jueves, mayo 31, 2007

Meme literario II

En respuesta a Palmiralis, dejo mi segundo meme.
Un principio es el de 'El alquimista' de Paulo Coelho, que me marcó desde la primera página. Por desgracia, no puedo reproducirlo aquí porque dejé ese libro y sé que no lo recuperaré, pero me alegro porque sé a quien se lo dí, y no tengo tan buena memoria para transcribirlo.
Otro es: Anoche recibí dos llamadas. Una, de Barcelona. La otra, de Aix-en-Provence. Así es como la vida te agarra por los pelos. De Maruja Torres en Un calor tan cercano.
Un poema...Sabéis que no soy mucho de poemas, pero sí de canciones, que también son poemas. Tendría miles, porque soy muy, muy de música, pero voy a elegir dos de U2: One y All I want is you, que os la reproduzco, por lo que significa para mí, porque la regalé y no la entendieron, porque no puedo escucharla ni recordarla sin que se me pongan los pelos de punta:
You say you want
diamonds on a ring of gold
you say you want
your story to remain untold
but all the promises we make
from the cradle to the grave
when all i want is you
you say you'll give me
a highway with no one on it
treasure just to look upon it
all the riches in the night
you say you'll give me
eyes in a moon of blindness
a river in a time of dryness
a harbour in the tempest
but all the promises we make
from the cradle to the grave
when all i want is you
you say you want
your love to work out right
to last with me through the night
you say you want
diamonds on a ring of gold
your story to remain untold
your love not to grow cold
all the promises we break
from the cradle to the grave
when all i want is you
you...all i want is...you...
all i want is...you...
all i want is...you...
Personajes, Jo y Beth March, porque fui siempre las dos a la vez (ya ves, unaexcusa, sigo con contradicciones), el pastor protagonista de El alquimista; el principito; cómo no, arwen, de El señor de los anillos, y casi todos los elfos, la verdad; Harry Potter, de la saga con su nombre; Archie Jones, de Dientes Blancos, de Zadie Smith; Jane Eyre, de Charlotte Bronte y seguro que muchos más.
Le paso el testigo a Suntzu.

miércoles, mayo 30, 2007

Va de recuerdos

Sentir una presión,
el agua chocar y explotar.
Intento salir una vez más,
siendo fácil la huída,
elegimos esperar luchando.
Abrir paso a bastonazos,
si es necesario,
porque queremos conseguir
aquello que queramos.
¿Por qué es tan difícil?
La vida empezó tranquila,
subí escalones, despacio,
Y ahora llegamos a un punto
en el que no quisiéramos quedarnos.
Respirar, mirar al cielo,
Caminar, hablar cantando
Y no sentir que me ahogo
en un pequeño charco.
4 de Noviembre de 1996
No es que esté hoy especialmente nostálgica, es que, haciendo limpieza, he vuelto a encontrar estos retazos de mi vida que fui hilando durante la carrera y me ha apetecido dejarlos aquí. No era muy buena, pero creo que mi vena poética la llevaba mejor en esa juventud que ya está a más de diez años (lo escribo y ni así me lo creo, me sigo sintiendo demasiado joven). En cualquier caso, estas palabras son reflejos de una situación y una vida determinada que llevaba en esos momentos. Ahora mis planteamientos son diferentes y he aprendido que no le tengo que tener miedo al temor por los cambios. Al revés, creo que si mi vida no hubiera sido tan cambiante no sería lo feliz que soy ahora, ni me habría convertido en el yo que tanto me gusta en este momento.
Lo sé, suena a reflexión barata y condescendiente con una misma, pero será la primavera, será el calor, la ropa de verano o que, por fin, voy madurando, pero me siento feliz de estar aquí y poder recordar sin perder de vista a mi presente.
Roja sangre que, caliente,
corre por las venas azules
de los vivos que creen vivir
sin saber que, cerca,
cerca está ya su muerte.
Entonces, la roja sangre
caliente y a la vez fría
caerá sobre los cuerpos
que inertes esperan su llegada
sin amarlo fuertemente
para no perder una mirada
ni errar en su vida.
Facultad, año 96, aproximadamente
Este texto siempre me ha gustado, por eso he querido dejarlo aquí. No sé qué me lo inspiró, ni por qué me atrae irremediablemente, quizás porque nunca he soportado ni soporto la visión de la sangre. Me provoca una sensación de la llegada de lo inesperado que, a la vez, sabes que es inevitable. No sé, simplemente me gusta...

martes, mayo 29, 2007

Votar


Este domingo he estado en una mesa electoral. He sido representante de la Administración, figura que no sabía que existía hasta este año (así me va la vida). Me ofrecí voluntaria porque pagaban y mi sueldo es un asco (no voy a engañaros), pero también,y aunque parezca extraño, porque me atraía la idea de ver unas votaciones desde el otro lado, ya que, por suerte o por desgracia, cubrí varias elecciones mientras ejercí de periodista.

El día antes tenía unos ciertos nervios en el estómago porque pensaba en mi responsabilidad (adelantar el escrutinio de mi mesa para que, junto los del resto, el ministro o el personaje de turno los anunciara), y porque tenía deseos de ver cómo es una democracia por dentro. Para mí (recalco ese mí) el voto es el primer y más importante paso para que tengamos democracia, para que podamos ser libres, para que podamos expresarnos sin cortarnos por nada que no sea el derecho del de al lado.

Mis nervios crecieron al día siguiente, cuando llegué al colegio que me habían asignado y había otro chico con mi mismo número de representante, en mi misma mesa, y desde nuestro teléfono de incidencias nos decían que eso era imposible, por más que le explicáramos que imposible no era porque había pasado, más bien improbable. Se solucionó al aclararse que fue un fallo humano al pegar etiquetas en los sobres, pero no me imaginé que ese era el preludio del despropósito que es el más básico derecho de la democracia.

Sinceramente pensaba, o tenía la secreta esperanza, que la desorganización, la dejadez de este país no llegaba hasta el pilar de su sistema político, pero es así. Me encontré que, siendo la primera vez en ser representante de la administración y con tan sólo una charla básica sobre lo que no debíamos hacer (organizar la mesa, ayudarles, contestar a sus preguntas, sentarnos en la mesa electoral), lo que me pedían el presidente y los dos vocales eran precisamente todas esas cosas, ante su total desconocimiento de lo que se pretendía de ellos y su fastidio más que visible por perder su domingo dentro de un colegio (les faltó decir que bastante tuvieron de pequeños en semejante lugar de tortura).

Pues sí, resulta que ser miembro de una mesa electoral es una obligación penada con cárcel si se incumple sin motivo, pero para tan importante tarea sólo se entrega un folleto de más de treinta páginas y el encargo de estar allí o tener claro que uno se mete en un lío. Y nada de esquemas explicativos (salvo uno con unos relojes para que se sepa cuándo entrar y cuándo salir) o aclaraciones comprensibles para alguien que lo más que lee es el marca o el hola (porque, no nos engañemos, eso es lo que pasa en este país en una mayoría aplastante de hogares).

A pesar de mi desconocimiento, el ánimo de mis tres compañeros de domingo, que se ganaron el dinero que les pagaron por su gracia, por su interés creciente y por su humor; y la ayuda eventual de algún interventor político permitió que la votación saliera adelante, que impidiéramos algún voto de más (¿la gente no se entera o es que prueba a ver si cuela y vota dos veces a su partido?), y que el recuento fuera rápido y eficaz.

Es decir, una vez más, las cosas salieron adelante por el ánimo de las personas, no por las facilidades que da el Estado. Porque ¿cómo es posible que no se dé ni una mínima charla a quien debe garantizar el ejercicio democrático? ¿Cómo se pretende que alguien que va con desgana a un colegio electoral se empape con 30 páginas de, en ocasiones, farragosas explicaciones sobre temas que desconocen? Supongo que para eso ponen a los representantes de la Administración... Ah, tampoco, que es que no nos dejan decir ni mú para aclarar las cosas.

Sin embargo, pese a este relato, la jornada me pareció provechosa. Primero porque conocí a gente muy maja que no pensaba como yo y que me hizo reflexionar. También me permitió descubrir que hay demasiadas personas que no acuden a votar simplemente porque no piensan que cambie algo, un tema en el que deberían pararse nuestros políticos a ver si caen que los que fallan son ellos.

Igualmente, me permitió ver al emocionado 'votante por primera vez' que casi no sabe si meter el DNI en la urna y darnos el voto o al revés; el señor mayor que insiste en votar, aunque no lleve el carné original y vuelve a casa por él, porque nadie puede impedirle elegir a quien quiere que le represente; quienes te enseñan la papeleta antes de introducirla en el sobre, no sé muy bien si para que le apruebes su comportamiento o para dejar claro que hacen lo que quieren; los niños que piden a sus padres introducir el voto en la urna porque piensan que es algo mágico; y las reflexiones de un compañero que, cabizbajo, reconoce que nunca va a votar pero que hoy lo hará, puede que en blanco porque le has explicado que tú lo haces porque desconfías de todos y piensas que, si todos los descontentos lo hiciéramos, los políticos tendrían que darse cuenta de que les estamos tirando de las orejas.

Es cierto que en este país no hay tradición democrática, y que muchos no saben lo importante que es ejercer este derecho. Es cierto que se debería preparar a la gente que va a las mesas porque, seguramente, así entenderían la relevancia de su presencia. Pero también es cierto que, afortunadamente, seguimos siendo muchos los que creemos en este sistema, incluso con sus fallos, y que hay otros tantos que sólo necesitan que se lo expliquemos para que lo entiendan y tiendan hacia las urnas sus manos.

sábado, mayo 26, 2007

Depp y sus errores

Ayer fui a ver 'Piratas del Caribe, en el fin del mundo'. No os voy a engañar, me gustaron las dos anteriores y tenía ganas de ver la última parte (ahora espero más que nunca que sea la definitiva). Me gustaron porque eran entretenidas, me gustaron porque salía mi Johnny Depp de mis entretelas y porque Orlando Bloom se me descubrió cual elfo reconvertido a mortal y me gustaron porque, definitivamente, soy una romántica atolondrada.


Así que de esta tercera parte no esperaba mucho: acción, unas risas por el histrionismo del capitán Sparrow, algún beso de esos que piensas 'que me den a mí otro' y una resolución de la trama digna, ah, y de paso, unos buenos planos, de esos que quitan el hipo, de cuerpo entero y de cara de Will Turner y el capitán Sparrow.


Pues, mira tú por donde, no conseguí nada de lo que quería. Bueno, sí, acción, mucha acción, a veces sin sentido, a veces imposible de enterarte quién era quién, qué estaba pasando o por qué narices se peleaban, pero mucha acción.


Y ante semejante despropósito de imágenes unidas al buen tuntún me pregunto ¿se puede sabe por qué narices se cargan algo que les daría el mismo dinero si estuviera bien hecha? Qué digo, el mismo dinero no, les daría más, porque conozco a más de uno que habría ido varias veces al cine a deleitarse si la película mereciera la pena.


Ya sé que un estudio de cine es una empresa, que busca ganar dinero, pero, ¡por Dios!, un poco de respeto a los fans.


Ahora se me vienen a la cabeza tantas declaraciones de la Knightley y de Depp diciendo que si hace falta hacen la cuarta, que la historia mola...Y comprendo cada vez más a Bloom que no ha dicho esta boca es mía, o, al menos, yo no lo he oído.


Lo que más me duele es que mi Depp esté metido en semajante bazofia. Porque es mi debilidad desde 'Jóvenes Policías' (mítica serie televisiva emitida por Antena 3 hace demasiados años como para que quiera recordarlo). Porque me encanta lo que haga, a pesar de otros papeles de dudosa calidad (ahora se me ocurre 'La novena puerta', por ejemplo), porque lo veo guapo hasta vestido de mujer, porque es más grande que todo eso.


En definitiva, total desilusión. Y desde aquí hago un aviso a la Disney, si van a hacer la cuarta parte, al menos que se vea monos a sus tres protagonistas (Bloom está pa mojar pan y repetir pero apenas se le ve), al menos así habrá algún motivo para tirar el dinero.

Caricias

Cuando tus dedos rozan mi cuello y le marcan el camino a tus labios, que, trémulos, apenas rozan mi piel para, después, dejar a los dientes marcarme suavemente, mientras bajan hacia mi escote, donde buscan el océano de mi pasión.
Tu boca se entretiene, mientras tus dedos me recorren buscando los lugares que me lleven al paraíso para allí encontrarte y perderme contigo entre los suspiros del amor.
Mis piernas se estremecen y mis manos también te buscan para abrazarte hasta fundirnos en uno solo que siente por dos multiplicado por mil. Los corazones laten al unísono en un ritmo trepidante que nos hace jadear hasta quedar extasiados, pero nunca cansados el uno del otro.
Porque todo vuelve a comenzar.

viernes, mayo 25, 2007

Cuando estamos cerca


Cuando estamos cerca, sólo pensar que nuestras pieles pudieran rozarse remueve mis entrañas y me estremezco. Si tus manos se acercan a mí no escucho, no veo, sólo sueño...Con las caricias.



Cuando estamos cerca, sólo pensar que pudieras recoger distraídamente el mechón que se descoloca me hace suspirar, reprimir las ganas de agarrar tu mano y llevarla a mi pelo.



Cuando estamos cerca y te juntas un poco más, la posibilidad de que nuestras caras se acerquen, nuestros ojos se encuentren, nuestros labios se deseen y se toquen muy suavemente me provoca un suspiro que sale de lo más profundo de mi alma para silenciarse en mi boca, no sea que lo escuches y se rompa el encanto.



Cuando estamos cerca, el vello se me eriza, el corazón se me dispara, la vida pasa más rápido y me gustaría que fuera otro día para saber si te rocé o me rozaste, si te besé o me besaste.



Cuando estamos lejos, sólo pensar que estaremos cerca, que, quizás, podamos tocarnos, que me mires y comprendas, me retuerce en un espasmo por suspirar por el placer que sería estar a tu lado.



jueves, mayo 24, 2007

Pensamientos

Ayer estaba escuchando U2 y me dio por pensar. No es raro ni que escuche a U2, mi grupo favorito, ni que piense, pero hacía tiempo que unas canciones no me hacían descubrir ciertas verdades que me he querido esconder a mí misma.
Para las mentes morbosas escuchaba el último recopilatorio de los irlandeses (¡si ellos supieran cuánto les quiero!) y, de repente, me dí cuenta de que una persona a la que se la tenía medio jurada me dio mucho más de lo que fui capaz de reconocer después de que me hiciera daño. La herida me hizo tapar ciertos detalles, ciertas actitudes que hicieron a esa persona desnudarse delante de mí, darme algo que yo, en ese momento, no supe apreciar porque no le dí importancia.


Esa idea me hizo reconciliarme por fin, pero también me llevó a darme cuenta de la cantidad de cosas que se nos ofrecen por parte de los demás y no somos conscientes de lo importantes que son. Minucias para nosotros que suponen mucha entrega para el que las ofrece, que son parte fundamental de la persona que humildemente, o de forma pretenciosa, nos las entrega para demostrarnos lo importantes que somos en sus vidas.
Porque una canción puede no ser nada o puede serlo todo, e, igual que la música, puede serlo un verso, un libro, una flor, una sonrisa, un roce, una mirada.
He tardado unos seis años en descubrir que no odio a alguien, que soy capaz de perdonar y olvidar, que ya no me importa si le vuelvo a ver o no para recochinearle su forma de tratarme,y ha sido por unas canciones que me recordaron muchas cosas. Hubiera preferido ser alguien que no necesitó esas canciones para recordar y sonreír, en lugar de llorar de rabia.


Meme literario

Lo prometido es deuda y aquí va el mío. Es un pequeño homenaje a suntzu y, como ya me he quedado sin gente para enviárselo, paso el relevo a ilse, ginger y josé manuel díez, a los que no conozco de nada más que de leerlos compulsivamente. Perdonadme.


"Alicia pensó entonces que más le valdría volver al juego y ver cómo se estaba desarrollando, pues podía oír los gritos desaforados de la Reina, que acababa de condenar a muerte a tres de los jugadores por no haber jugado cuando les correspondía su turno, y no le gustaba nada el giro que estaban tomando las cosas, pues todo el juego había llegado en ese momento a tal estado de confusión que era imposible saber cuándo le tocaba a uno su turno para jugar. Así, pues, marchó en busca de su erizo".

Extraído de Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll

domingo, mayo 20, 2007

Mi bici y yo

Mi bici no es nueva, ni flamante y, para muchos, ni siquiera bonita. Es una Torrot blanca que tengo desde los doce años y que, desde entonces, me ha parecido la mejor bicicleta del mundo. Ahora, verbigracia del carril bici -hecho a toda prisa y por motivos electorales, pero al fin, carril bici- la he recuperado, la he sacado del polvo y del óxido que la estaban carcomiendo en su soledad y he vuelto a sentir la misma sensación de vértigo de la primera vez que puse mis pies sobre sus pedales.
Mi bici fue el último regalo que me hicieron los Reyes Magos. En los años siguientes fueron mis padres los que me dejaron los regalos de esa noche mágica. Quizás por eso tiene para mí un significado especial, de paso de la niñez a una madurez ‘pequeña’ que, en mi opinión, me llegó demasiado pronto (lo sé, tengo complejo de Peter Pan).
Pero el que fuera mi último regalo hecho por los Reyes no es el único motivo por el que mi bici es especial. La principal razón por la que siento tal apego hacia ella es porque fue mi primer vehículo, mi primera posibilidad de irme lejos, sin dar explicaciones, sin depender de nadie. Era más grande que yo (lo sigue siendo, no he cambiado mucho desde los doce años) y me hacía sentir más grande, más libre, con el viento en la cara, sin pensar en nadie que no fuera yo, mirando al cielo, viendo los pájaros, las gaviotas que tanto me gustan porque me recuerdan el mar.
De mayor sólo he sentido esa sensación cuando me compré el coche. No soy de correr mucho, pero salir a una carretera, meter la quinta y ver el paisaje pasar a mi alrededor me libera, me demuestra que puedo, con lo que sea, me hace disfrutar.
Por eso ahora, cuando voy al trabajo en mi bici, no pienso en las horas que me esperan, o si estoy donde quiero estar o no, simplemente le sonrío a la vida y dejo que mi mente vague hacia esos años en los que aprendí a bajar de una bici tan grande para mí sin partirme la crisma, comprendí que soy yo la señora de mi vida y descubrí que puedo hacer lo que me proponga si me atrevo, si me lanzo, si pedaleo más y más fuerte.
Te quiero tal y como eres, pero, a veces, me gustaría que fueras de otra manera.

Encuentro

Normalmente disfruto de estar en ciudades en las que apenas conozco a nadie y nadie se interesa por mí. Me gusta esa sensación de individualidad y de poder caminar totalmente libre, sin tener que mirar con quien me cruzo porque tengo la seguridad de que no será un conocido que me saque de mi ensimismamiento.
En esas circunstancias, no echo de menos el pararme a hablar con alguien, el sorprenderme por tropezar con una persona que ya no forma parte de mi vida, pero que está intrincada en ella. Efectivamente, no extraño los encuentros fortuitos, pero cuando aparecen me recuerdan lo bueno que tiene ser de algún sitio, haberse pasado media vida en el mismo lugar.
En estos días, con mi vuelta a la ciudad que me vio nacer, he tenido bastantes de esos encuentros. Todos me han sido gratos, pero algunos, especialmente, me han iluminado la sonrisa y me han tocado el corazón.
A Javi hace años que no lo veía, quizás tres o más. En su época era para mí un amigo de una amiga, un compañero de Facultad con el que echar unas risas y compartir anécdotas de clase. Después de la carrera, las veces que lo he visto hemos profundizado más, me ha mostrado un alma linda. Además, los comentarios de nuestra amiga común durante estos años me lo han acercado y me han dejado aún más claro lo buena persona que es.
Después de tantos años, tropezarme con él por la calle me ha parecido una buena nueva, y creo que su alegría fue igualmente sincera. Ese cariño, del que a veces yo carezco, esa naturalidad en el abrazo, en el cogerme (yo que soy de poco contacto); me redescubren a personas que, como él, saben expresar lo que sienten, no tienen miedo a ser quienes son y compartirlo contigo.
Hablamos del pasado, pero sobre todo, del ahora, de en lo que nos hemos convertido y las circunstancias que nos han llevado a ser lo que ahora somos. Lo vi radiante, feliz, asentado y seguro, aunque, eso sí, con un trabajo que no se lo merece a él, porque vale bastante más de lo que le pagan.
Me gustó encontrarlo porque me gustó saber de él, sentirme cómoda y como en otro tiempo, en el que encontrarme a alguien y tomar algo era una costumbre que casi se convirtió en norma y que me permitió salir de mi caparazón y dejar la timidez por el camino.
Ahora sólo espero volver a encontrarlo, pero, esta vez, sin dejar que el azar sea quien nos cruce en una calle de Sevilla, y como él, a otras personas en las que no suelo pensar a menudo, pero que sé que si las encuentro me aportarán mucho.

sábado, mayo 12, 2007

Mi periodismo

Es curioso que ha sido al dejar de ejercer cuando más me he planteado qué es el periodimos para mí. Supongo que mis reflexiones comenzaron como una necesidad extrema de convencerme a mí misma de que no me estaba equivocando por dejar de lado la profesión que siempre he querido tener y que tanto me llena. Luego, cuando la tranquilidad me llegó al alma y descubrí que mi felicidad, mi respiro y mi vida son más importantes que un trabajo, mis pensamientos hacia el periodismo han variado, pero la reflexión se mantiene.
Ahora que hago otra cosa, algo que, afortunadamente me está gustando, me atrevo a mirar atrás y al presente, al periodismo que me rodea y pensar cómo llegué hasta aquí, cómo pasé de tener la necesidad imperiosa de seguir participando de la realidad a través de mis propios ojos a vivir la realidad intensamente, pero la mía, no la de otros.
La causa está en que no soy una periodista a la moda, soy la periodista que siempre quise ser, no la que los demás esperan. Efectivamente, soy una periodista de calle, no de Parlamento, ni de Ayuntamiento, ni de empresa, ni de asociación, sino alguien que quiere estar cerca del que necesita ser escuchado, alguien que intenta sacar lo que hay debajo.
No soy mejor periodista que nadie, ni siquiera tengo la panacea de la profesión y me equivoqué muchas veces, pero quiero y necesito ejercer a mi manera y con los objetivos que creo que hicieron levantarse al primero que cogió pintura y empezó a plasmar lo que ocurría a su alrededor, por si a alguien le interesaba.
No sirvo para estar en un despacho ni para esperar una llamada. Apenas valgo para mostrarme interesada en algo que pienso que a nadie le interesa y, sobre todo, no estoy dispuesta a dar un titular sin ni siquiera escuchar a quien será la noticia. Y todo eso formó parte de mi vida en mis últimos momentos ejerciendo.
Es verdad que me escudé en jefes inútiles (creo que he sido la española con la media más alta de jefes inútiles por trabajos realizados), en distancias imposibles de personas que quería, en una baja autoestima galopante, pero todas estas cosas ya me atacaron en el pasado y sobreviví. Fue, por tanto, la suma de todas ellas y el desenmascaramiento de hacia dónde estaban llevando el periodismo que amo lo que me convenció de dejarlo todo y tirar para otro lado.
Lo sé, fui cobarde, pero me lo merecía. Me pasé ocho años luchando, por mí y por muchos que, por supuesto, ni se enteraron, y me llegó el descanso del guerrero. Dejé el relevo a amigos que siguen en la brecha, y a ellos les presto mi ánimo.
Sigo queriendo practicar el periodismo, sigo queriendo cambiar cosas, si bien, esta vez, lo haré desde el otro lado.
Y derramaré más lágrimas por haber saltado la barrera, pero no os preocupéis, porque seguiré siendo periodista, escribiendo y peleando por lo que creo.