Me he vuelto a equivocar. Esta semana de sueños agitados ha provocado otro error a cometer contigo. Y no paro. Debe ser que no aprendo a cerrar bien las puertas y tampoco sé seguir mis propios consejos. Ahora sé que no te tenía que haber llamado. Menos mal que luego no te localicé.
Porque en el fondo, aunque sea MUY en el fondo, sé que, digas lo que digas, nada va a cambiar, porque tú, que tanto me repetías que no me decías 'te quiero' porque lo demostrabas, no actuaste, no lo demostraste, porque una pareja somos dos y yo ya había tomado una decisión, según tus palabras, o así lo entiendo yo. Y, esto, ¿nunca se te ocurrió pensar que, precisamente, porque una pareja son dos tú podías haber hecho algo? Debe ser que no, que una pareja somos dos que están dentro de mí, porque si no, no se entiende.
Pero te llamé, y me volví a equivocar. Porque te volví a hacer un daño innecesario, y es que ninguno sabemos explicarnos el uno al otro, y porque el teléfono no es el mejor método para algunas cosas. De otro lado, no puedo evitar, a veces, ese regusto amargo de algo que quedó por hacer o por decir o por explicar. Porque te diría muchas cosas, pero puede que sólo sirvan para hacer daño, y te aclararía qué no debes hacer nunca para no dañar a otra persona, pero otra persona será distinta a mí y, espero que esta vez, más parecida a ti y no te ocurra otra vez lo mismo, no nos ocurra otra vez lo mismo.
Debe ser que repito problemas, y me vuelvo a emperrar en cosas por las que debería haber pasado de puntillas, una vez marqué firme mis pasos. Aunque puede que esta vez haya aprendido, haya conseguido marcar a fuego en mi piel que las imágenes de mis noches, vívidas y tan claras como las reales, no pueden ser la guía de mis palabras diurnas, porque son precisamente y nada más que imagénes provocadas por mis sentimientos, es verdad, pero también por el remolino de sucesos que me ocurren cada día, por el cansancio, el resto de preocupaciones, las palabras oídas antes de dormir...
Así que creo que no volveré a hacerlo. Que se acabó tanto juego macabro que sólo consigue hundirme un poquito más en un barro del que estoy intentando salir desde hace ya demasiado tiempo como para no darme cuenta de que no me puedo equivocar tantas veces seguidas. Prefiero ni pensar qué puedo estar haciéndote a ti.
Esta semana me acostaré relajada. Me pondré música alegre y suave que calme mi cabeza y le diga a mi cerebro que el mundo es de colores, para que mis sueños se tiñan con ellos.
Imagen obtenida en www.bocadosderealidad.files.wordpress.com