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domingo, abril 11, 2021

Claros y nubes

Consciente.

De cada célula de su cuerpo, del roce de la ropa en la piel, el suelo bajo sus pies, su propio peso, qué siente.

Una sonrisa se dibuja, sutil, en su rostro. Los ojos, con nubes tristes que van y vienen, a ratos cerrados para apreciar(se) con más claridad. La respiración que se calma en ese estado, la mente que logra parar unos segundos y de ahí la sonrisa.

Saber que es hogar y comprender que quiere a alguien que sea hogar. Un hombre. Tener muy claro que, desde niña, ha sido su propio puerto, que la felicidad está igual de presente en su soledad. Aceptar que ahora, después de más de un año sin abrazos, quiere ese regazo en el que descansar la cabeza, ese cariño entre unos brazos que miman.

Tener la fuerza de decir no. Diez años de aceptación del deseo del otro, la propuesta del otro que son muchos, de sentirse vacía tras haber pensado que sería suficiente, que es el aperitivo antes de un plato principal que no ha llegado por ahora. Quizás porque sus ojos y su tacto estaban posados sobre esos entrantes que se convirtieron en el todo ausente que tenía.

Recordar el abrazo con hueco donde descansar el peso sobre sus hombres, el sostén en las piernas en que reposaba la cabeza para dejarse acariciar el cabello. Demasiado tiempo sin esa serenidad de carantoñas, caricias en ambos sentidos. 

No es lo mismo querer sola que acompañada.

Está segura de que no buscará un hogar que ya tiene. Tiene claro que encontrará esa otra intimidad que anhela.

 Para Freya, cuya conversación y escucha permitió nacer este texto.

sábado, noviembre 14, 2020

Cuando él toca el piano

 Desde ese rincón, desde el que busca protegerse, de la noche, del dolor, de la sangre; observa. Contempla la oscuridad que se cierne sobre ella, hasta que la luz resquebraja tímida y con fuerza las tinieblas desde ese punto en su pecho que cree detenido desde milenios.

Sin embargo, nunca dejó de palpitar en ámbar vivo, en lava ardiente e inocua que la recorre y calma los estremecimientos del miedo ancestral que se enraíza en ella, por más que arranca una y otra y otra vez las malas hierbas.

Vibra con aquella melodía improvisada y la esperanza avanza a través de la tristeza. No pierde las lágrimas. Encuentra el arcoiris en ellas y puede seguir, así, mirando esas nubes negras sin olvidar la calma después de las múltiples tormentas que la arrasaron.

Siente el abrazo tierno y protector con las notas que tiemblan en la punta de sus dedos y necesitan salir y ser libres, sonar libres, compartirse por el aire infinito y llegar a los corazones sensibles a ellas. Hay quien no sabe escuchar y hay quien escucha aunque no quiera. 

La lágrima roza el labio entreabierto entre el sollozo y la sonrisa de comprender la compañía, la protección, a veces proveniente de ella misma, a veces de unos brazos amigos. Sigilosos se acercan para dar consuelo, ser el paraguas que refleja la luz interna.

Ahí también reside su belleza.


Para Jetro Molina. La inspiración llegó desde las yemas de sus dedos acariciando las teclas.


domingo, octubre 16, 2016

Esperas

Mira, hay alguien que hace cola.
Mira, un niño llora aburrido
mientras resuenan pitidos
que con la espera acaban.

Mira, muchas mesas vacías.
Mira, las sillas estallan
bajo el peso de la congoja
silente salida salivada.

Mira, y quien otorga, calla.
Mira, no dejes de mirar
porque es tu vida, allí
la que pasa.

Haiku I




Árbol inmóvil
el viento no te toca,
sólo silencio




martes, agosto 09, 2016

Resonancias

Suena el mar en mí
como la luna refleja la mirada.
Retumba la marea en sangre,
mientras amaneceres desbordan la calma.

Olas que van y vienen
                        atrapan mi pensamiento
en momentos donde, por fin, aparezco.
Agua, querría ser, eterna.
Continuo cambio que es inmóvil permanencia.

Bombea la sangre periódicamente
sin dejar de ser de vida, recipiente,
porque ser mujer es eso:
Ser
porque ser yo es tenerlo:
Querer.

lunes, mayo 16, 2016

Amar amor

He sido el primer amor de dos personas.   
Perdí la virginidad con quien la perdió conmigo.
Quité la virginidad en más de un sentido. 
Amé como si fuera eterno. 
Lloré cuando terminó como si aquello no tuviera sentido. 
He tenido mariposas en mi estómago, 
en mis labios se colgó la sonrisa tonta 
sólo por oír en el móvil tu sonido.
He andado sobre el suelo porque
el amor me dio alas.
He creído firmemente que sólo viviría contigo.
Me han dolido las palabras que querían decir adiós,
he sangrado por tus silencios y
llovido lágrimas de olvido. 
He sido éxtasis, pasión, derrota y sinsentido. 
Me han regalado la luna, robado el corazón, hecho añicos la razón 
y convertido en baile mi camino. 
Dolió a gritos hasta que el silencio barrió lo vivido. 
Y a pesar, y con todo, 
sólo pienso que, si vuelvo a amar,
quiero que sea así, con alma, corazón, alas, 
sin ningún miedo al vacío.

sábado, abril 23, 2016

Armadura

Día a día
el metal cubre,
en derredor, mi cuerpo
para formar la armadura
que me proteja.
Mientras, intento
derrumbar, desde dentro,
las piezas
del sistema.
Este juego requiere
reglas nuevas.

domingo, agosto 10, 2014

Encontrar mi mirada.

Quiero empezar a mirarme
y, por fin,
verme,
descubrirme
y ser.
Atreverme a mostrar todas las yo
que bullen en el vacío que ahora me llena.
Quiero encontrar mi mirada en mi propio cuerpo.
Recorrerme y saberme mía,
Aceptarme.
Quiero mirar al mundo,
aprender,
enseñar quien soy sin miedos ni quejas.
Estar aquí dentro y
allá fuera.
Quiero encontrar esa mirada que me diga:
ésta también es tu casa.
Sin que hagan falta palabras.
Quiero mirar adentro
Y saber
que ya no habrá nada que despierte mis miedos
y me devuelva,
descalza, a la Isa insana.

Dedicado a Xose, quien me dijo que escribiera 'la otra parte' y está, siempre, aún en la distancia.

viernes, abril 11, 2014

A veces, sólo yo

A veces. Sólo yo…
Respiro y siento el aire
que llena mi espíritu de fuego
A veces. Sólo yo…
Huyo hacia esos rincones
donde mi vida desaparece en sueños
A veces. Sólo yo…
No sé dónde esconder la ira,
a dónde mandar el miedo
A veces. Sólo yo…
Grito en un aullido sordo
que inunda lo que deseo
A veces. Sólo yo…
Porque no queda nada,
Ni mis propios restos.
Sólo un latido incesante
que me agita, me revuelve,
me deja exhausta y sin aliento.