lunes, enero 29, 2018

Juegos vespertinos

Podría esperar una vida entera a que las cosas encontrasen su lugar, porque nada parece en su sitio.Yo sí, estoy, en mi espacio, ése que no deja que los demás entren a pisotear los suelos recién fregados y donde las caricias parecen de acero cuando no son pedidas. O no. Puede que todo esté en su lugar y sea yo la salida de cuadro, de las líneas por donde colorear. En los dibujos no fui tan mala, pero seguir las líneas de escritura siempre fueron un problema, hasta cuando venían marcadas.

En cualquier caso, permanecer en el estado de expectación es, quizás, el recurso de los peter pan más perdidos que sus niños porque son en realidad adultos a media jornada que en la otra mitad les gustaría coger el chupete y echarse a dormir en la cuna, arropados por una mano cariñosa.

O no.

Puede que la madurez que representó toda mi niñez y juventud reviertan en un tiempo loco y sea como un extraño caso del señor Button pero en continuo envejecimiento y con la celulitis empezando a campar a sus anchas en mis glúteos, por muchos esfuerzos que ponga en mantener tersa una piel que no rodea más kilos de los que rodeó el resto de mi vida.

O, tal vez, y sólo tal vez, me esté inventando toda una historia simplemente para reorganizar la que me dieron predestinada aquel caluroso día de hace unas décadas, cuando me decidí a salir por puro aburrimiento y no necesidad. Por necesidad ni me habría tomado la molestia de nacer. Al fin y al cabo no existe ninguna meta ni objetivo que tenga mi vida, más allá de pasar aquí los años que me correspondan intentando no ser demasiado dañina. Especialmente para mí.

Así es más fácil acampar a unas anchas muy estrechas y contemplar los atardeceres que me recomendaba mi oculista, en un romántico intento de mantener mis cansados ojos lectores, sanos el mayor tiempo posible. Como si leer menos fuera una opción. Observar cómo se oculta el sol sí que lo es. Y se puede hacer en la más absoluta soledad sin sentirse pequeña, porque para diminuta, la razón que tengo para estar en movimiento como si fuera yo la tierra que gira alrededor del tiempo que es el astro rey de nuestras vidas.

Sin embargo, no quiero consuelos cuando el sentir ya es suficiente motivo para comprender que en la cabeza habita mi alma, pero es mi corazón el que bombea las ideas que la nutren.