martes, noviembre 14, 2006

Paranoias

Luces infinitas,
que acompañáis mi alma
¡cómo amo vuestro calor!
Convertistéis mis pasos
en redoble de hilos
de soldados fuertes
ganadores sin temor.
Dulce caliz entrañable,
que sentí en mis labios.
Amarga lucha su lejanía
Sol crepuscular
que le mande la savia
tomada por mí aquel día.
Alimento de mi alma
iluminado por singular rima,
aquella que las luces mandan
inscritas en los círuculos de la vida
que le acercaron a casa,
hogar cambiado a mejor
por el líquido cristalino
y frágil que me diste.
Dolor abandonado sin más
por felicidad alboreada,
pasé entre sus pasos
y pisé sus pisadas
hasta sentirme seguida
por áquel que seguí.
Volviendo atrás miré,
¡oh, luces infinitas,
brillastéis para mí!,
encontrando aquel cáliz
que sin prisas bebí
dulce, entrañable,
sólo su partida fue infeliz.
Amor loco y tranquilo
jamás confesado antes,
verdadero anhelo vibrante
camino que seguiré en vivir
sueño hecho realidad
jamás pensado antes,
Cristalina mirada
en prisión de oro
y plata, atadura
incierta, así creí.
Al volver sobre mis pasos
con los suyos me vi,
ojos atentos interrogantes
por los que vivo ahora
y la bruma lo oculta
pero yo lo siento
y confío en amar
aquello que perseguí.
Febrero o marzo, 1996.
Esta es la prueba de que topito Medel y Baudelaire tienen graves efectos secundarios en quienes les hagan caso. Afortunadamente, nunca quise ser poeta.

miércoles, noviembre 08, 2006

Vivienda digna

El otro día vi en el telediario una protesta de una plataforma por la vivienda digna. Se encadenaron a un barril de cemento y a unas farolas frente a la Generalitat (creo, o de la presidencia, no estoy segura) porque se celebra en Barcelona un salón inmobiliario. Me pareció una buena protesta: pacífica, llamativa, contundente y breve (no tanto como les hubiera gustado a algunos, porque la policía tardó un rato en desencadenarles).
Me gustó esta forma de pedir una solución al tema de la vivienda, porque no fue violenta y dejó claro que los jóvenes hemos llegado a nuestro límite. Y resalto lo de que no fue violenta porque, últimamente,demasiadas manifestaciones juveniles acaban en contenedores quemados y tiendas arrasadas (da igual el motivo de la marcha), dando una imagen irreal de quiénes somos.
Porque los jóvenes, esa masa a la que miran con un cierto desdén desde la clase política y económica de este país, somos algo más que una materia informe. Somos millones de personas a las que les está llegando el momento de decir basta, porque pase con los sueldos irrisorios, los contratos basuras, que te pidan cinco masters para repartir pizza, pero ya no podemos aguantar que, además, quieran que nos independicemos y paguemos unas casas que casi no pueden permitirse ni los millonarios (porque hay que tener millones de euros para comprarla).
Ahora que ha cambiado mi situación y voy a tener un trabajo para toda la vida he empezado a plantearme seriamente lo de comprarme una casa, pero al mirar cómo está el tema casi se me quitan las ganas hasta de buscar.
Y es que nos han inculcado que somos una sociedad de consumo, que tenemos que tenerlo todo, pero luego algo tan básico como un techo bajo el que vivir lo ponen fuera de nuestro alcance, con unos precios que no es que no pueda pagar una persona sola, es que o empiezan a formarse tríos en este país o sin ese menage à trois no hay quien tenga donde meterse.
Pero eso a los políticos les da igual, lo que quieren es que procreemos para que ellos tengan garantizadas sus pensiones (de nosotros ni se acuerdan) y supongo que querrán que criemos a nuestros hijos en la calle, literalmente, y sin la presencia de sus progenitores porque ellos (nosotros) están/estamos atados a la silla de la oficina de por vida.
Ante este panorama, no sé cuál es la solución, pero me gustó que la petición de los jóvenes por una vivienda digna que podamos pagar, mientras otros se forran con el urbanismo, haya sido algo más que una noticia de refilón.

lunes, noviembre 06, 2006

Rabia

Rabia que me consume, que rezuma por todos los poros de mi piel, se me pega, imposible de eliminar. Rabia, contra todos y contra nadie, dirigida a nada y que contra nada puedo dirigir porque no hay motivo, no hay causa. La rabia se instala en mi vida y me hincha la vena del cuello, me deja sin voz, me asfixia poco a poco, sobre todo porque no puedo descargarla, ¿contra quién podría hacerlo, si nadie se merece tanta y tanta rabia?
Puede haber un motivo o muchos, las injusticias del mundo, las mías, pero hay momentos en los que sólo queda esa rabia con la que no sé qué hacer. Rabia por estar esperando, rabia por tener que esperar, rabia por no hacer tantas cosas que se pueden hacer para mejorar tantas otras, rabia por estar rabiosa y siempre rabia, rabia, rabia y más rabia.
Pero casi la prefiero, porque su ausencia trae el sentimiento de culpa, la opresión en el pecho, primero imperceptible, siempre sin sentido. Puede que sea culpable de vivir, pero no encuentro ningún otro motivo por el que podrían acusarme de nada, o todos, si lo quisieran.
Es más fácil decir que hacer, si no toda esa rabia ya estaría fuera, desviada, suprimida, sustituida, canalizada hacia sentimientos o acciones más ¿humanas?
Puede que también esté ahí porque no escribo, o porque no hablo. ¿Puede uno sentirse culpable por hablar demasiado y hablar demasiado poco? Habría que estudiarlo, habría que encontrar los secretos que tengo guardados y que ni yo misma conozco, o dejarse llevar y pensar que tanta rabia es la respuesta a un objetivo alcanzado. ¿Acaso no ha sido la ironía la constante en mi vida? Quizás alcanzar una meta descubra otras nuevas que eran más importantes y no las había visto, ni las enfoco ahora. O sólo estoy cansada y la rabia ocupa el espacio dejado por el exceso de trabajo.
O, simplemente, después de 30 años, aún no he aprendido a apagar la voz que, con cuatro años, le preguntaba a mi madre cómo podía desconectarla de mi cerebro.

domingo, noviembre 05, 2006

Más Panamá


Aquí dejo otra fotillo más, esta vez de las calles de Panamá City. La verdad es que me encantó la ciudad y todo, casi casi hasta me gustó el calor húmedo agobiante...Bueno, creo que eso no me gustó. Si os fijáis bien, en esta plaza, llamémosla 'De limpiabotas', uno de ellos se está echando la mejor siesta de su vida, o eso parece.
Lo que está claro es que he abierto nuevos horizontes y ya quiero recorrer la vieja Europa y el Nuevo Mundo. A ver si lo logro.