmente se te echa encima de forma repentina. La cuestión sigue siendo la de siempre. Mirarme y no reconocerme. Es decir, mirarme y no ver en el espejo la persona que soy dentro de mí. Las ideas, ideales, proyectos, sueños... parecen mucho más jóvenes y prestos de lo que me veo a mí misma. Y me pregunto que si este salto de edad interna y externa será para siempre, porque si es así no sé si Peter Pan debería empezar a pensar en coserse otra sombra, que dé más lustre y vivacidad.
Quizás sólo han sido los últimos meses que me han machacado físicamente, pero, sobre todo, internamente. Puede que sólo se trata de necesitar unas vacaciones, incluso de mi cabeza. Una vez más vuelve a mi mente la anécdota repetida por mi madre: con tres años le pregunté cómo se podía apagar el pensamiento... La verdad es que empiezo a necesitar un botón de Off. 
A ver si consigo retomar mis rutinas y me olvido de mí. Y de mis comeduras de tarro tontas. Porque hay que ser idiota para equivocarse a sabiendas y seguir en ello... Al final, tan ofendida siempre porque alguien insulte mi inteligencia, y la primera que la echa por tierra soy yo misma.

martes, enero 07, 2014

Familia

Nunca me sentí en familia en la mía. Antes ni siquiera me sentía parte. Con los años, hubo momentos en que tuve la esperanza de que lo seríamos, una familia. Pero luego la ilusión se deshace. Están ahí, mis hermanos (algunos más, otros menos), mis padres (en acuerdo o en desacuerdo). Y yo estoy, cuando me necesitan. Pero no los siento familia.
Tuve la mía propia. Una vez. Éramos dos, pero éramos familia. Y la de él se convirtió en la mía. Bueno, eso me ha pasado siempre. Las familias de ellos me adoptan como una más. La gente pensaba que yo era hija de mi primera suegra porque hasta nos parecíamos físicamente o eso decían (Freud seguro que habría tenido mucho que decir al respecto).
Cuando no tengo pareja, muchas veces me siento huérfana. Parece que, aunque siempre lo niego, sí soy familiar, y que cuando no tengo esa minifamilia que yo misma creo, estoy algo perdida. Aunque me repongo rápido. Porque cuando me pasan esas cosas que la mayoría corre a contar a su madre, o a su padre, o al hermano mayor, yo tengo a quien llamar. A varios a quien llamar. Y sé que responderán. Y estarán. 
No sé por qué hay personas que me hacen sentir en casa y personas que no. Ni por qué con algunas me pasa al instante y otras tardan un tiempo en convertirse en hermanos. Pero me ocurre. Sucede que me siento niña protegida y me relajo al lado de unos; que con otros me parece ser la hermana mayor y me gusta serlo; que me dejo cuidar y cuido, sin juzgar, sin pedir nada a cambio, incondicionalmente. Como con la familia de sangre.
Una vez una psicóloga me dijo que no tengo que querer a mis hermanos sólo porque lo son. Me dejó anonadada. Pero es cierto que podemos tener hermanos que tengan aquellas cosas que nos sacan de quicio y nos repelen. Podemos estar porque son de nuestra sangre, pero no tenemos que quererlos ni llevarnos bien.
Por eso mis amigos son mi familia. A ellos los quiero. Son afines, aunque tengan cosas muy distintas a mí, son mi refugio, mi hombro en el que llorar, con quienes compartir la risa. Nos elegimos.
Y, aunque sé que mi familia de sangre está y yo estoy para ellos, me he dado cuenta de que necesito crear la mía propia. Y ni siquiera quiero hijos. Supongo que, simplemente, añoro un hogar que sea el mío.

jueves, enero 02, 2014

Gracias

Ayer quemé 2013. Literalmente. Cogí el calendario y hoja a hoja fui quemándolo. Quería que desapareciera en cenizas todo un año que me ha resultado horrible por diversos motivos. Pero, esta tarde, una amiga a la que quiero con locura y que me enseña muchas veces, Yolanda, me ha recordado que no sólo hay que acabar con lo malo. Hay que agradecer lo bueno. Y pedirlo. Así que, aquí va mi lista de agradecimientos. 

Gracias porque soy consciente. Y la consciencia es el primer paso para cambiar lo que me lastra y me atranca en malos pensamientos y momentos.
Gracias porque empecé 2013 riéndome y en buena compañía y ese no fue el único momento en que fui feliz.
Gracias porque tengo un sitio en el que podría vivir todo el tiempo que quiera y la posibilidad de irme cuando me dé la gana.
Gracias, porque tengo un trabajo que me permite conocer diferentes puntos de vista, aprender de quienes plantan cara a la adversidad y mantener la esperanza en la bondad del ser humano.
Gracias, porque logré que mi cuerpo aguantara mi ritmo y me hiciera sentir fuerte por una vez en mi vida.
Gracias porque Yolanda, Amaranta, Antonio, Tamara, Asun, Javi, Xenia, Olga, Jesús y Cristina siguieron a mi lado. Me dieron apoyo, cariño, amor y risas. Y abrazos, algo que necesito mucho.
Gracias porque Davy, Fran y Tony se convirtieron en mis niños, mi pilar, mis pepitos grillos, consejeros y almas gemelas.
Gracias porque mis hermanas, Judit y Mica, me mostraron que ya me ven como soy, que no me juzgan y que saben escucharme y callar, porque yo necesito los silencios.
Gracias porque llegó Charo. Y me riñó. Y también me abrazó, lloró conmigo, me dejó escucharla y guiarla y me sirvió de guía. Me enseñó mi miedo y me animó a superarlo.
Gracias porque Rafa apareció. Y me tendió la mano. Y me dejó entrar en su vida y quiso ayudarme y me permite ser yo, a pesar de ir tan en contra de su propia naturaleza muchas veces.
Gracias porque tengo unos padres que me quieren, aunque no me comprendan ni compartan mi forma de vida.
Gracias porque sigo viva. 

Ahora me queda lo que pido. Es tan complicado como sencillo: Quiero que todo el amor que ahora tengo siga en mi vida, que aprenda a aceptarlo y que sepa devolverlo.
Pido aprender a no asustarme y a saber quererme, pero sobre todo, perdonarme.
Pido conocer mis errores para no repetirlos.
Pido dejarme ser feliz y saber estar triste, porque ambas cosas son parte de la vida.

No sé cómo será 2014. Sólo sé que no estaré sola. No más de lo que yo quiera. Y que si tengo que superar nuevas pruebas, lo haré. Ya no me da miedo. 

miércoles, enero 01, 2014

Año Nuevo

Al principio pensé que necesitaba que terminara el año para que acabara lo malo. Esa idea esperanzadora que todos tenemos de que 'Año Nuevo, vida nueva'. Pero lo cierto es que es más una esperanza que otra cosa.
No necesito que acabe el año. Necesito que acabe mi forma de ver las cosas. Hay sucesos inevitables, o que fueron evitables en su momento y una vez hecho el desaguisado no se pueden cambiar. Esa es la realidad. Y también es la realidad que el mundo no es justo, que pasan cosas malas, que la salud (la mía en este caso) no es de hierro. Todo eso es cierto. Como también lo es que tengo que quererme. Perdonarme.
Una de las cosas que me resulta más difícil es centrarme únicamente en mí. No es pose. Incluso puede ser una huída adelante. Fijarse en los demás, ayudar a los demás, para no pararme a pensar que todas esas cosas que llevo dentro y me lastran; para no tener que tomar las decisiones y dejarme llevar por las mareas de otros.
Sin ser propósito de Año Nuevo, porque como he dicho antes no creo que un 1 de enero vaya a cambiar algo, he tomado una determinación. Porque se me olvidan algunas cosas demasiadas veces. Y porque por mucho que me quieran los demás, la que me tengo que querer soy yo. Y perdonarme. Y quererme.
Hoy me han vuelto a dar una noticia que se desvelará si mala o mantenida la semana que viene. Hace tres semanas vería esto como 'no entrar limpia' en 2014. Hoy lo veo como la vida. Simple y llanamente. La vida. 
Y prefiero mil veces vivir que dejarme arrastrar a la muerte, incluso a la que sería en vida si no levantara cabeza y permitiera que las cosas que no van a acabar conmigo me dejaran triste y melancólica. La melancolía que sea de cosas buenas y la tristeza que dure lo que tiene que durar para que sea consciente de la alegría.