tag:blogger.com,1999:blog-361898342024-03-13T12:13:21.075+01:00En busca...Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.comBlogger512125tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-51466751254792177372021-08-28T15:14:00.007+02:002021-08-28T15:22:00.897+02:00Suelta lastre<p style="text-align: justify;">Pocas veces le había entendido. A lo largo de los años lo había intentado mucho, quizás demasiadas veces, porque ahora se sentía muy perdida y con un sabor amargo en la boca. Era el desenlace esperado desde el primer día, aunque no por conocerlo había sido capaz de tirar la toalla.</p><p style="text-align: justify;">En lo que era afortunada es en no haberse aislado. Igualmente, comprendía que, a pesar de sus idas y venidas, había perdido: oportunidades, sueños, compañías, ¿una existencia distinta y mejor? Era consciente de que las vidas posibles suelen resultar muy atractivas, porque de ellas borramos cualquier rastro de desgracia, tristeza, tragedia. También sabía que, por eso, son patrañas imaginadas en la cabeza, buenas para hacer un tablón de objetivos, malas para aferrarse a ellas y considerarlas una verdadera posibilidad. No lo son. </p><p style="text-align: justify;">Lo miraba perpleja. Él tenía sus profundos ojos verdeazulados mirándola fijamente, penetrando en sus pupilas para descubrir sus más escondidos pensamientos. Siempre había tenido esa sensación con él, por mucho que el tiempo juntos le hubiera dejado claro que no podía hacer algo así. Sí conseguía detectar cualquier mínimo cambio en ella y preveer su reacción antes de que la hubiera pensado. Esa circunstancia le daba miedo y le resultaba tremendamente atractiva por igual. Quizás era una de las razones por las que había vuelto a él tantas veces, o nunca se había ido del todo. </p><p style="text-align: justify;">Y allí estaba, desconcertada. Nadando en esos iris mar Mediterráneo y sin querer volver a preguntar. Asombrada de su propia reacción. Ahora lo entendía. Él siempre le había hablado con la voz tapada. Y ella no había podido descubrir cómo liberarla para comprenderle. Así de simple. Y lo cierto es que ya estaba cansada de intentarlo. </p><p style="text-align: justify;">Se giró para dar media vuelta en silencio y se fue. Esta vez fue el rostro de él en el que se percibió esa alteración mínima que mostró, por primera vez en todo ese tiempo, estupor y miedo.</p><p style="text-align: justify;"><b><span style="font-size: x-small;"><i>Para Javier Rojas, cuyas palabras inspiraron este relato.</i></span></b><br /></p>Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-89704330340641713572021-07-04T19:11:00.005+02:002021-07-04T19:18:33.568+02:00Ver<p style="text-align: justify;"> </p><p style="text-align: justify;"></p><div class="separator" style="clear: both; text-align: center;"><a href="https://1.bp.blogspot.com/-itRKNpZ4WCE/YOHovTMXhTI/AAAAAAAACMo/9UzHVpKo3VkonAypb14VfernWKYkTQjOwCLcBGAsYHQ/s1403/Ilustracio%25CC%2581n%2BSevilla%2Bversio%25CC%2581n%2Bweb.jpg" style="margin-left: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="1403" data-original-width="992" height="320" src="https://1.bp.blogspot.com/-itRKNpZ4WCE/YOHovTMXhTI/AAAAAAAACMo/9UzHVpKo3VkonAypb14VfernWKYkTQjOwCLcBGAsYHQ/s320/Ilustracio%25CC%2581n%2BSevilla%2Bversio%25CC%2581n%2Bweb.jpg" /></a> </div> <p></p><p style="text-align: justify;">Contemplaba la belleza de los edificios, la característica luz que acariciaba los naranjos y la Giralda, paseaba por el parque María Luisa respirando su frescura, callejeaba por Santa Cruz para pederse sin miedo. Toda la vida queriendo salir de allí y ahí estaba, de nuevo, no por gusto, si no por trabajo, y a la vez, sintiéndose mas cómoda de lo que se había sentido nunca en esta ciudad. </p><div class="separator" style="clear: both; text-align: justify;">Sin embargo, las ganas de dejarla atrás, de vivir en casi cualquier allí, cerca del mar, con entornos más cercanos a ella, más acordes a sus gustos y maneras, permanecía. Al fin y al cabo, desde niña la habían señalado como si fuera una extraña, una extranjera o alguien que no hubiese nacido aquí, cuando la realidad es que era trianera de nacimiento. </div><p style="text-align: justify;"></p><p style="text-align: justify;">No sabe si empezó ella sintiéndose sin raíces o la desenraizaron quienes insistían desde que recordaba en que no pertenecía, que era una outsider. De hecho, realmente su primer grupo de amigas lo tuvo fuera. Y ahora que lo tiene aquí es porque la mitad son de otras ciudades, otros lugares. A su vuelta, las amigas que creía conservar acabaron por no estar. No por falta de ganas de ella. Y las nuevas, en realidad no llegaron a ser amigas, o solo un tiempo.</p><p style="text-align: justify;">«Sevilla apesta a sudor de torero». Al leer esa sentencia comprendió que resumía el sentimiento que le producía su localidad de nacimiento. Por qué se había sentido así desde la más tierna infancia no lo sabía, pero la realidad es que era esa sensación de mundo ajeno, personas con mentes incomprensibles para ella y, por tanto, la suya incomprensible para las demás. </p><p style="text-align: justify;">¿Era malo? ¿Es malo? Sólo durante aquellos años en los que le afectó hasta dejarla en completa soledad, sin amigas, sin lugar en el mundo. Ahora, reconciliada con la ciudad que la vio nacer, con personas raíz que la sujetaban, sostenían, acompañaban y querían, sentía que podía respirar. Sabe que no se quedará aquí para siempre. También que no necesita ponerse plazo porque ya no tiene que huir. </p><p style="text-align: justify;">Al no tratarse de una fuga comprende que será sencillo y que tendrá su momento. Que puede disfrutar del camino y la estancia, la espera y el convencimiento. </p><p style="text-align: justify;">Para ella el olor de Sevilla no será el de azahar. Sin embargo, permanece.</p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: small;"><b><i>Para Beatriz López Gallego, autora de la magnífica ilustración del texto y que me permitió usar su frase para crear esta historia.</i></b></span><br /></p>Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-80577154168762668032021-05-02T21:55:00.002+02:002021-05-02T21:55:45.464+02:00Aire<p style="text-align: justify;"> El viento agitaba su cabello y su vestido como a los árboles, arbustos e hierbas altas. Las nubes corrían casi tan veloces como ella, con la respiración casi cortada y aún suficiente. Era uno de esos días en que puede llover o ser tan claro que apenas puedas abrir los ojos, cegada con la luz. El día perfecto para lanzarse por la pradera y el bosque. </p><p style="text-align: justify;">Sólo miró atrás una vez y sonrío. De hecho, no dejaba de hacerlo, mientras daba bocanadas cada vez más grandes y más felices. Corría y corría, sintiéndolo todo: la suave pendiente, las ráfagas de aire, el sol jugando entre clarosocuros nebulosos, cada centímetro de su piel al aire y bajo la suave tela de su ropa. Los pies en flexibles zapatos dando pasos cada vez más rápidos y seguros.</p><p style="text-align: justify;">Paró de golpe, al borde del acantilado, donde el mar sonaba allá abajo, fuerte. Gritó a todo pulmón sólo para sentir que era enormemente minúscula. Y empezó a reír, a carcajadas, doblándose por la cintura, respirando con tanta ansia como el mar se batía contra las rocas.</p><p style="text-align: justify;">Libertad. </p><p style="text-align: justify;">Libertad única, sola, loca, apacible, a manos llenas y tragos largos. </p><p style="text-align: justify;">Libertad también en compañía. Él se había rezagado porque le hacía feliz verla a ella correr, reírse, llorar de risa, volar sobre el prado, como si fuera a lanzarse por el risco, seguro de que no lo haría y podría llegar a cogerla, abrazarla, dejarse beber a besos, beber al mismo tiempo.</p><p style="text-align: justify;">Cayeron al suelo riendo y entrelazados, comiéndose entre carcajadas, suspiros, ansias. Cada uno había venido por su camino. Ambos en paralelo y divergentes, todo a la vez, como querían abrazarse, desnudarse, recorrerse, besarse, morderse, sentirse y gozarse. </p><p style="text-align: justify;">Libertad y felicidad compartidas y únicas para cada uno.</p><p style="text-align: justify;"><i><span style="font-size: x-small;">Para J.M. cuya pieza y ejecución me trajo este viaje. </span></i><br /></p>Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-7723773880745835292021-04-11T12:00:00.005+02:002021-04-11T12:04:05.204+02:00Claros y nubes<p style="text-align: justify;">Consciente.</p><p style="text-align: justify;">De cada célula de su cuerpo, del roce de la ropa en la piel, el suelo bajo sus pies, su propio peso, qué siente.</p><p style="text-align: justify;">Una sonrisa se dibuja, sutil, en su rostro. Los ojos, con nubes tristes que van y vienen, a ratos cerrados para apreciar(se) con más claridad. La respiración que se calma en ese estado, la mente que logra parar unos segundos y de ahí la sonrisa.</p><p style="text-align: justify;">Saber que es hogar y comprender que quiere a alguien que sea hogar. Un hombre. Tener muy claro que, desde niña, ha sido su propio puerto, que la felicidad está igual de presente en su soledad. Aceptar que ahora, después de más de un año sin abrazos, quiere ese regazo en el que descansar la cabeza, ese cariño entre unos brazos que miman.</p><p style="text-align: justify;">Tener la fuerza de decir no. Diez años de aceptación del deseo del otro, la propuesta del otro que son muchos, de sentirse vacía tras haber pensado que sería suficiente, que es el aperitivo antes de un plato principal que no ha llegado por ahora. Quizás porque sus ojos y su tacto estaban posados sobre esos entrantes que se convirtieron en el todo ausente que tenía.</p><p style="text-align: justify;">Recordar el abrazo con hueco donde descansar el peso sobre sus hombres, el sostén en las piernas en que reposaba la cabeza para dejarse acariciar el cabello. Demasiado tiempo sin esa serenidad de carantoñas, caricias en ambos sentidos. </p><p style="text-align: justify;">No es lo mismo querer sola que acompañada.</p><p style="text-align: justify;">Está segura de que no buscará un hogar que ya tiene. Tiene claro que encontrará esa otra intimidad que anhela.</p><p style="text-align: justify;"><i><span style="font-size: x-small;"> Para Freya, cuya conversación y escucha permitió nacer este texto. </span></i><br /></p>Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-56573134980343297902021-04-01T14:19:00.006+02:002021-04-01T14:23:00.345+02:00La cuerda<p style="text-align: justify;">Medio viva. Como la niebla que se disipa, como la marea baja que deja a la vista lo que esconde el agua, como el rayo de sol que atraviesa un cielo de nubes y crea un camino figurado al paraíso. Estoy medio viva. Esa certeza llegó a mi cerebro y la abracé al comprender que es donde estoy desde hace más de un año, pero especialmente desde hace unos po<span>quitos meses.</span></p><p style="text-align: justify;"><span>Vivo a medias porque la mayor parte de mí ha vuelto a ser quien era, quien soy, y el resto aún olvida si yo era/soy risueña, triste, alegre, y tampoco está por la labor, aún, de convertirse en la nueva persona que soy tras mucho trabajo personal para dejar la crisálida de la ansiedad y ser una mariposa con más colores que antes.</span></p><p style="text-align: justify;"><span>Estoy medio viva y necesito más, porque esto me agota y me impide vivir mi vida, no la de antes, esa es irrecuperable y no estoy segura de si la querría de vuelta, si no la vida que tengo ahora, que soy ahora porque he crecido en el sufrimiento.</span></p><p style="text-align: justify;"><span>¿Estar medio viva es respirar a medias? ¿Perder los sueños y quedarse con pesadillas que no entiendo? ¿No ver la puerta que me permitirá volver a estar dentro y rodeada de personas sin acabar temblorosa y con ganas de regresar al nido, al vientre, a la cama cuyo edredón protege como si fuera puerta blindada?</span></p><p style="text-align: justify;"><span>Por ahora es todo eso y la desgana de cocinar, comer, escribir, leer, ver. Me quedan algunas para hablar con amigas, dejar que me acompañen para dar otro pasito más. </span></p><p style="text-align: justify;"><span>Aunque hoy escribo. Hoy me he sentado aquí a deciros, decirme, que si sé dónde estoy también sabré hacia donde dirigirme. Abrir balcones desde fuera que atravesar con paso firme y mirada serena. A pesar de haber perdido la esperanza una y otra vez, de querer rendirme y no poder, porque no importa lo hundida que esté en las arenas movedizas, mis manos se agarran a cualquier cosa, mis piernas patalean hasta que comprendo que la solución es quedarme parada. </span></p><p style="text-align: justify;"><span>Medio vivo. Ahora eso tendrá que ser suficiente para coger fuerzas. </span></p><p style="text-align: justify;"><span> </span></p><p style="text-align: justify;"><span style="font-size: x-small;"><i><span>Para Rosa G., cuya clase de ying yoga me iluminó </span></i></span><br /></p>Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-48418285200519461772021-03-29T21:34:00.006+02:002021-04-01T13:48:19.537+02:00Cajón perdido<p style="text-align: justify;">Hay quien lo llama precipicio. Agujero negro, vacío, desierto interior, son otros de los nombres que se le dan. Incluso pozo sin fondo u oscuridad absoluta. No sé qué apelativo escoger. Cualquiera me valdría si alguno de ellos lo hicera más pequeño, que cupiera en un bolsillo y lo pudiera meter en el cajón de los pañuelos (que no tengo) y olvidarlo como los chales que nunca uso. Sorprenderme de verlo, como los chales. y volver a dejarlo allí dentro porque no es una buena ocasión para usarlo.</p><p style="text-align: justify;">Sin embargo, aún no he encontrado forma ni nombre para hacerlo desparecer. Me veo, otra vez, en la senda que me obliga a mirarlo, sentirlo y aprender. Asimilar de nuevo e intentar seguir creciendo, aunque no me vea capaz, como tampoco me veo como persona que se regodee sin más y espere que se vaya por arte de magia.</p><p style="text-align: justify;">Así que lo miro, me miro, a la cara. Puedo acabar destrozada o no, pero ya dura menos. Cuando pasa el dolor, aun herida, estudio, a él y a mí en él, observo, tomo notas mentales, busco las herramientas que me dieron, respiro, siempre, respiro, y procuro no dejarle que me trague hasta ese momento en el que sé que tendrán que venir a tirar de mí, aunque sea yo quien haga la mayor parte de la escalada.</p><p style="text-align: justify;">No es que me importe que me ayuden. Es que llevo demasiado tiempo contemplando el oleaje intenso y enfadado del mar como para seguir teniéndole miedo. Conozco sus idas y venidas, incluso las imprevistas tienen un patrón, un espacio oxigenado en el centro en el que respirar y ver la luz a través del manto de agua que se cerrará sobre mí y me arrastrá, en el mejor de los casos, a la orilla. En el peor, al fondo, pero ya pillé el truco de tomar impulso desde dentro.</p><p style="text-align: justify;">He acabado por aceptar que, con menos intensidad, con más fuerza por mi parte, me acompañará de vez en cuando. Sólo que ahora no vendrá por sorpresa, aunque tampoco llame a la puerta. Percibiré su llegada en pequeños revuelos de mi interior, diminutas huellas que apenas se perciban y detecte; esa sensación de que he vuelto a perderme (de mí). Entonces no será necesario que llegue a lo más hondo, tendré una barca preparada, un avión, una luna sujeta. Mi lucero, aunque sea intermitente, como un faro que me salve de escollos. </p><p style="text-align: justify;">Sin embargo, duele. Y cansa. Me dejo acunar por mí misma y duermo en mis brazos, como refugio propio para despertar de nuevo con el brío necesario para continuar. Dejar el miedo y encenderme con esa luz que me cuesta tanto encontrar. Continua, porque ella es tan mía como él, y ya sabemos que el sol siempre gana. <br /></p><p><br /></p><p><br /></p>Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-8063786181457299962020-11-14T18:58:00.006+01:002020-11-14T20:01:11.497+01:00Cuando él toca el piano<p> Desde ese rincón, desde el que busca protegerse, de la noche, del dolor, de la sangre; observa. Contempla la oscuridad que se cierne sobre ella, hasta que la luz resquebraja tímida y con fuerza las tinieblas desde ese punto en su pecho que cree detenido desde milenios.</p><p>Sin embargo, nunca dejó de palpitar en ámbar vivo, en lava ardiente e inocua que la recorre y calma los estremecimientos del miedo ancestral que se enraíza en ella, por más que arranca una y otra y otra vez las malas hierbas.</p><p>Vibra con aquella melodía improvisada y la esperanza avanza a través de la tristeza. No pierde las lágrimas. Encuentra el arcoiris en ellas y puede seguir, así, mirando esas nubes negras sin olvidar la calma después de las múltiples tormentas que la arrasaron.</p><p>Siente el abrazo tierno y protector con las notas que tiemblan en la punta de sus dedos y necesitan salir y ser libres, sonar libres, compartirse por el aire infinito y llegar a los corazones sensibles a ellas. Hay quien no sabe escuchar y hay quien escucha aunque no quiera. </p><p>La lágrima roza el labio entreabierto entre el sollozo y la sonrisa de comprender la compañía, la protección, a veces proveniente de ella misma, a veces de unos brazos amigos. Sigilosos se acercan para dar consuelo, ser el paraguas que refleja la luz interna.</p><p>Ahí también reside su belleza.</p><p><br /></p><p><span style="font-size: x-small;"><i>Para Jetro Molina. La inspiración llegó desde las yemas de sus dedos acariciando las teclas.</i></span><br /></p><p><br /></p>Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-86870212629328406482020-07-24T13:07:00.002+02:002020-07-24T20:25:13.277+02:00Contacto<div style="text-align: justify;">
Tumbados, juntos, en la lánguida penumbra del verano. Con esa pereza rica que se permiten a veces. Recorriéndose en caricias suaves, sin apenas tocarse, pero lo suficiente para sentir el placer de la piel respondiendo a ese contacto y los centros neuronales contestando con gusto.</div>
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Los ojos semicerrados, dejándose llevar por la indolencia del calor, disfrutándose con los arrumacos mutuos y propios. La ternura recorriéndoles a ambos y con miradas de deleite. No necesitan nada más, solo sentirse, dejarse llevar como si tocaran el piano en el cuerpo del otro, convirtiendo sus figuras en la magia que se encuentra dentro de ellos.</div>
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La respiración se ha calmado y no hacen falta palabras. De hecho están en un silencio gustoso y lleno de significados: amor, cariño, complicidad, confianza. Todo lo que son juntos e individualmente resumido y condensado en mimos. </div>
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La tarde va cediendo, notan los cambios de luz proyectados en la pared que dejan pasar las persianas echadas. No quieren salir de allí. Es su burbuja personal, su espacio seguro y calmo, donde son ellos sin tener que dar explicaciones ni decir nada. </div>
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De manera que la penumbra de la tarde va dejando paso a los rosas y naranjas del atardecer y a las luces de la noche. No quieren romper el sortilegio y permanecen echados, ya casi dormidos y aún rozándose. </div>
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Finalmente el sueño les vence. Duermen con una mano apoyada en la cadera del otro. Sus labios sonríen. </div>
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Felicidad.</div>
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<i><span style="font-size: x-small;">Dedicado a Israel Castro, por la selección musical que me ha inspirado y a A. por nuestras prenumbras</span></i></div>
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<br />Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-39556228699806507932020-06-18T11:51:00.000+02:002020-06-18T11:51:45.987+02:00Lejos<div style="text-align: justify;">
«Me deseas por la distancia que nos separa».</div>
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La frase cayó entre ellos hasta el abismo que ella tenía claro que existiría eternamente. Hay placeres prohibidos y placeres que nacen para no ser. Para quedarse agazapados con media sonrisa y a la altura de la punta de los dedos, siempre ahí, siempre irrealizables.</div>
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Satisfacen como la fruta parcialmente madura, en la que no sabes si te tocará un bocado dulce o ácido y, aún así, la comes porque te ha entrado por la vista y no puedes evitar caer en la tentación. </div>
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De forma que se lanzaron. Se zambulleron en una no existencia palpable, tan real como las pieles propias que se acariciaban en la presente ausencia del otro. Bebieron de las fuentes mutuas en una compañía solitaria que, a pesar de todo, satisfacía una parte de ellos que no habían descubierto hasta entonces. No es que algo fuera mejor que nada; es que la nada estaba tan llena de contenido como un campo vacío puede ser anuncio de una gran cosecha.</div>
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Se dejaron caer el uno en el otro hasta sostener las fantasías y las certezas que los componían. Se mezclaron en carne, fluidos y tacto sin rozarse. Se disfrutaron sabiendo que el deleite era personal y no compartido; se complacieron, sin tener claro que al otro le hubiera llegado.</div>
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Y hablaron. La caricia dejó de ser importante porque no era del otro. Las palabras sí calaron. Trenzaron hilos compartidos hasta construir un puente sobre el precipicio. Cambiaron tornas por espacios comunes.</div>
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<br /></div>
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Se encontraron. </div>
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<br />Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-25545086455397999712020-06-13T13:00:00.000+02:002020-06-13T13:01:22.262+02:00Envidia<div style="text-align: justify;">
No soy de naturaleza envidiosa. Me alegro sinceramente por la felicidad y logros de otros. Por vidas repletas y regocijos ajenos. Comparto sanamente y forma parte de mi dicha.</div>
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Sin embargo hoy, de nuevo sentada tras el cristal, mirando la vida pasar, envidio. Codicio la valentía del resto, o su fuerza, o su carácter o aquello que les permite ir a la calle, con miedo o sin él, y continuar en viejas rutinas renovadas por un parón obligado. Ambiciono una cabeza en la que no salten mil alarmas cuando me dirijo a la puerta de casa, un cuerpo no atenazado por el temor hasta el punto de ser un bloque de piedra que me inmoviliza entre estas paredes que debía celebrar y empiezan a ser un cárcel casi autoimpuesta, porque me condeno yo, pero no.</div>
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Y he buscado toda la ayuda posible y alguna imposible. He expresado y he pedido. Y me obligo, me empujo hasta que el pecho se convierte en bomba que ahoga mi garganta y cierra mi estómago.</div>
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Sin éxito.</div>
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<br /></div>
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No quiero envidiar. </div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sólo quiero poder caminar a vuestro lado. </div>
<br />Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-89298621485661157502020-05-30T13:53:00.000+02:002020-05-30T13:53:23.707+02:00No vida<div style="text-align: justify;">
¿Sabéis lo que es tener clarísimo que está en tu cabeza y no conseguir que el cuerpo responda a la lógica aplastante? ¿Comprender con absoluta certeza que soy yo, que no hay nada fuera, pero no evitar que cada músculo esté en posición de defensa y huída? ¿Intentar empujar las piernas, mientras los pulmones quieren colapsar y el corazón se dispara como si estuviera corriendo una maratón en segundos, al mismo tiempo que el cerebro grita "¿qué narices estás haciendo? ¡sal de una puñetera vez!"?</div>
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<br /></div>
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Esa es mi vida en las últimas semanas. </div>
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<br /></div>
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Contemplar desde dentro y desde fuera a la vez cómo estoy dividida en dos partes que ni siquiera son cuerpo y mente, porque son cuerpo y mente juntos y todo revuelto. Frustrarme por tenerlo claro pero no ser capaz de dar el paso, ni figurada ni literalmente. Tener ganas de llorar y de darme patadas a mí misma. Sentirme tan idiota como me verán los demás, o algunos de los demás, por tener un miedo irracional a algo que llevo haciendo desde la adolescencia: dar un paseo sola. </div>
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<br /></div>
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Escribo esto desde mi sofá pensando que parece irreal porque aquí, segura, sin ver la calle, ni la gente que hay en ella, ni las mascarillas, ni los coches, ni todo lo que ha vuelto porque eso es la vida, no se siente que haya ocurrido nada. Que sólo estoy inventando una distopía barata y mala porque ninguna protagonista se quedaría en un rincón mirando la vida pasar. Eso sería una novela existencialista, también mala, pero no una distopía. En la ciencia ficción el personaje batallaría, crearía vacunas en semanas, alimentaría a los necesitados, llevaría cuchillos, armas y sonreiría de medio lado. </div>
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<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sin embargo, resulta que en esta realidad que me ha tocado vivir y que desde niña me dije que no ocurriría porque moriría antes de que pudiera pasar, no batallo, no salvo a la humanidad, no rescato el último vestigio de nuestra civilización. Apenas me auxilio a mí misma, como para ser la heroína de nadie.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y no me entendáis mal. No cuento esto para daros pena. Ni siquiera me doy pena yo, siempre supe que soy una cobarde. Lo cuento para intentar sacar de mí la angustia incontrable y transformarla en una historia. Como esas que llevo creando toda la vida para hacer reír a los demás, o para quitarle hierro, o simplemente porque es quien soy. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pongo mi ansiedad por escrito para ver si es hoy el día que en lugar de repetirme una y otra vez: "esta noche salgo, esta noche va a ser el día, esta noche caminaré al menos diez minutos y estaré tranquila", sea el momento en que no me digo nada y simplemente abro la puerta. </div>
<br />
<br />Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-4378443592272508702020-05-22T18:06:00.001+02:002020-05-22T19:42:54.786+02:00En suspensión<div style="text-align: justify;">
Me pregunto por qué comprender algo no es aprenderlo. Al menos no cuando salimos del ámbito académico. Se me daba bien estudiar. Se me daba bien comprender y aprender los conceptos. </div>
<div style="text-align: justify;">
No soy tan buena viviendo. Se me da mal entender e integrar. </div>
<div style="text-align: justify;">
Me aferro a viejas ideas de la misma manera extrema en que me niego a permanecer en el pasado que me construyó, a veces con daño. </div>
<div style="text-align: justify;">
Quizás precisamente es el dolor mamado lo que me ancla en estos nuevos sufrimientos que son idénticos. Es el repudio de mí misma, como fui repudiada, quizás casi desde el nacimiento. </div>
<div style="text-align: justify;">
Por una madre que te dice hija de otra y un padre que no te reconoce como su semilla. </div>
<div style="text-align: justify;">
Me desvío.</div>
<div style="text-align: justify;">
Comprender no es aprender cuando se trata de mí y de lo que puedo significar en un mundo en el que se supone que todos tenemos nuestro hueco.</div>
<div style="text-align: justify;">
La mayoría de las veces pienso que esa es una patraña y que aquí quien más y quien menos se pelea consigo y el resto por darse una importancia que nadie le ha asegurado tener. Porque se da por supuesta, cuentan. </div>
<div style="text-align: justify;">
Quizás estoy en la minoría que tiene una lucidez imprescindible o la locura exacta para ver las cosas como son.</div>
<div style="text-align: justify;">
Quizás estoy en la media que se desvía del camino y desdibuja los contornos para no perderse entre la solidez de una realidad construida con palabras que no pueden contener todos los significados.</div>
<div style="text-align: justify;">
Sea como sea, aquí me encuentro. Comprendiendo, que no aprendiendo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Aceptando a duras penas, porque preferiría tener plastilina entre mis manos y ser una artista.</div>
<div style="text-align: justify;">
Aun sabiendo que el resultado nunca me dejaría del todo satisfecha. Es lo que tiene ser inconformista. O gilipollas, según se mire. </div>
<div style="text-align: justify;">
Contemplo. Por si parar de darle vueltas y dejarlo quieto obran el milagro de darle vida y sacarme del atolladero. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
<i><span style="font-size: x-small;">A J.M. que sin saberlo me devolvió las ganas de escribir</span></i></div>
<br />
<br />Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-89515213191707260002020-05-22T17:36:00.000+02:002020-05-22T21:23:59.208+02:00Bach<div style="text-align: justify;">
No se dio cuenta hasta que desapareció. De repente, un día, notó que faltaba algo. Que había un cambio, no llegaba a saber cual era. Pero el vacío, allí reposaba.</div>
<div style="text-align: justify;">
La melodía base, la nota que construía su propia canción no estaba y se había percatado demasiado tarde porque nunca la había sentido. La tenía por tan segura que no fue consciente de que era uno de los pilares de su existencia, que daba sentido y continuidad al desastre hasta transformarlo en lo que empezó a llamar felicidad.</div>
<div style="text-align: justify;">
Estaba tan en segundo plano, que la obvió como carente de importancia y se dedicó a los acordes libres de sus pasos. Pensó, locamente, que la estructura no requería cimientos, que las casas se empezaban por el tejado, que el amor no era un camino de ida y vuelta.</div>
<div style="text-align: justify;">
Hasta que ella se alejó.</div>
<div style="text-align: justify;">
Los primeros días la rueda siguió girando como si nada.</div>
<div style="text-align: justify;">
La segunda semana el motor empezó a griparse.</div>
<div style="text-align: justify;">
El día 21 cuando no recibió respuesta a la llamada no quiso darle importancia.</div>
<div style="text-align: justify;">
Al mes, la vorágine de la rutina dejó de serlo y cuando se giró y encontró ausencia el corazón se le encogió un poquito. Pero no quería. No era partidario de reconocer que sentía. Y sin embargo, dolía.</div>
<div style="text-align: justify;">
Dolía la falta de risas compartidas, la carencia de palabras escritas a la vez, paseos en silencio en compañía, ser escuchado con ojos embelesados, los ánimos en el desánimo.</div>
<div style="text-align: justify;">
Tuvo que reconocer que su existencia se componía de diferentes ritmos.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
.... </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Así es como le gustaba ser y había sido siempre. El bajo constante que se mantiene dando forma imperceptiblemente, salvo para oídos expertos. </div>
<div style="text-align: justify;">
Le gustaba entrar en las vidas y dejarles el buen sabor de boca del círculo cerrado, el arcoiris en mitad de una tormenta.</div>
<div style="text-align: justify;">
Se transformaba para adaptarse, sin dejar de ser ella y sin hacer desaparecer al otro. Un potenciador natural del sabor que nadie percibía hasta que faltaba su presencia.</div>
<div style="text-align: justify;">
Aunque, en realidad, nunca se iba del todo. Era semilla y polinizadora, era lluvia y era sol, que permite crecer y cuida. </div>
<div style="text-align: justify;">
Con pasos suaves de bailarina entraba y salía del escenario, grácil, como si volara sobre los días de aquellos que se encontraba y decidía adoptar para su causa.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
....</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y en mitad del bosque donde la música la había transportado mientras contemplaba los dedos recorrer el piano y las notas la embriagaban, su cabeza descubrió las miles de historias que se escondían debajo de la pieza. Al sentir en la nariz el frescor de los árboles y la caricia de las plantas en sus piernas creyó que sólo cabía un cuento que narrar, hasta que, de un golpe, encontró los ojos de él, igual de extasiados. Todos y cada uno de los relatos que sonaban al mismo compás para quien quisiera dejarse arrastrar, la llevaron.<br />
<br />
<i><span style="font-size: x-small;">A J.M. cuya explicación al piano me ha inspirado. </span></i></div>
<br />Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-38507404984333107032020-05-10T13:31:00.001+02:002020-05-10T13:33:08.129+02:00FirmamentoDejar ir.<br />
Dejar ir lo que fue. Lo que nació distinto para cada uno. Lo que no existió.<br />
Dejar ir lo que se deseaba y ahora da miedo. El miedo mismo de antes. Y el de ahora.<br />
Dejar ir el peso y la opresión. Las ganas de una libertad que era falsa.<br />
Dejar ir lugares, personas, sensaciones, recuerdos (ciertos, falsos).<br />
Dejar ir sueños, pesadillas, ideas, fragmentos.<br />
<br />
El me dice qué hace.<br />
Yo le cuento qué siento.<br />
<br />
Comprender que hay incomunicación que surge de las entrañas.<br />
Aprehender que hay comunicación que no necesita lenguajes, pero es difícil de sobrellevar cuando no se expresa.<br />
<br />
Ver el globo que se eleva y serlo.<br />
Acariciar el fino hilo que lo sujeta y sentir el escalofrío suave.<br />
Dejar que su reflejo en el sol se convierta en la luz solar porque hay sombras más reales que los cuerpos.<br />
<br />
Fluir.<br />
Como aguas cristalinas.<br />
Estancarse en juncos que se doblan al viento como yo debería y no recuerdo haber hecho.<br />
<br />
Dejar ir.<br />
Que alguien me enseñe cómo hacerlo.<br />
<br />
<span style="font-size: x-small;"><i>Para R.M. por estar, por escuchar, por hacer que surjan las palabras. </i></span><br />
<br />Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-89430988463243352962020-03-29T19:54:00.000+02:002020-03-29T19:54:03.073+02:00CansancioEstoy cansada. Cansada de sentirme así. De no saber si es que no sé o es que lo hago queriendo. De no saber si es que no sé dejarme querer o elijo mal o siempre será para mí un mal momento. Cansada de que me digan lo maravillosa que soy las personas que no pueden compartir la vida, mientras los que sí se limitan a mirar desde la barrera porque ¿qué sería yo sin la profecia autocumplida?<br />
<br />
<div style="text-align: justify;">
Cansada de desmontar los cuentos de hadas y haber sido toda mi vida mi propio caballero para que las ranas se me resistan tanto como los príncipes y no quede caballo que montar ni tren que perder por estar con quien sea que quiero. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Agotada de querer llorar, de no poder, de poder, de dejar de escribir(te), de escribir(te), de decir lo que siento, de callarlo, de abrirme en canal, de cerrarme en banda, de ser yo una y otra y otra vez y llegar a lo mismo. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y que sí, que no estoy sola, que no necesito a nadie, que la vida puede ser maravillosa. Y es fantástica y me gusta y casi por primera vez en mi vida de verdad quiero vivir y soy feliz y lo tengo todo y casi siempre me basta pero cuando no, cuando no es una mierda.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y está muy bien deconstruirse y conocerse y analizarme y dejar que me analicen y escuchar y aplicar y seguir adelante y saber que habla la ansiedad que nada tiene que ver con todo esto. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y duele igual y me apena igual y me importa un carajo que no haya motivos porque los hay y es que no consigo coger de la mano a esa niña que no lloró nunca porque esta adulta siente que abrió las compuertas y la riada no va a terminar nunca. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Así que sí, estoy cansada. De que no me contestes, de que contestes por contestar, de que no sepas expresarte, de que expreses lo que no sientes, de insistir cuando sé que es lo que no quiero, de aceptar cuando sé que no es lo que quiero, de decir no y querer síes. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Del autoengaño, del engaño descarado, de la verdad que creo, de las mentiras que me cuento y me cuentas y me cuentan, de las suposiciones.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Porque yo necesito que me digan. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Nunca tuve madera de Sherlock. </div>
Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-20902894420057109632020-03-08T19:09:00.001+01:002020-03-11T14:23:51.133+01:00Vivir<div style="text-align: justify;">
Tengo un cuerpo en continua tensión. Al que me obligo a poner conciencia cada segundo para decirle, «eh, relaja, ya está bien, aquí estamos seguras». Con el que cada minuto tengo que liberar los hombros, descargar las piernas, respirar profundo y calmar el corazón.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tengo una mente en perenne alerta. Siempre dispuesta a saltar, siempre en defensa. Una cabeza a la que cada instante tengo que recordarle que aquí estamos, seguras, tranquilas. Que no hay guerra ni batalla, que no hay alarma.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tengo un cuerpo y una mente que no nacieron así. Que aprendieron. Aprendieron que recibir golpes todos los días era la norma, que la agresión no tiene por qué ser física ni directa hacia mí para que duela, que estaba sola y que para sobrevivir no podía dormirme ni un segundo. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Tengo un cuerpo y una mente que nacieron con una fuerza salvadora que, con todo, sólo quiso y quiere reír y bailar; que miran a los temporales y se recuerdan «pasarán», aunque sea más tarde que temprano.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Nací con una capacidad inmensa de tristeza y unas ansias infinitas de vivir incluso cuando todo mi ser grita muerte. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Crecí con la suerte de encontrarme a personas que una y otra vez me dijeron que no estaba sola, que no me dejaron sola, aunque otras lo hicieran. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y aprendí. Aprendí a desaprender que la vida es sólo dolor, pena y soledad. Aprendí a desaprender que confiar es muerte y que esconderse era la mejor manera. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Entonces llegan días, o semanas, ya no son meses, en que todo vuelve a pesar tanto que casi olvido. Es cuando solo vosotras, en negro sobre blanco, azul sobre marfil o en el viento de mis ideas, me atáis a lo que queda de mí. Y lo que resta, entre lágrimas, es que gana la vida, incluso cuando no quiera. </div>
<br />Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-88102691140341690002020-02-23T21:40:00.001+01:002020-02-23T21:40:40.450+01:00Paseo<div style="text-align: justify;">
Tengo la manía de mirar las ventanas de los edificios. Imaginar cómo son las viviendas. Pensar quiénes las habitan, cómo son sus vidas. Idealizar, supongo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No sé cuándo empezó esta manía, pero sé perfectamente cuándo se agudizó. Melilla. Mi primer intento de encontrar un hogar propio. Tardé meses. Me quedé paralizada y mientras tanto soñaba con un lugar mío, en el que sentirme en casa, segura, feliz. Lo que Virginia Woolf proclamaba décadas antes y que yo desconocía era mi anhelo secreto. Así que, mientras no era capaz de moverme, miraba. Contemplaba edificios y ventanas encendidas mientras paseaba, mientras iba al trabajo, mientras volvía de él, cuando salía. Observaba los edificios y las ventanas con sus cortinas y sus luces, a veces con sus siluetas de habitantes que siempre imaginaba con mejores vidas, con mejores elecciones, más felices.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
También se despertaba mi curiosidad por saber cómo serían esos pisos, grandes, pequeños, espaciosos, decorados clásicamente, modernos, de familias enteras, de solitarias como yo,...</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ahora, que tengo el que puedo llamar hogar, sigo sintiéndome paralizada y me descubro de nuevo mirando balcones y vanos, preguntándome qué esconden, con ganas de llamar al azar a un telefonillo y decir: ¿me enseñaría su casa? Y pasear por ella como una niña luciendo vestido nuevo. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Seguramente tiene algo que ver mi incapacidad para sentir que exista un hogar para mí. No sentí tenerlo de niña, me cuesta sentirlo ahora, aunque creo que lo tengo construido, en cierto modo. La angustia de rehacer lo que debería haber sido depurado hace años me convierte en la anhelante paseante que mira hacia arriba mientras camina y fantasea. Y siente que se le escapa entre las manos la posibilidad porque no es capaz de tenerla. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y también están mis ansias de ver todo edificio por dentro, descubrir recovecos, saber si están bien o mal construidos o distribuidos, averiguar cómo viven los demás, cómo sienten y cómo siguen cada día con sus vidas, cómo toman elecciones, si son felices, cómo son felices.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
A la vez que pienso lo uno y lo otro me pregunto; ¿alguien más mirará hacia dentro?</div>
Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-15122502352006672252020-02-20T19:00:00.002+01:002020-02-20T19:02:23.616+01:00Cielos<div style="text-align: justify;">
Esa calidez como abrazo de abuela que cuenta mil historias. Desde batallas terminadas porque el cielo azul así lo quiso, hasta amores que se iniciaron para acabar en el ocaso de los días. Un calor fresco que empieza a oler a cambio de estación, a nuevas esperanzas, a desperezarse del crudo invierno. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ni siquiera las ráfagas de viento rezagadas que revuelven el pelo y levantan faldas con un toque frío borran el templado deseo de sonreír a un mundo que no se ha parado aún, a pesar de tantas plegarias.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br />
Es un tipo de felicidad que parece sin motivo y que tiene todos los posibles, porque ya sabemos que la dicha se compone de fragmenos inimaginables y cambiantes para cada una y en cada momento. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Trae al cuerpo y a la mente familias anheladas, amores no deshechos, caminos asfaltados con cariño para que no tropieces. Asume posibilidades convertidas en realidad a golpe de chasquido de dedos, invita a danzar en los pasos de peatones, canta sin atino en duchas improvisadas bajo fuentes de colores, añora pies descalzos sobre arenas finas. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y todo en un instante. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Ese de mirar las nubes y descubrir de nuevo el firmamento. </div>
Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-87075866675605913802020-01-26T20:16:00.002+01:002020-01-26T20:16:50.431+01:00Domingo<div style="text-align: justify;">
Caminaba buscando el sol. El frío y la lluvia del invierno se le habían metido en los huesos y el alma; y su espíritu, no especialmente amante del verano, reclamaba, sin embargo, algo de calidez que calmase la oscuridad que se había cernido sobre ella en los últimos días. Con paso ligero, no entendía un paseo a otro ritmo, se deleitaba con la luz brillante y la calma. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Porque deambular un domingo por la mañana por la ciudad no tiene nada que ver con hacerlo un sábado o un día de diario. El último día de la semana es perezoso y así también la gente, que se levanta tarde por la vida social nocturna de la noche anterior o por el puro placer de permanecer en la cama.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
No es que ella no hubiera remoloneado. Pocas cosas le gustaban más que permanecer somnolente en el lecho dejando ir la mente. Al amanecer sus pensamientos eran más claros, menos peligrosos que en las noches y se podía permitir el lujo de divagar sin miedo. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Pero hoy se había levantado algo más rápido y mientras tomaba su desayuno como le gustaba, como si tuviera todo el tiempo del mundo (lo cual le daba algún problema de retrasos en los días laborales), al ver al astro rey empujando la niebla y las nubes había sentido la repentina necesidad de caminar, de dejar no sólo a sus ideas, si no ella entera deambular sin rumbo.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Despabilada como iba, percibía aún con más claridad la indolencia de la ciudad, con calles casi vacías, y con las pocas personas que se encontraba, igual que ella, sumidas en sus pensamientos y a un ritmo totalmente cambiado con respecto al resto de la semana. No era temprano y, no obstante, parecían las primeras horas del día, por la niebla rebelde que aún dejaba jirones prendidos de los edificios y el silencio en las avenidas. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Disfrutaba. Su vagabundeo solitario le sacó una sonrisa y dejó a sus pies ligeros. Descubrió edificios que siempre habían estado ahí y nunca se había parado a apreciar, recorrió nuevas calles viejas, contempló sus lugares preferidos y se sintió de nuevo parte y ella. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Sus pasos perdidos la llevaron a encontrarse.</div>
Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-75668392844132316222020-01-25T20:42:00.000+01:002020-01-25T20:42:38.721+01:00De vuelta<div style="text-align: justify;">
Haber desandado tantas veces el camino no hace más fácil no volver a él. Las respuestas aprendidas te permiten vislumbrar las otras sendas, pero no siempre te habilitan a tomarlas antes de tropezar de nuevo con los mismos muros que te llevaron a plantarte delante de ella y decir «no puedo más». Y vuelves a no poder más y a tener ganas de llorar y enfadarte y te enfadas, sobre todo contigo. Y también con esos que te enseñaron mal porque ellos no lo sabían de otra manera. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Recurres a mil y un trucos y herramientas, te apoyas en esas redes que, gracias al cielo, sí que supiste crear y te sostienen, vaya si te sostienen. Son fuente de vida y confianza, cuando la autoestima se empieza a diluir en la sangre que escapa de ti entre tus piernas sin venir a cuento. Aunque viene a colación porque por mucho que quieras controlar, la vida te enseña que es mentira y que vivir es eso, tener lo inesperado, para bien, para mal, para regular y, sobre todo, para aprender. Aprender otra vez. Lecciones y lecciones y lecciones que ya creías saber al dedillo y que se disuelven como las personas en aquella película que podría ser una metáfora de tu vida, si no fuera porque tuvo un final feliz y ya dudas de que existan realmente.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
El pellizco, ese del estómago que sí es bueno y te recuerda que la felicidad no es un estado constante, si no un camino que se va haciendo con cada paso, por minúsculo que me parezca desde este aterrador espacio que conozco tan bien que casi me anula. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Y recuerdas aquella que eres y te niegas una y otra vez hasta que empiezas a comprender que se trata de abrazarla, abrazarte, aceptar que es una parte de ti y que simplemente necesita el arrumaco que la niña reclama por ausencia en presencia. Procuras no pegarle una nueva patada, ya que perderla de vista no la anula, muy al contrario, la refuerza para que sea ella la que deje tu cuerpo y tu mente con tal paliza que quieras que te lleven a una UCI de la que no salgas en tres meses, para que al volver todo haya cambiado.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Da igual que te asuste el cambio, piensas que sería mejor así y no. No. Dentro de ti pelea la que se paró y dijo estar harta y derruyes de nuevo las piedras con las que te chocas como si fueran lanzadas a ti para romperte. No te rompes.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Te vuelcas en esa soledad que de amiga pasa a contrincante acérrimo para recuperarla y recuperarte. Para usar las esquirlas que han quedado de los ladrillos demolidos para rehacer la casa en la que habitas y que has decorado con tanto amor como fue posible después de haberlo perdido completo, por no haberlo sentido cuando era fundamental.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Entonces te dejas ir, porque la deriva es, realmente, el fluir que tu alma lleva anhelando y no ha comprendido. Sin entenderlo te dejas acunar y acudes a la salvación que existió desde que tienes memoria y te refugias y recuerdas y te calmas y respiras.</div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
Inhalas nuevo aire que es igualmente conocido porque lo elegiste hace tiempo. Te paras. </div>
<div style="text-align: justify;">
<br /></div>
<div style="text-align: justify;">
La soledad vuelve a tornarse riqueza.</div>
Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-22882736490355606462020-01-24T14:01:00.000+01:002020-01-24T14:01:26.519+01:00Letargo<div style="text-align: justify;">
Convencida de haber caído en una hibernación eterna se confió. Abandonó la alerta perenne sin comprender que simplemente acumulaba sus horas frías para revivir con la llegada de una primavera joven. Con esa somnolencia buscada en la que creyó dejar en suspenso el paso de la savia, paró de levantar cortezas acumuladas para impedir que llegasen a ella. </div>
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Se puso en movimiento. Creyéndose atrapada en raíces no deseadas caminó entre parajes humanos, inconsciente de que vivía, tan convencida estaba de que había logrado dejar de latir para siempre. </div>
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Enmascaró cada paso en mecidas del viento, llamó a las nuevas casas donde se encontraba con cambios de estación y se dejó acunar por nuevas aguas sin querer reconocer que había mudado.</div>
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Así fue como el candor que volvió a su centro le pilló por sorpresa y no pudo más que sonreír y aceptar que todo ese tiempo había estado equivocada.</div>
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<i><span style="font-size: x-small;">Para ILM, cuyas explicaciones me inspiraron. </span></i></div>
<br />Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-81799883257200098622019-10-28T20:22:00.000+01:002019-10-28T20:24:37.457+01:00Rehabitar mi cuerpo<div style="text-align: justify;">
Nadie me dijo que vivir en mí me costaría. Que habría un precio para no salirme de los límites que marcan mis huesos, mis músculos, mi piel. </div>
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Nadie me explicó que la mayor parte de mi vida sentiría que somos dos, que yo misma elevaría mi cabeza por encima de lo mundano para intentar despegarme de mi cuerpo tanto como fuera posible. Que respiraría sin querer esos pulmones, ni esas manos, ni ese rostro, ni nada de lo que me convertía en mí corpórea, porque toda mi anatomía me hacía débil, me convertía en parte de esa mitad de la humanidad sometida.</div>
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De la misma manera que nadie me explicó mi rechazo, no hubo persona que me adelantara que formaría parte de una lucha. Una guerra contra mí misma que podría haber durado toda mi existencia.</div>
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Batallas extenuantes dentro y hacia fuera, porque allá donde acabo había demasiados que me consideraban objeto que poseer. </div>
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Hasta que sí que hubo quien me habló. Quien me hizo comprender que no existo en esa mente etérea que siempre fue mi sueño y por la que tantas veces dejé de comer, porque ¿para qué alimentar algo que no quería?</div>
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Entonces, que es ahora, dejo todos los combates encarnizados para habitarme entera, para dejar a mi intelecto sentirse seguro y conectado y, así, disfrutar del paraíso de sensaciones, buenas y malas, y placeres que siempre estuvo en mi carne, mi piel, mis nervios y tendones.</div>
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Y dejo de percibirme pequeña, insuficiente, atrapada porque siempre consideré que residía en una cárcel muy limitada de la que no podía salir sin dejar de existir. </div>
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Y respiro a pleno pulmón para dejar que la vida, esa que me quise negar tantas veces, recorra cada átomo de quien soy y me recuerde, me impida olvidar, que ahora sólo yo resido en mi cuerpo.</div>
Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-6740339072974673232019-07-25T19:42:00.000+02:002019-07-25T19:42:13.264+02:00Eternas despedidas<div style="text-align: justify;">
La vida está llena de contradicciones y las personas no vamos a ser menos. Personalizo como dicen por ahí que debe hacerse (siempre supe que es mejor/cuando hay que hablar de amor/empezar por uno mismo). La vida está llena de contradicciones y yo no voy a ser menos.</div>
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Así que vas a permitirme que me encante desaparecer y sea incapaz de irme de tu no lado a la velocidad requerida para que el pasaje no se nos ponga enfermo. Se me pondría a mí, claro. Tú hace tiempo que no te preocupas por saber si algo necesitaba, al menos, ser escuchado.</div>
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Antes había diversión en todo este juego. De repente me di cuenta de que no tenía maldita la gracia y recogí las palabras que chocaron contra las paredes vacías para darles un hogar mejor en el que llenar los espacios en blanco construidos. Se me quedó un hilo enganchado y el jersey ya no es más que una tira diminuta. Soy yo la que ahora lo deshace porque descubrí que no me estaba dando ningún calor. </div>
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El ancla me dice que lleva muchos de tus moluscos renqueantes y la dejo estar. Sé que las aguas claras de mi pensamiento consiguen arrastrar en sus mareas cualquier residuo contaminante. Sólo necesitan los ciclos suficientes para recomponerse.</div>
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Hay quien me mira y piensa que mis mayores paradojas tienen que ver con vosotros. </div>
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La realidad es que mi mayor contrasentido soy yo misma.</div>
Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-78664842081821725312019-07-14T13:07:00.002+02:002019-07-15T08:50:45.704+02:00Pareja de ases<div style="text-align: justify;">
La sala al principio tenía el típico rumor suave de un espacio que se va llenando de gente diversa. Al ser un auditorio amplio inicalmente había suficientes espacios vacíos como para que las conversaciones no surgieran inmediatamente. Poco a poco, el murmullo fue subiendo. No sólo por una mayor presencia de gente, si no porque empezaban a intuir que algo raro había. Cada una de las personas presentes había recibido una invitación a un evento relacionado con su campo de trabajo o de intereses de ocio. Todo había sido muy cuidadoso, las formas de llegada también, hasta el punto de que no había levantado sospechas en tanto no se habían puesto a hablar entre ellas allí.</div>
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Porque, claro, no tenía sentido ninguno que en el mismo sitio y a la vez se fuera a dar una charla sobre las autoras del siglo XX, se fuese a proyectar una película independiente de estreno o se fuera a representar una obra de teatro, entre otras cosas.</div>
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De esta forma, unos diez minutos después de que se hubieran abierto las puertas y con el recinto casi lleno, empezaron a oírse algunas voces airadas, otras asustadas y mucho movimiento de gente. En esas estaban, con algunos presentes pensando en salir fuera y pedir explicaciones a quienes les habían acomodado.</div>
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A quienes intentaban salir se les indicaba amablemente, pero con contundencia, que permanecieran en sus asientos y se les aseguraba que nada malo iba a ocurrir. No todo el mundo se lo tomaba de la misma manera, pero estaba claro que quienes custodiaban las puertas estaban bien entrenadas. </div>
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Realmente, no les dio tiempo a montar mucho más jaleo. </div>
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De repente, las luces de la sala se apagaron y surgió un foco de luz que iluminaba el centro del telón. El rumor cambió a un silencio de expectación. Poco a poco fueron sentándose de nuevo todos los presentes. </div>
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Antes de que volviera el runrún, ella y él aparecieron en el foco. Miraron la sala que se percibía llena y, al unísono, dijeron:</div>
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— Sois idiotas.</div>
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Sin mediar ninguna palabra más, volvieron a desaparecer. </div>
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Dejaron tras de sí gritos, protestas, estupor, reclamaciones,... Todo inútil. Las luces habían sido encendidas, todas las puertas estaban abiertas y no quedaba nadie a quien quejarse. Exactamente como cada individuo presente les había hecho. </div>
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<span style="font-size: x-small;"><i>A Joaquín. Algún día...</i></span>Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-36189834.post-76060247512098701452019-06-14T20:27:00.001+02:002019-06-15T18:45:19.044+02:00Sensimental<div style="text-align: justify;">
He puesto por equivocación sensimental al escribirle a una amiga. En el instante en que iba a corregirla me he dado cuenta de que esa palabra no ha sido un error. Es la descripción perfecta. La combinación del roce en la piel que eriza el vello y la alarma mental de que algo va mal. Las ganas de comerte a besos a alguien y los pies tirando a toda velocidad para el otro lado; la razonable certeza de que ese no es el camino con la constatación de que ya estás en mitad del sendero, la elección consciente de una vida mientras siglos de tradición me lanzan sus cadenas para dejarme ciega y sin fuerza.<br />
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Se puede reír y llorar al mismo tiempo. Me puedo ver desde fuera y desde dentro, con desprecio y ternura.<br />
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Intentar conciliar ambas partes ya no es tan fácil porque se escapan de las manos las puntadas dadas y las placas tectónicas de este mundo que soy no son tan estables como pudiera parecer desde fuera. Me canso de dar la imagen de una seguridad y aplomo que rara vez poseo, así como esa sensación amarga de que pocos son capaces de comprender que no soy de temer porque sé colocarme en mi sitio.<br />
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Tener la garantía de que no tendré el tiempo suficiente para ser yo. Tener la incertidumbre de si no soy yo la culpable. Si no lo he sido siempre.<br />
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Y rondando entre tanta sensiblería de culebrón barato, un apego materno que duele como cuchillos que atraviesan la poca carne que cubre mis huesos. Destripar un animal. Ser ese animal. Ser las manos que lo ejecutan. Ya no cabe echarle la culpa a ella porque hace demasiado que comprendí que se trata de mí.<br />
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Mientras, el pesar. Por saberme querida, muy querida. Y vista. No quitarme el remordimiento de ser tan injusta con quienes me aman como la vida pudo llegar a ser conmigo en el instante que me puso en este mundo al que no he pertenecido.<br />
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Se puede llorar y reír al mismo tiempo. </div>
Isabel Sirahttp://www.blogger.com/profile/03196141065651835171noreply@blogger.com1