martes, abril 25, 2017

Fotografía

A veces miro mi retrato y yo no estoy.
Veo una mujer que sonríe y unos ojos que están tristes.
Veo una cara que se gira a la cámara sobre un cuerpo delgado.
Veo a alguien ajeno que me mira.
Me mira y yo miro esa foto que es un autorretrato sin retrato.
Un autorretrato sin alma.
Un autorretrato sin mí.

martes, abril 18, 2017

Muerte suspendida

El tiempo de la muerte es el no tiempo. Queda en suspenso la vida de quien muere y de quien comparte el momento de la muerte. Porque el que debería ser un instante se prolonga al infinito en una agonía maquinada y con drogas. Queda un cuerpo que llaman vivo cuando la persona se fue. Queda un cuerpo que vive artificialmente y, por tanto, no vive, porque no es vivir que respire una máquina, que el corazón lata por estar dopado, que los riñones esparzan su veneno mientras, desde fuera, siguen intentándolo... Intentan procurar una vida que no es tal. Ya no existe quien fue, sólo hay carne y huesos y sangre derramada dentro, y sangre que bombea porque la obligan, y ojos que no ven ni podrían hacerlo, y cerebro que no es intelecto, sólo maraña de vísceras. 

Apenas aprendemos a vivir. 

Ni nos enseñan ni nos dejan morir. 

viernes, abril 07, 2017

Hogar

A veces mi propia casa me da miedo. El silencio que debiera ser paz se convierte en atronador apunte de ausencia. Las corrientes son voces que susurran a mi piel. La oscuridad transforma la noche en sombra. Recorre el espinazo un escalofrío que me endereza. Miro a mi espalda para verme reflejada en la habitación dormida. Dura la sensación lo suficiente como para pensar en las sábanas como refugio. Como cuando era niña y creía que la manta me protegería de cualquier ataque. Allí debajo era mi mundo. Como todos los que guardaban los libros que leía. Hoy soy adulta. Me niego a correr bajo la colcha, pero corro. Corro dentro de mí hasta el rincón donde mi infancia sigue agazapada. Mientras, mis pupilas se dilatan y me sorprendo con movimientos que pierden naturalidad. Lavarme los dientes pasa de automático a consciente. Me pienso. Te pienso a ti, posibilidad inexistente incorpórea sin identidad, que sirvieras de equipo porque dos son más que uno y se puede luchar contra cualquier cosa. Desaparece el fantasma que eres y resurjo yo, meditada. No tiene sentido temer a mi propia casa. Respiro. Suspiro por las elecciones que me llevan a ser valiente. Tomo aire por la cobardía que sé reside en mí, mientras todos los demás no la veis. Acepto. Camino hacia la cama. Deseo que sea una noche tranquila. Suplico porque venga el sueño.

miércoles, abril 05, 2017

What's up

He mirado tantas veces tu perfil que la gastada es la batería de tu móvil. La foto se ha quedado ajada, como esas postales antiguas que el tiempo amarillea.
He mirado tantas veces tu perfil que sé de memoria los contornos de tu nombre, cada letra de tu estado y la caída griega de tu nariz.
He mirado tantas veces tu perfil que las palabras se han agotado y ya no me queda nada más que decirte a la cara. 
He mirado tantas veces tu perfil que podría recitar de memoria cada perfección de tu rostro, cada defecto de tu piel, cada pensamiento que te nubla.
He mirado tantas veces tu perfil que el vacío se ha instalado para quedarse. Nada más que hablar a esos ojos infinitos en los que soñé ahogarme para entrar, por fin, en tu recuerdo.

He mirado tantas veces tu perfil que para mí, te has borrado.

lunes, abril 03, 2017

Hoy

Cayó el lunes con desgana sobre las espinas de las rosas sin flor. La raza no dejaba lugar a dudas. Era primavera, aunque las nieves se acumularan en las puertas de entrada, así los chavales conseguían paga extra. Olía como huelen las abuelas que ejercen. Por eso el tacto era demasiado delicado como para escudarse en los dientes. No parecía lo que era, porque la niebla llora cuando te marchas sin decir adiós. Aún con todo, lograste subir la persiana y encontrarte con el edificio que no deja pasar al sol. Tampoco impide las miradas inquisidoras tras los cristales. Piensas. Merece la pena arrancar el primer coche y dejar aparcada la moto. Será más difícil que te caigas sobre las cuatro ruedas en movimiento como hélices helicoides. Supiste de esta forma que el sabor agrio no cortaba la leche. Pero la mantequilla no estaba bien batida y los pedazos resonaban al caer contra el mármol. De puntillas, las estatuas siguen contemplando tus andares de gata sobre la pasarela. No tiene fin, porque termina el día que la mano ha caído sin peso. 

Cuando te quisiste dar cuenta, es martes.