viernes, febrero 01, 2008

Desayuno


Echo de menos los desayunos del fin de semana. Cuando eran compartidos y nos sentábamos tranquilamente, y tú te habías levantado antes (el resto de días siempre madrugué más) y estabas trasteando en la cocina para preparar el zumo, tostadas o habías bajado para sorprenderme con algún dulce que sabes que me encantan. Tardaste mucho en llevarme el desayuno a la cama. Cinco años. Siempre fuiste de ritmos tranquilos, especialmente cuando se trataba de mí, cuando se trataba de nosotros.


Incluso ahora has sido, estás siendo de ritmo tranquilo. Demasiado tranquilo, porque de tanto esperarte al final te perdí de vista en el camino y tuve que continuar, sigo sola por estos senderos que no sé adónde me llevan. Casi de un día para otro miro hacia delante y no percibo esa mano en la mía, esa casa que iba a ser frente al mar costase el tiempo que costase, esa compañía que serías tú para siempre... El amor es eterno mientras dura, es lo que siempre supe después de mi primera desilusión con alguien. Sin embargo, había creído, estaba convencida de que esta vez iba a durar eternamente.


Y ahora hecho de menos los desayunos, la preparación de un fin de semana que escasas veces estaba exento de planes. Alguna excursión, visita a la familia (la mía quedaba demasiado lejos), comidas o cenas con amigos, charlas interminables porque, eso sí, contigo pocas veces hubo baile. Pero no importaba, o trataba de que no importase hasta que eso también comenzó a pesar demasiado como para dejarlo de lado.


¿Era nuestra vida o era la tuya vivida por dos personas? Eso es algo que no he podido dejar de comenzar a plantearme cuando he empezado a descubrir que la mía, mi vida, está llena de muchas cosas que durante años han estado relegadas a un punto oculto de mi ser para no recordarlo demasiado, para no echarlo de menos.


Debe ser que no se puede tener todo. Y ahora me elegí a mí. Porque por mucho que intentemos huir, nunca podremos hacerlo de nosotros mismos, y porque por mucho espacio que pudiera tener dentro de nuestra pareja, en realidad dejé de tener el sitio que quería.


Espero que el sol que he ganado con la mudanza acompañe mis sábados y me permita disfrutar de mis mañanas sola, sin extrañar nada, y sin olvidarlo tampoco.
Imagen de blogdecocina.com