miércoles, octubre 31, 2007

Retazos

Mi vida está llena de pedacitos de ti. Y ni siquiera pretendo borrarlos. Quiero continuar sintiéndolos, viéndolos, recordando. Quiero mirar a mi alrededor y saber que estuviste aquí, ahora, cuando continuas, y más tarde, cuando posiblemente ya no estés y no pueda verte, oírte, tocarte.

Es difícil alejarse cuando aún te sientes cerca y sabes que lo estarás por mucho tiempo, cuando alguien te agarra. Sin embargo, aunque tú no cortas mis alas, no las despliego al completo cuando estoy a tu lado y ahora necesito volar tan alto que la única compañía que puedo permitirme soy yo misma. Espero no ser como Ícaro, o, tal vez, en este intento pierda algo más que mis alas, la oportunidad de despertarme junto a ti cada mañana.

Sin embargo, este tiempo de espera quizás lo único que hace es prolongar una partida que hace tiempo me ronda y me llama y me despierta en las noches para intranquilizar mis días. No podré decir cuándo se produjo el cambio ni qué provocó la llamada, tal vez porque esta parte también esté construida de pedacitos de ti y de mí, de retales de una historia que nos amarra quizás equivocándonos en una defensa a ultranza.

Quiero y no quiero, estoy segura e indecisa y todo esto parece servir únicamente para que mis trozos se claven en tu alma y te hagan aún más daño del que jamás pretendiera. Porque quizás pude evitarlo y no supe cómo, porque quizás fue inevitable y no supe cuándo, porque vernos es un dulce placer y un profundo dolor, porque necesito calma.

Y ahora reúno pedacitos y ya no me salen las lágrimas.
Imagen de Alexandre Costa, extraída de www.olhares.com

domingo, octubre 28, 2007

Sobreviviré

Y, ¿qué más da que la vida corra y tú creas que estás parado cuando hay quien te demuestra que es mentira?Una mente en blanco puede hacerte dudar, pero, afortunadamente, muy afortunadamente, hay muchas personas alrededor que son un gran apoyo y un gran impulso.

Por eso hago mía una canción, una palabra, un himno y una consigna: Sobreviviré.

Creo que si Gloria Gaymour levantara la cabeza estaría orgullosa de mí, como yo lo estoy de vosotras, y me permitiría este descarado robo de una canción que siempre consiguió levantarme la moral y que dos personas maravillosas (para qué ocultarlo: paqui y jesús) hasta me consiguieron en portugués para que la gritara en todos los idiomas posibles.

Sobreviviré habla del desamor y el amor, pero, para mí, habla de que siempre me levantaré, las más de las veces, porque hay alguien (vosotras) que está ahí y me dice que solo hay que elevar el cuello, la cabeza y tirar para arriba.

Sobreviviré...

Porque hay amistad, y días azules tras la lluvia, y tormentas con rayos, truenos y centellas.

Sobreviviré...

Porque lo he hecho siempre y no he dejado que nada me pare ni me trabe en la lucha por alcanzar mi meta.

Sobreviviré...

Porque "al principio me asusté, estaba petrificada", pero ahora "tengo toda mi vida por vivir"...

... Firs time was afraid, I was petrified

Keep thinking I coudn't never lived without you by my side...

La llegada del otoño siempre me pone un poco melancólica. Los días son más cortos, empieza a refrescar y apetece meterse debajo de una manta. Este otoño, especialmente, me apetece retrotraerme, aislarme del mundo, quizás porque ya me siento un poco sola.

La verdad es que, desde el final de la carrera, me he pasado estos años dando saltos, cambiando de ciudad, y, sin embargo, es ahora cuando me estoy dando cuenta de lo que pierdo, cuando estoy sintiendo saudade, como dirían los portugueses. Hay quien traduce esa palabra por melancolía, pero, para los portugueses, es mucho más, es esa melancolía que enraiza en el alma y que tiene mareas como el mar que baña gran parte de Portugal y que les dio su época de esplendor con las colonias...Pues sí, siento saudade de vosotras, que estais ahí, a pesar de los mil kilómetros, y espero que mi casa (cuando de verdad sea mi casa y mire al mar, porque lo hará) se convierta en vuestro puerto de refugio en verano, invierno, primavera y otoño, para que tengais donde amarraros y yo os pueda sujetar, como vosotras me habéis sujetado tantas veces y seguís haciéndolo...

Entonces, no creo que sea tan independiente como parece (que lo mismo ni lo parece) porque prefiero depender de personas con las que puedo hablar un buen rato y echar unas risas y soltar unas lágrimas, a mirar a mi ombligo y olvidar que el resto existe.

Vosotras existías, y por mucho que mi felicidad (una parte) esté lejos de Sevilla, ya sabeis que mi corazón os tiene reservado un gran hueco que no se va a cerrar nunca. No disfrutaré de los sábados con vosotras, de las cenas en el vips, de las pelis en el Nervión... Pero sí las disfrutaré, aunque sea a través de un ordenador.

En el fondo, creo que me gusta el otoño...


Este texto lo he rescatado del blog que compartimos suntzu, amniotic y yo. Es del año 2006, si no recuerdo mal. Ahora estoy cerca, pero sigo pensando que sobreviviré una y otra vez.

La capoeira y yo





Este año he encontrado mi deporte. Más que un deporte es un hecho cultural diferencial, una forma de vida y, para mí, significa una lucha por ser libre, por no sentirse preso de la propia vida, incluso en la esclavitud. Hablo de la capoeira.



La capoeira es un arte marcial afrobrasileño que surgió en el siglo XVI como respuesta de los esclavos negros a la prohibición de sus amos portugueses de practicar cualquier deporte y, por supuesto, cualquier forma de lucha o defensa personal. Para poder mantener sus costumbres, defenderse y descargar tensiones estos esclavos comenzaron a mezclar sus artes marciales con música y bailes que camuflaban el fin último de los ejercicios: poder pelear.



La primera vez que oí hablar de la capoeira fue hace cuatro años en boca de una amiga que me la recomendó para aliviar el estrés que me producía estar en paro otra vez. En aquella época, por cuestiones económicas y de paseos para arriba y para abajo por España (para buscar trabajo, para ver a mi novio) no me apunté y, posteriormente, tanto el trabajo como el estudio de las oposiciones me impidieron comenzar a practicar este arte marcial.



Por eso, cuando hace unos seis meses descubrí que en el gimnasio donde voy a nadar se impartían clases de capoeira no lo dudé y me inscribí. No voy a mentir, aprender capoeira es duro, máxime cuando parece que los elementos se han alineado contra mí y por culpa de la operación de miopía y la lesión en la rodilla he acudido a las clases de forma intermitente. Sin embargo, desde el primer día supe que ya nunca iba a dejar de jogar capoeira, que había encontrado algo que me permitía acercarme más a mí misma y compartir algo con un grupo de personas que merecen la pena.






Realmente no sé explicar qué siento cuando escucho los primeros acordes de la música que acompaña la práctica de la capoeira, ni cómo salta mi corazón cuando presencio una roda protagonizada por quienes llevan años aprendiendo, creciendo, enseñando capoeira. Pero lo cierto es que me ha llegado al alma e, indefectiblemente, la capoeira y yo estaremos unidas de por vida... El que llegue a ser una buena capoerista es ya otro cantar...




Las fotos, hechas por mí, pertenecen a una de las clases impartidas por Soldado.


Crecer entre las hojas caídas del otoño para demostrarle al invierno que no podrá con nosotros.

Soñar de nuevo

De nuevo con los ojos empañados de las ansias de vivir contempla una vez más el mundo bajo una luna que se entretiene en depositar su tenue luz sobre la tierra adormecida y mecida por los suaves cantos de la voz que surge de la boca bajo esos ojos que brillan y aún se sorprenden ante sí mismos.
Le gustaría mirar al lado y encontrar a quien debería estar allí, pero hace tiempo que dejó de saber quién es esa persona que acompañaría sus pasos trémulos, firmes, deseosos, rápidos o lánguidos según el momento. Aunque parece que ya no le preocupa porque prefiere mirarse dentro y descubrir otros sentimientos escondidos bajo el manto de la preocupación externa hacia todos los que quiere y quiso.

Aprender a leerse de nuevo, a entenderse en la soledad de sus pensamientos y vuelos siderales por mundos que no se habían perdido definitivamente, si bien se habían marchado hacia recónditos lugares desde los que palpitaban cada vez con más fuerza, hasta explotar en mil colores y sonidos que no consiguen acallar las miradas empañadas de pasión, si no reprimida, sí adormilada.

Pero las segundas oportunidades existen y no siempre tienen que fallar, aunque el suelo bajo los pies no parece dar la seguridad que se esperaba de él en momentos como este. Toquetea, da vueltas, resume y reitera palabras, pasos, caricias, sueños, miedos, sensaciones, dudas, pensamientos y caminos que no sabe si son uno solo o son todos los que podría haber tomado, los que puede tomar y que permenecen a la espera mientras la indecisión se hace fuerte en la superficie y en la profundidad del alma bate un mar cada vez más poderoso que quizás salga por donde menos se espera, para desbordar los cauces que todos debemos habernos marcado para sobrevivir a nosotros mismos.
Imagen del Pedro Casquilho extraída de www.olhares.com

viernes, octubre 26, 2007

Para Kupe, y final

Me quedaba cumplir con la segunda parte de la petición de Kupe, una foto de mi lugar favorito. Eran dos, el primero, por si no la vistéis, era más que un sitio unas personas: mis compañeros de desayuno.
El segundo sí es un lugar.


Esta es la piscina a la que voy a nadar. Elegí esa esquina porque en las dos últimas calles que se ven es donde se imparte el cursillo de natación al que comencé a ir cuando llegué a Sevilla. En él, además de mejorar mi estilo nadando (no os hagáis ilusiones, sigo haciéndolo bastante mal) he encontrado a gente estupenda, con la que he compartido muy buenos momentos, algunas risas y, ahora, amistad.

Puede que sea un poco raro que mi lugar favorito tenga que ver con el agua, que me da miedo y en la que me angustio. Pero es que nadar me permite relajarme, olvidarme de todo, sólo pienso en mí, en mis movimientos, en mi respiración, en que puedo ir mejorando poco a poco. Realmente nadar es para mí un desafío personal, y, aunque somos varios los que hemos dejado el cursillo (por nuestro ex profe, que tenía confianza en nosotros y en nuestra capacidad para mejorar solos y por los horarios) y, por tanto, no nos vemos tanto, la piscina sigue siendo para mí un lugar especial, de desconexión, de encontrarme conmigo misma.

viernes, octubre 19, 2007

Melilla, seis años después. Mis lugares

Mi casa. En ella pasé dos años de los tres que viví en Melilla, en el segundo piso, sin ascensor y con techos tan altos que cuando vas por las escaleras te crees que vas a un sexto por lo menos. El segundo día de mudarme bajé todo un tramo de escalones con el culo y la espalda... Pero me encantaba y me encanta.



La playa por la que he paseado en innumerables ocasiones sola o acompañada. Apenas tomé el sol en ella, iba más que nada a mirar al mar, a despejarme y sentir la brisa. El agua no está muy limpia porque Marruecos cerró tanto su puerto que más que el mar es casi un lago.


El Palacio de la Asamblea, que no el ayuntamiento porque Melilla es Ciudad Autónoma. Si las sumara, aquí dentro fue donde más horas pasé, fijo. Después estarían los periódicos en los que trabajé y, por último, mi casa. En mi tercer o cuarto Pleno, por balancearme en una silla antigua acabé en el suelo con tal estruendo que se giraron todos los diputados...Como siempre, marcando hitos.




Este edificio está al principio de la avenida principal, por la que se pasea para arriba y para abajo porque poco más se puede hacer en esta ciudad. Bueno, también se pueden dar vueltas y vueltas sin sentido con el coche por toda la ciudad. Tardas unos quince minutos en recorrerla entera.




Al puerto fui muchas noches en las semanas antes a mi partida, para ver salir los barcos y soñar que iba en ellos. En estos sueños me acompañaba alguien con quien me fui de Melilla y con el que he vivido grandes experiencias. Ya sabéis, Melilla me quitó y me dio el amor (si no lo sabéis leed la entrada anterior a esta, que tampoco cuesta tanto).


Son muchas más las imágenes por poner, ya las iré dejando por aquí, para que veáis que merecen la pena las personas y los lugares de Melilla.

Melilla, seis años después. Las personas.


He aprovechado el puente del Pilar (que alargué un día) para volver a la ciudad que me hizo adulta; que me empujó a la madurez (y no sabéis como); que me hizo reír a carcajadas y llorar hasta quedarme sin lágrimas; que me permitió perder el amor y encontrarlo de nuevo; que me mostró que hay gente que vale aún más de lo que yo creía que alguien podía valer; y me descubrió los cielos más claros y la luz más bonita que he encontrado nunca. El pasado fin de semana me fui a Melilla.

Melilla es una ciudad modernista, norteafricana, agitada de tantas culturas que acoge en sus trece kilómetros cuadrados. Es un lugar inhóspito y terriblemente hospitalario; cerrado y abierto al extraño; lleno de contrastes, lleno de vida. Cuando llegué allí estaba asustada y emocionada, sin saber que encontraría a algunos de mis mejores amigos (que estarán siempre, siempre) y que aprendería tanto que, seis años después y con tan sólo tres de haber vivido allí, es la ciudad que más menciono, que más huella me ha dejado. He tardado seis años en cumplir una promesa de volver que pesaba sobre mí, y he vuelto porque una de mis amigas está embarazada, porque ella y otro amigo van a ser padres y no podía perdérmelo... Otra cosa más que agradecerles, porque haber vuelto ha sido lo que necesitaba en este preciso momento.

No sabría por dónde ni por quién empezar para explicaros cómo tanto tiempo después me he sentido en mi casa, en mi hogar, como si el día antes hubiéramos compartido cualquiera de las innumerables esperas que sufrimos a las puertas del Salón Verde, nos hubiéramos tomado nuestra 'patata preñá' en el Casino Militar o hubiéramos salido a bailar a 'La vaca' (pena de la pelea de las dueñas y su posterior cierre). No he podido ver a todos a los que deseaba abrazar y escuchar, pero todos los que he visto eran prácticamente imprescindibles y me han devuelto como nunca la sonrisa, la alegría, el saberme perteneciente a un grupo que es el mío, que creamos juntos, que construimos hombro con hombro.

Volver a Melilla me ha demostrado, una vez más, que mis puertos no son ciudades, sino personas. Que me siento arraigada a amigos que son mucho y no a raíces terrestres ni culturales, porque ha dado igual que los hubiera visto hace un año, hace tres o hace seis, hemos conversado y nos hemos reído (volví a Sevilla con dolor de cara) con la misma confianza que si nos hubiéramos visto ayer.

De los padres de la criatura qué puedo decir. Me han acogido en su casa (preciosa, preciosa, qué buen gusto que tenéis), me han escuchado mis paranoias, me han contado sus anhelos, me han preparado una dorada al horno que, por lo menos, pesaba tres kilos (¡ni sabía que este pez podía ser tan grande!), me han llevado a comer a un restaurante chic... Me han seguido queriendo, aunque hacía tres años que no los veía.
J., como siempre, ahí, con la mano tendida, el hombro presto, la palabra adecuada, la sonrisa preparada, si es que es mi mejor amigo. Somos un matrimonio de viejo por lo bien que nos conocemos, porque pasa el tiempo y creo que seguimos entendiéndonos (a pesar del malentendido que me pesa porque le fallé, sí, lo hice, pero creo que lo he podido arreglar). Eso sí, es malo, muy malo, que sólo me presentó a los chicos nuevos y las chicas se deben haber quedado pensando que soy una femme fatale... Aunque, quizás me hizo un favor...
Ellos tres han sido mi columna vertebral en mi vuelta a Melilla, los que me han vuelto a abrir la ciudad que dejé atrás, a la vez que me han incluido en la nueva Melilla, la de gentes que no conocía, pero que, igual que ellos, me han hecho sentir como en casa.

A ellos los quiero y apenas se lo digo, quizás nunca pronuncié esas palabras frente a ellos, pero siempre intento demostrárselo, porque son parte de mi nucleo, de lo que soy, y, muchas veces, ejemplos a seguir.
Sin olvidar que ha sido más que un viaje al pasado un viaje a la cima de la autoestima. Porque me quieren mucho ellos tres y N., que no paró de piropearme, de decirme lo que mejoré con la edad siendo la misma, sin haber cambiado de cara...
Siento no haber podido dar más que unos minutos a A., M. y R., porque no he podido ver a sus familias, que son como la mía porque ellos me adoptaron, protegieron y empujaron a ciertos abismos cuando hizo falta para que me enfrentara a mis miedos, convencidos como estaban de que superaría la prueba (y Dios sabe que superé muchas).

Y L., increíble, seis años después, apenas cuatro conversaciones en ese tiempo, encuentros imposibles y fue como siempre. Nunca comprendí muy bien cómo pudimos conectar tanto, siendo tan diferentes, y como seguimos en contacto, porque cuando nos presentaron él era el mejor amigo de mi novio, pero es cierto, podemos hablar como hermanos, como amigos de siempre, porque no dudo que siempre seremos amigos.

Fueron cuatro días intensos, cuatro días de reencuentros y nuevas presentaciones, de descubrir que el pasado ha dejado de ser un fantasma, porque ahora mi Melilla es la actual, la de quienes me reciben con los brazos abiertos y me buscan excusas para volver una y mil veces.

jueves, octubre 18, 2007

La mejoría de mi pierna

M. Jesús me pidió una foto de mi tendón 'pato de ganso' para que os quedara bien clarito que la caída en bici sí que fue pelín chunga (y no sólo graciosa). Pero soy muy despistada, y he tenido unos días de mucho ajetreo. Conclusión: mi tendinitis ha desaparecido. Pero como no me gusta no corresponder una petición y, total, mi rodilla sí que sigue mala (me duele algo, pero la estoy reforzando con deporte, vamos, como si yo necesitara algún empujón para practicarlo), he decidido colgar la foto de todas formas.

No tengo photoshop ni nada de eso, así que no la he podido tratar ni poner flechita ni nada, pero el moratón y la tendinitis los tenía justo debajo de la rodilla hacia el lado derecho (parece un poco amarilla la zona aún). Ah, y lo sé, tengo unas piernas horrorosas y unas rodillas feas, feas. Me da igual, refutan mi teoría de que, por mucho que se lleven las delgadas, la delgadez no es bonita (que conste que yo me siento estupenda).

miércoles, octubre 17, 2007

Un año juntos


Nunca pensé que llegara hasta aquí tan pronto. Un año. Doce meses. 365 días de escribir, de volcar mi pensamiento sobre este espacio que creé en otras tierras, en otras circunstancias... La verdad es que este blog ha cambiado tanto como mi vida. Empezó siendo un espacio reducido para que mis amigas, las que estaban lejos, supieran de mí, compartieran conmigo nevadas, experiencias, viajes, a pesar de la distancia.

Sin embargo, poco a poco, se fue convirtiendo en algo más, en mi sitio para dejar que mi mente fluyera, dar constancia de mis sentimientos, mi lugar para dejar volar la imaginación, para buscar refugio, para compartir vivencias... Y conforme iba creciendo el blog, poco a poco os habéis ido sumando más, lectores silenciosos o comentaristas habituales, compañeros de fatigas, curiosos, personas que conozco o desconozco, pero que os habéis convertido en parte de mi vida.

Siempre fui bastante desconfiada de internet, no pensé que se pudiera conocer gente que valiera la pena por aquí ni que fuera el sitio indicado para intentar publicar, escribir pequeñas historias que tengo en la cabeza. Sin embargo, en este año de blog he descubierto que hay muchos (vosotros, claro ejemplo) que merecen la pena, que escriben bien, que se atreven a decirte las cosas y que son respetuosos con lo que diga, estén de acuerdo o no. Y descubrí que internet también es un medio para que la gente conozca que escribo, que lo intento, que me gusta...

Y hasta tal punto ha llegado mi enamoramiento con el mundo blog que ya me pasan cosas que pienso 'esto para el blog', si estoy varios días sin publicar me entra cargo de conciencia y si alguno de los habituales no da señales de vida en un tiempo, me preocupo.

Así que, gracias por estar ahí, gracias los que me animáis para que siga aquí y bienvenidos todos los que queráis echar un primer vistazo y os lleguéis a sentir tan a gusto como para quedaros.

Espero que este sea el primero de muchos, muchos años... Así que os toca aguantar el tirón...

jueves, octubre 11, 2007

Para Kupe, primera parte

Hace unos días Kupe me pidió una foto de mi lugar favorito. A lo mejor ella pensó que era algo fácil, pero se equivocaba. Tras leer su comentario me quedé un rato pensando y es que, me he movido tanto en los últimos años, me he sentido tan extraña en tierras propias que, al principio, no lograba encontrar un sitio al que me gustase acudir, en el que estuviera cómoda.
Pues bien, no hubo que pensarlo mucho, en realidad, para que dos espacios se me vinieran a la mente. La primera imagen iba a ser de la mesa en la que suelo desayunar entre semana, pero han cerrado el bar hasta nuevo aviso y, además, me di cuenta de que mi lugar no es la mesa, son las personas con las que la comparto.

Así que, aquí va la foto.


Estos son mis compañeros de la dirección provincial. No estamos en la misma oficina, sin embargo, desde que nos conocimos en los cursos de formación que nos dieron al empezar a trabajar he dejado la soledad de mis desayunos para compartirlos con ellos. Falta una, por causas ajenas a su voluntad, pero son todos los que están: encantadores, divertidos, comprensivos, cada uno de un lugar... La verdad es que hacía tiempo que no encontraba en mi ciudad gente que se pudiera convertir en amigos, como ellos ya lo son para mí. Aunque, como véis, pasaron un poco de mí y casi nadie posó para la foto...

En fin, Kupe, que aún queda una segunda parte que espero mostrarte en breve.

domingo, octubre 07, 2007

Tercera petición

La verdad es que Unaexcusa no me lo ha puesto nada fácil. Me gusta la fotografía, pero me temo que no tengo ojo, así que, después de pasearme por el parque María Luisa, tirarme al suelo incluso para encontrar mejor ángulo y que todo el mundo se dé cuenta de lo pirada que estoy, los mejores resultados que logré son los que a continuación veréis.

Pongo varias fotos, y no sólo una, porque no me decidía y porque pensé, juntando varias malas, pues que se crean que es una buena je je.

Aquí está la última que la hice y creo que la más lograda. ¿Hay algo más otoñal que las setas?
Ésta me gusta porque para mí es como la tristeza que me trae el otoño, la soledad en la inmensidad del mundo... (lo sé, la foto no es tan buena, pero es lo que me hizo pensar la imagen).


Este es un intento artístico, que no quedó del todo mal, ¿no?


Y, por último, las hojas.


sábado, octubre 06, 2007

Amigos y niños

Hoy estoy superfeliz. Lo estaba ya desde esta mañana, y cuando he salido esta tarde sola, con mi música en el mp3 (Emilie Simon, Mika, U2, Rufus Wainwright y muchos más), el sol este de otoño con esa luz tan primaveral, también lo estaba. Pero, al volver a casa, estaba mucho más feliz. El primer motivo, meramente superficial y tonto, por eso lo pongo el primero, es que he encontrado una edición de Peter Pan en inglés que no es bonita, pero sí leíble (he visto algunas en las que me iba a dejar los ojos).
Sin embargo, la razón de mi sonrisa más pronunciada, de la ligereza en mis pies han sido dos encuentros que, sinceramente, me han llegado al corazón, me han tocado el alma, especialmente el primero.
Ahí que iba yo con mi musiquita, cantando tranquila (sí, canto por la calle, me da igual lo que piensen los demás, me parece más normal que hablar con esos pinganillos de los móviles con los que la gente va a gritos mirando a los demás) cuando me fijo en una chica que venía hacía mí. Dudo, centro los ojos, me concentro y, efectivamente, es ella, una compañera de facultad que hacía dos años que no veía. Bueno, compi de facultad y antes de instituto, una de las personas más dulces y tranquilas que he conocido. Bella por dentro y por fuera.
Nos hemos reconocido y nos hemos parado. Ella iba con un chico de unos diez años y con un bebé ¡que era suyo! Ni sabía que tenía pareja, ni que estaba casada y allí estaba, delante de mis ojos con su pequeña Lucía de ¡tres meses! preciosa, guapa como su madre. Me ha dado una gran alegría, me ha llenado de felicidad verla, feliz, igual y diferente a la vez... Y soy tan capulla que no le pedí el teléfono, pensando que ella tenía el mío... Idiota que soy, pero espero que sí que tenga el mío y que llame, porque apenas pudimos hablar y quiero que me lo cuente todo, verla más veces como amiga y como madre...
El segundo encuentro fue también raro, porque se produjo justo cuando la otra persona pensaba en mí (aunque eso es algo que me ocurre a menudo, llamar a alguien que me estaba llamando y cosas así). Era una compi de natación que dio a luz hace dos semanas. Llevábamos días intentando coincidir porque yo quería ver a su niño y a ella, porque ese pequeño es sobrino del cursillo de natación, ya que lo vimos crecer dentro de su madre (que por cierto nada mejor que yo con embarazo y todo...)y porque es una mujer encantadora y no quería perder el contacto. También estaba guapísima y su niño es la cosa más linda que he visto, eso sí, pequeñín pequeñín, ¡tan frágil me pareció! Aunque seguro que sale fuerte como su madre ¡y deportista! Me he ido de paseo con ellos y ha sido estupendo.
Así que hay motivos más para añadir a la lista de cosas para ser feliz: los reencuentros y los hijos de las amigas... Vamos, lo difícil va a ser ponerse triste.

viernes, octubre 05, 2007

Instinto maternal

Me encantan los niños. Me gusta jugar con ellos, contarles historias, que vengan y me cuenten sus cosas... Desde siempre. Y el sentimiento es mutuo. No sé si es porque notan que me gustan, o quizás me gusten porque yo les agrado a ellos, el caso es que si hay niños cerca de donde estoy, o ellos o yo nos juntamos, hasta el punto de que, en ocasiones, he vivido situaciones un poco extrañas porque me han llamado mamá con sus madres delante y, claro, es difícil de asimiliar que tu propio hijo insista en llamar a otra madre, mientras a ti se te queda cara de flipe.
El caso es que, aunque me gustan los niños (son el futuro, la inocencia), no quiero tener hijos propios. Nunca diría de este agua no beberé y mi aseveración no es tajante, porque sé que el mundo da muchas vueltas y puedo acabar siendo madre, pero, en principio, no entra en mis planes quedarme embarazada y parir ni a corto, ni a medio, ni a largo plazo.

Y todo esto viene a colación porque ayer, una vez más, relacionaron que no quiera tener hijos con que no me gustan los niños y con que no tengo instinto maternal y que 'ya me llegará ya, que el reloj biológico tira más que nada'. Y estoy harta, estoy harta de que piensen que el sumun de la felicidad de una mujer sea ser madre. Veréis, no niego que debe ser una experiencia preciosa, que te cambia la concepción del mundo y que es un privilegio que seamos nosotras las que podamos llevar en nuestro seno una nueva vida. Pero que a estas alturas del mundo hasta los más progres sigan pensando que si no eres madre no te completas me parece muy triste.

Pero es que, además en mi caso tengo un gran instinto maternal, algunos de mis amigos dicen que hiperdesarrollado, algunos psicólogos afirman que llega hasta el complejo de querer solucionar los problemas de todos los que me rodean. Me preocupo por los de mi alrededor, intento protegerlos cuando creo que están siendo atacados, me tienen allí cuando están enfermos, los apoyo en sus proyectos... y si eso no es tener instinto maternal, que venga Dios y lo vea, sin olvidar cómo me gusta cuidar de mis sobrinas, enseñarles cosas, reñirles si hace falta para que sean grandes personas.

Por eso me parece muy triste que se me mire como a un bicho raro, como si estuviera desnaturalizada y sea una insensible simplemente por expresar una opción de vida. Porque ser madre o no es una elección, que no implica que odies a los niños o que los veas una carga. En mi caso simplemente quiere decir que me queda mucho por hacer y por ver y sé que, si soy madre, me centraré en eso, en ser madre y dejaré muchas cosas de lado porque entiendo que cuando tienes un hijo debe ser tu prioridad, para que crezca en todos los sentidos.

Y sí, que habrá quien me diga que ser madre no te impide vivir el resto de tu vida, pero, vamos hombre, no nos engañemos, ¿vivimos en una sociedad en la que realmente se facilite la conciliación de la vida familiar con la personal, no ya laboral? Pues no, y, encima, si eres madre y quieres ser profesional sigue pareciendo mal en muchos ámbitos, entonces hay quien se intenta convertir en una superwoman, que, por supuesto, acaba derrotada.

Por eso, insisto, me encantan los niños, me emociana que mis amigas, hermanos, conocidos, tengan hijos y se les iluminen los ojos al tenerlos en brazos por primera vez, me encanta cogerlos, hablarles, escuchar sus primeras palabras, ver sus primeros pasos, contemplarles crecer, pero me niego a que sea el que finalmente tenga hijos o no lo que me defina como mujer.
Imagen de Nuria, extraída de www.ojodigital.net

Cosas para ser feliz

El viento que te da en la cara, te revuelve el pelo y te hace sonreír pensando que, una vez, creíste que ese aire podría llevarte al fin del mundo.
El olor a hierba mojada, que empapa tus sentidos y debe llevarnos a la primigenia del ser humano, cuando todo era verde y naturaleza, no había ruidos, no había coches, no había sociedad que oprimiera.
El sol que se esconde entre las ramas, con luz más tenue, a la vez más brillante, que deja un rastro que seguir, sensación de eternidad.
Los niños jugando, corriendo, sonriendo, siendo niños, sin malicia, sin ideas dadas por la tele, sólo ellos y su pensamiento y su mano que se alarga para coger la tuya, aunque no los conozcas, sólo sus ojos brilantes, brillantes, brillantes que hacen brillar los tuyos.
Las olas, el mar, la marea que va y viene, como tú, que vas y vienes y has descubierto que tampoco vas a parar nunca.
La luna, llena, creciente, menguante, nueva. La luna que siempre está ahí, que te arrastra y tira de ti, que te influye sin saber cómo, pero que eres tú, que soy yo.
La música, que te llena, te alegra, te empuja al baile, seguir el ritmo, danzar alrededor del mundo, siempre, sin parar; cantar a grito pelado.
El beso, la caricia, el roce, el abrazo que apenas te atreves a dar pero que hay quien da, gracias por estar ahí, quienes dais abrazos, quienes expresais lo que sentís, porque me habéis enseñado.

jueves, octubre 04, 2007

El reposo y yo

Pues aquí estoy, en mi tercer día de reposo domiciliario, más harta que la mar y pensando, ¿con qué podría yo actualizar el blog, ahora que tengo tiempo libre? Pero, claro, tengo tiempo libre en el que no he podido hacer nada porque estoy en casa con la pierna en alto, así que me he decidido a contaros mi experiencia con el reposo.
Veréis, estar en casa puede estar bien, y seguro que más de uno de vosotros que se habrá tragado alguna de las trombas que han caído estos días, me dirá, y te quejarás y todo, cacho perra, pero es que una cosa es quedarse en casa porque se quiere y otra distinta que te obliguen. Porque a mí me encanta leer, y ver pelis y trastear por internet y dormir, pero es que los elementos se han decidido a no facilitarme nada, nada la vida y las cosas no han salido como planeaba cuando me mandaron el reposo.

Lo primero, precisamente AHORA no me apetecía quedarme en casa pensando, porque no quiero pensar. No os voy a contar otra vez mi vida, pero por el tono de algunos de mis últimos post os habréis dado cuenta de que estoy en un momento así, de esos confusos. Así que estar tirada sin poder salir no era una opción para mí en estos momentos. Porque sí, he estado pensando y sí, no he llegado a ninguna conclusión clara.

Lo segundo, me había yo frotado las manos pensando ¡a dormir! Es decir, nada de madrugones, nada de acostarse superpronto (yo es que soy más de trasnochar), nada de prisas después de comer sin siesta para ir a hacer cosas. Pues míra tú por donde que tampoco he podido dormir. Mi comunidad de vecinos, tras meses de parón, ha decidido que esta semana era el momento para retomar las obras en las escaleras y poner mármol por no sé dónde, pero que sonaba aquello como si me estuvieran martilleando la cabeza. Y, claro, los obreros no iban a empezar a trabajar a hora prudente, no. Desde las ocho de la mañana hasta las 10.30 para fastidiarme de verdad. A eso se une que me he acostado tarde, porque me ponía a ver pelis y luego, de tanto pensar con tanto reposo, no me podía dormir... Vamos, que creí que iba a hacer una cura de sueño y más bien tengo cara de 'La novia cadáver' (por cierto, os recomiendo esa peli de Tim Burton).

Tercero, podía haber dedicado mis horas a leer... Si hubiera tenido algún libro para leerlo. Y diréis, ¡haberte comprado alguno! Claro, muy listos, pero os recuerdo que no puedo salir de casa y, mirad, de mi padre me fío para muchas cosas, pero para comprarme un libro... es que ni encargándole uno concreto, que luego no lo tienen y vete tú a saber qué pilla. Así que me he dedicado a leer...vuestros blogs, que más de uno habrá acabado harto de mis comentarios, y eso que me he controlado, porque con tanto visitaros os habría hecho alguna que otra corrección... (que no, que es bromita, humor de convaleciente).

Cuarto, podríais decirme que descansar viene bien, no ir a la oficina, desconectar, quitarse de obligaciones... Sin embargo, para una persona que va al gimnasio cuatro días en semana, dos horas mínimo al día, de repente estar sin poder pegar saltos ni patadas (ay mi capoeira de mis amores), sin moverse por el líquido elemento... Vamos, que me estoy subiendo por las paredes, por Dios bendito que se me cure la pierna de una vez....

Y eso que hoy he tenido que salir... a hacerme un análisis de sangre, ¡con lo que me gustan! Primera salida en tres días (eternos) y es para que una tipa se descojone de mí porque me pongo a temblar en cuanto noto que me acercan la aguja (no lo veo, giro la cara porque sino corro el riesgo de desmayarme). Ah, y también he tenido que ir a pagar el gimnasio ¡al que no voy porque estoy de reposooooooo!

En serio, mañana mismo pido el alta, porque, si no, voy a empezar a mirar por la ventana a ver si descubro algún caso policial que me permita entrener mi mente y olvidarme de mi cuerpo, sobre todo de mi tendón 'pata de ganso', y ¡pobre del que quiera hacer algo ilegal frente a mi casa!
Primera imagen de la película 'La ventana indiscreta', segunda de donación de sangre.

martes, octubre 02, 2007

Y llegó el otoño

Ha caído la primera tormenta en Sevilla y me ha golpeado en la cara la llegada del otoño. El primer aviso fueron las terrazas de verano cerradas, que me dejaron un nudo en el corazón. Y ahora estas cuatro gotas con sus respectivos rayos, que han bajado la temperatura, me despiertan en una nueva estación. A mí el otoño me entristece un poco, como ya dije en la página de unaexcusa, aunque este año intento resistirme a la melancolía que siempre me provoca. Por el contrario procuro recrearme en las hojas ocres que van poblando los árboles, el viento que choca contra mi cara y me revuelve el pelo (esto siempre me recuerda a una persona que me dijo que qué más da que me despeine, y me siento guapa...); el calor bajo una manta leyendo uno de esos libros que me tocan el alma...

El otoño es tiempo de cambios y quizás a mi vida le lleguen unos cuantos, que sólo el tiempo dirá si son buenos y malos. Lo nuevo asusta, lo viejo te retiene, las sonrisas pueden congelarse, el corazón quizás tiemble...

Probaré a que me guste el otoño, porque también tiene su magia, porque incita a la pausa, a la reflexión y también al movimiento, al cambio. Porque ya decidí ser feliz y voy a serlo.

Segundo encargo

A falta de mis sábanas preferidas, en realidad una funda de edredón nórdico, que dejé en Asturias (como tantas cosas) pensando que mi vuelta sería en breve, aquí dejo mis segundas sábanas preferidas...Vamos, deben serlo porque en casa de mi madre son las que siempre busco, no sé muy bien por qué, la verdad, porque bonitas no son... Y luego están las que me gustaban de niña, pero esas me las hurtó mi hermana pequeña, y supongo que ya estarán en la basura...
Bueno, lo dicho, que va por ti Dooddle.
Está claro que a mí no me enseñaron a hacer camas en la Marina.

Primera petición

Va por ti, Nils...Y le tapo la cara para que no intentéis robármelo, je je.

lunes, octubre 01, 2007

Otro meme entretenido

He leído un meme en la página de Dooddle y como me ha gustado se lo he tomado prestado. Se trata de que vosotros me pidáis que haga una foto a mi 'algo' favorito (un lugar, una prenda de ropa, un libro...) y las cuelgue aquí. Así que, ya sabéis, estáis todos invitados a hacer vuestras peticiones, que, además, me servirán para practicar mi olvidada fotografía. Eso sí, hago como Dooddle y dejo claro que me reservo el derecho de admisión de peticiones.
A ver qué sale...