viernes, junio 14, 2019

Sensimental

He puesto por equivocación sensimental al escribirle a una amiga. En el instante en que iba a corregirla me he dado cuenta de que esa palabra no ha sido un error. Es la descripción perfecta. La combinación del roce en la piel que eriza el vello y la alarma mental de que algo va mal. Las ganas de comerte a besos a alguien y los pies tirando a toda velocidad para el otro lado; la razonable certeza de que ese no es el camino con la constatación de que ya estás en mitad del sendero, la elección consciente de una vida mientras siglos de tradición me lanzan sus cadenas para dejarme ciega y sin fuerza.

Se puede reír y llorar al mismo tiempo. Me puedo ver desde fuera y desde dentro, con desprecio y ternura.

Intentar conciliar ambas partes ya no es tan fácil porque se escapan de las manos las puntadas dadas y las placas tectónicas de este mundo que soy no son tan estables como pudiera parecer desde fuera. Me canso de dar la imagen de una seguridad y aplomo que rara vez poseo, así como esa sensación amarga de que pocos son capaces de comprender que no soy de temer porque sé colocarme en mi sitio.

Tener la garantía de que no tendré el tiempo suficiente para ser yo. Tener la incertidumbre de si no soy yo la culpable. Si no lo he sido siempre.

Y rondando entre tanta sensiblería de culebrón barato, un apego materno que duele como cuchillos que atraviesan la poca carne que cubre mis huesos. Destripar un animal. Ser ese animal. Ser las manos que lo ejecutan. Ya no cabe echarle la culpa a ella porque hace demasiado que comprendí que se trata de mí.

Mientras, el pesar. Por saberme querida, muy querida. Y vista. No quitarme el remordimiento de ser tan injusta con quienes me aman como la vida pudo llegar a ser conmigo en el instante que me puso en este mundo al que no he pertenecido.

Se puede llorar y reír al mismo tiempo.

miércoles, junio 12, 2019

La periferia de la pradera

Había muchísimas cosas de las que había renegado. Para ser sincera, poco del resto de su vida había sobrevivido, ni siquera en parte. Tabla rasa se quedó corta hacía una década, cuando dio el salto definitivo con un nuevo nombre y una nueva nacionalidad.

No es que ella hubiera sido parte, ni siquiera pasiva, de los desmanes que desafortunadamente pusieron a su país en los mapas. Había participado con tesón en la resistencia. Pero ese tesón en la lucha colectiva también lo había utilizado para acabar con una genealogía demasiado tosca. Rechazaba de donde venía porque allí era donde más daño le habían infringido. Físico y moral. Más que en las detenciones por sus actividades revolucionarias.

Sin embargo, allí en ese instante, contemplando un paisaje tremendamente conocido comprendió que lo llevaba en la sangre. La periferia de la pradera había sido el hogar del que careció en su casa. 
En esos campos de las lindes de la ciudad de la infancia había encontrado el oasis en un desierto aterrador plagado de alimañas. En ese espacio de desterrados se encontró siendo social, libre, ella. Había tenido una familia.

Sus acompañantes no se atrevieron a decir una palabra de la sonrisa. La primera que le habían visto en 30 años. 

Para David, que me regaló el título.

viernes, junio 07, 2019

Encuentro

Enlazaban las palabras igual que las ideas. Volaban raudas cual gaviotas en mar brava. Surgían todas las ramificaciones que volvían al tronco originario aportando nueva savia. Se fundían estrellas fugaces cargadas de halos formados por millones de puntos neuronales. 

Las descargas eléctricas podían sentirse en kilómetros a la redonda, pero sólo por aquellas dispuestas a tocar suelo y realidad, en lugar de perderse en el vacío masificado. Era un universo en expansión a vista de tierra, sin peligro de extinguirse, porque el tiempo adquiría la dimensión simultánea que nos negamos en nuestro día a día.

Era hogar y era nuevo. Era de siempre y era recién encontrada. Testigos que daban guion sólo por detallar la circunferencia que se iba convirtiendo en una espiral sin fin, huracán que no arrastra. 

Podría haber durado toda la vida. Puede haber durado la eternidad. La historia es relativa.