domingo, enero 24, 2010

Calma


Y por fin llegó a mi espíritu. La calma, el sosiego, la paz, la tranquilidad. Pocas veces me he sentido tan dueña de mi vida y esa posesión de mi destino es la que me lleva a acompasar mi respiración a un paso tranquilo. Podrá cambiar todo o permanecer inmutable en mis decisiones, pero ya no importa tanto, porque lo que importa es que soy yo, por y para mí, la que ha escogido y está escogiendo. Dan ya igual las miradas ajenas, los deseos externos y la sonrisa salta a mis labios porque es cierto.


Para alguien como yo, siempre en movimiento, lucha, dicotomía..., ser consciente repentinamente (aunque el proceso haya llevado meses) de que ya estoy aquí, quieta pero aún en busca (la inquietud que nunca pare) es un verdaderamente nuevo sentimiento... Terriblemente agradable. Me escucho a mí misma y no me reconozco, aunque también sé que soy más yo que nunca. Como pasar las páginas de un libro nuevo que se te hace increíblemente conocido porque las palabras son tú. Pues ahora, las ideas son yo, los anhelos son yo, las decisiones son yo.




Ahora siento en mi interior la marea calmada del mar que moja la orilla con una caricia cuando las tempestades se han alejado definitivamente... Y no digo que no vendrán otras. Pero la próxima vez ya sabré que estoy en puerto seguro... El mío.