domingo, julio 22, 2007

Revoltijo


No me gusta cuando no sé lo que siento, cuando la centrifugadora se pone en marcha en mi interior para no dejar tranquila mi alma ni un instante. Centrarse en algo es imposible porque el caos que inunda mi corazón se rebela contra mí para arrastrarme a las profundas corrientes de la duda, el desamparo y a la calma espanta.

Ser feliz llena de tristeza no es una contradicción, entonces, porque se trata de la esencia de un ser que sabe quien es, y que, sin embargo, muchas veces duda de la existencia de otro yo situado al girar la esquina quien espera, deseoso, que cambies de dirección para mostrarte otra vida, no mejor, simplemente distinta.

Es dulce saber que estás a mi lado, pero el amargor me atrapa cuando no sé si estoy al tuyo. No porque no quiera, no porque no lo intente, sólo por no saber adónde me estoy dirigiendo, tal vez porque estoy anclada en el mismo sitio sin saber que mis piernas se mueven hacia ninguna parte, en tanto mi mente no descansa tranquila ni en las noches, incesantes de sueños, pesadillas, espejismos sin remedio.

Quisiera arrancar las ideas de mi cabeza, para vaciarlas en un pozo tranquilo en el que reordernarlas sin miedo a dejar nada en el camino. No tomar decisiones sin haber consultado a la luna para asegurarme de que mis ojos vislumbran el final de la noche oscura en la primera estrella de la aurora.

Escribir sin parar hasta quedarme exhausta por el vacío que se ubicara en mi espíritu, y, así, parar la máquina que me llena de dudas, contradicciones, pensamientos encontrados y que ha enredado mi casa hasta no saber lo que siento.

viernes, julio 20, 2007

Recuerdos

Siempre quise saber quien soy realmente y quizás por eso nunca lo supe ni lo sabré. He pasado demasiado tiempo de mi vida buscándome en cosas vanas, en las que he encontrado mentiras, verdades a medias de mi ser perecedero e inútil y no he sabido entenderlas.
Entre los árboles caídos, el viento silbando alrededor o luchando con la corriente submarina o superflua, de ideas o no, me pierdo y me perdí y me perderé para encontrar la nada que soy, el todo que llevo dentro y que derramo lentamente, sufriendo, sobre el papel por el que mi tinta corre, sobre el aire en que mis cantos vuelan para llegar al infinito humano que prefiere ignorarme para no oírse a sí mismo gritando, pidiendo ayuda para, al fin, ser algo, ser yo misma.
Pero nada es fácil y yo lo soy aún menos, por este querer saber la verdad de la existencia. Absurda, como una risa nocturna; ilógica, como un paseo bajo la lluvia glacial; estúpida, quizás, para no caer en la locura que llevo dentro y que es lo verdaderamente mío, lo que no quiero encontrar y que irremediablmente me persigue porque es mi sombra...¡No! Es mucho más, es mi alma, mi única y creíble alma humana e inmortal, lógica ante todo, y animal, para nada.
La pérdida de la consciencia es lo que me arrastra a este dulce camino real-irreal para seguir esa búsqueda por la que todos nacemos y muchos olvidan. ¡Felices de ellos! ¡Desafortunados de nosotros! que seguimos sin saber quiénes somos y no nos conformamos, enmarañándonos más en lo que los otros abandonan pronto para huir, alejarse corriendo hacia el final poco feliz que les contenta por no mirarse dentro y no verse vacíos de todo y llenos de nada. Pero nosotros sí conocemos nuestra esencia que no es tal y vagamos, irremediablemente, pululando alrededor de soles errados que se apagan antes que nosotros, sumiéndonos de nuevo en la oscuridad total de la que llevamos huyendo toda la vida para caer en brazos de una muerte segura.
Porque sí, ella es lo real. LA MUERTE, que es dulce por ser nuestra seguridad absoluta de verdad verdadera y no mentira ocultada. La Muerte... lánguida vía de escape hacia lo inhumano de mi ser que me acerca a quién soy, por ser mía y de todos, por ser yo de ella y todos conmigo.
Así, todos vivimos de un deseo irrealizable que nos suspende sobre un más duro deslizamiento felino: la inmortalidad mental que nos revive, sin que sepamos que somos, sin que sepan que lo somos, en un nuevo camino adquirido que sólo yo sigo, porque sólo yo puedo querer saber qué es mi existencia para poder ver, que no es más que vivir para llegar a La Muerte sin miedo por ser mía de nuevo.
La locura es la que lleva a los hombres a la incompresión mutua de sí mismos. ¿Por qué? Porque no es mi locura, ni la suya, es la locura del universo unida para explotar sobre y en las cabezas de inocentes felices olvidadizos de búsqueda que yo llevo.
Todo para saber nada. En definitiva saber que soy lo que soy por no ser lo contrario que llevo en mi interior que me lleva a otro momento, otra historia, otra vida, pero una única salida final que llega cuando quiere... ¿La adivinas? Es nuestro secreto.
Publicado en Carpe Diem, año 97. Es una petición de unaexcusa, creo que éste es el texto por el que me preguntaba. Al releerlo me he dado cuenta de que no han cambiado tantas cosas, y de que sigo buscando.

lunes, julio 16, 2007

Sueños de verano


Cierro los ojos y no te veo, pero siento tu cuerpo junto al mío. Me acerco, sigilosa, para rozarme con tu espalda y sentir tu latido. Te estremeces, me estremezco.

Recorro tus caminos en sueños velados y espero, deseosa, que encuentres los míos. Palpitan nuestras almas al unísono por encontrarnos buscando entre la noche nuestro propio ritmo.

Tus labios me recorren y te esperan los míos, suaves, sabrosos, para que te deleites con ahínco. Te detienes en ellos, juego con el vacío para sentir la humedad que unirá nuestros destinos.

La piel se eriza por caricias imposibles de manos impacientes que, lentamente, buscan los secretos que guardé para no sentirlos. Revuelos de tela remueven mi cama con gemidos reprimidos que despiertan aún más tus ansias de ganar el paraíso.

El arco de mi cuerpo nos acerca al infinito, sonrío, sonríes, te siento, me derrito, ¿sueño lo imposible? Te escondes, me rindo.

La luz de la mañana despierta mi habitación, me giro, abro los ojos ¿dónde te has ido? Has sido una imagen más de las noches de estío...

domingo, julio 15, 2007

Por qué mataría por mis amigos

Últimamente he dejado por aquí algún texto sobre algunos de mis amigos y muchos comentarios hablaban de cómo me refería a ellos, cómo sentía la amistad. Pues por si quedaba alguna duda de por qué soy capaz de hacer lo que sea por quienes están a mi lado, aquí dejo algo que Suntzu me ha dedicado y que me ha hecho llorar (y eso que tras la operación no puedo).
Hace poco ha sido su cumpleaños y no me encontraba especialmente inspirada para escribir nada. Y por no escribir una chorrada, preferí guardar silencio. Acabo de llegar a casa tras pasar unas horas con ella repantingadas en dos tumbonas con la playa de El Portil delante y música de los 60 y U2 de fondo. Un Nestea, un Malibú con piña. A la vuelta, la A-49, Mika y Christina Rosenvinge.
La noche de hoy me ha hecho pensar en cuánto la voy a echar de menos cuando vuelva su norte de su alma, a su Asturias. La conocí hace 13 años, cuando las dos empezábamos Periodismo y al principio (sé que le han dicho esto más de una vez) me pareció muy seria. Pero es una impresión momentánea. Tras su apariencia delicada se esconde una de las personas más fuertes que he conocido. Ha recorrido media España con trabajos sufridísimos y jefes mierdas. Ha sufrido, ha disfrutado y ha sabido superar situaciones que habrían acabado con la voluntad y la paciencia de cualquiera. Harta de todo eso, se atrevió a dar un cambio radical a su vida e ir por un rumbo completamente distinto. Se sacrificó y lo consiguió. Y ese cambio (por suerte para mí) me ha traído de nuevo su presencia. Está hecha un "torbellino de colores", como diría La Faraona: aquafitness, capoeira, natación, el curro, la familia, los amigos... No para, la jodía. La gente le habla, le cuenta su vida. Ella se pregunta si tiene algún cartel pegado en la frente, pero no. Lo que tiene es una de las sonrisas más cálidas que he visto. Hace que confíes en ella, porque sí.
Es mi Pepito Grillo particular. Me obliga a salir (una es de natural perezoso) y me recuerda, como esta noche, que existen muchas formas de vivir la vida, y que cada uno tiene la suya. Que hay que saber dejarse llevar (cosa que también me cuesta) y que la vida es algo más que el trabajo. Siempre escucha con atención y siempre tiene una palabra adecuada. O un silencio acogedor. Con ella resulta fácil hablar, quedarse en silencio, ser una misma, estar.Incluso me hace cantar.
Para Arwen. Gracias por noches como esta.Y por todo lo demás.
Y las gracias se las doy yo a ella, porque ha sabido tirar de mi mano las veces que he visto al suelo desaparecer bajo mis pies.

viernes, julio 13, 2007

Reencuentro II

Hacía unos cinco años que no nos veíamos. La ví más guapa, más reposada, más centrada en ella misma, sin perder ese interés supremo por ser mejor, por hacer cosas, por seguir avanzando. Después de años de sabernos mutuamente por otra persona, de algún mail en el ciberespacio, de un encuentro imposible en Lisboa, de algún comentario bloggero, pudimos compartir una conversación, una charla más corta de lo que hubiera gustado, pero muy disfrutada.
Me alegró verla tan feliz (al menos me lo pareció), tan distinta y a la vez tan ella, con sus dudas, con sus esperanzas, con sus preguntas constantes para poder crecer (a veces me hizo pensar que me relajo demasiado, que aún me queda por avanzar demasiado como para tirar la toalla).
La vi con quien ahora comparte sus pensamientos, y me gustó descubrirla de nuevo, ver sus miradas, saber que se entienden y que saben lo que tienen, juntos, por separado.
Hablamos del pasado, escuchó mi presente (siempre revuelto, debe pensar), rememoramos risas y me convencí de que por fin tiene un trabajo que la merece, que podrá ser uno más en el camino o el definitivo, pero que, al menos y de una vez por todas, la merece, le puede permitir explorar y explorarse, arriesgar, hacer cosas, a pesar de que, por ser un trabajo, tendrá todas las pegas que se pueda tener.
Al verla tanto tiempo después me hizo reflexionar en por qué dejo que las personas se alejen de mi vida, por qué no me muevo más por quienes me aportaron y aportan algo, por quienes tienen mi cariño y merecen mi respeto. Me hizo pensar en vagas excusas, pero también en que la vida es complicada cuando uno crece y deberíamos hacerla fácil.
Pero, sobre todo, tuve claro que hay que repetir visita, tomarse unas copas juntas, reírse otra vez como tantas veces, hablar en serio como tantas veces, y dejarme llevar para aprender, porque siempre consigue enseñarme algo.

domingo, julio 08, 2007

Rosas


Cuando alguien me pregunta (normalmente un hombre) si me gustaría que me regalaran flores, siempre contesto que no, sin pensarlo, y lo razono diciendo que para qué, que se marchitan, que no son útiles. Pero miento. Soy una romántica redomada y me encanta recibir flores. Y estas rosas han sido preciosas.

martes, julio 03, 2007

El aquafitness y yo

Últimamente estoy muy enganchada al ejercicio físico. Empecé sólo con natación, porque me viene muy bien para la espalda, pero ahora estoy descubriendo nuevos deportes que llenan mis tardes veraniegas de algo más que calor. Así que, a mis largos habituales en la piscina, ahora he unido la capoeira y el aquafitness, que ha sido mi gran descubrimiento.


Aquafitness, para los no entendidos, es pura y simplemente gimnasia, pero mucho más entretenida porque se hace en el agua. Al principio como que no le veía la gracia, pero tras meses de moverme en la piscina entre largo y largo, porque las clases coincidían con mi cursillo de perfeccionamiento de natación y siempre me quedaba mirándolos, y comentarios de los monitores de que por qué no me dejaba de saltitos y probaba a seguir el ritmo trepidante de los ejercicios en el agua, me decidí a probar.


Nunca pensé que se pudiera sudar en el agua, pero se puede. Nunca pensé que aún tuviera músculos por descubrir, pero los tenía. Mi primer día de aquafitness fue estresante, pero también superdivertido. ¿Alguna vez habéis intentado correr en una piscina cuya agua os llega a la barbilla y no tragar agua? ¿Y levantar las piernas al ritmo de música dance, para tocar los pies con las manos? Pues si no lo habéis hecho os diré que cuesta bastante, sobre todo si vuestro peso corporal no alcanza los 50 kilos y, por tanto, con tanto movimiento de gente en el agua, más que tener los pies en el suelo los tienes medio flotando.


Y si me gustó esa primera y las siguientes clases, la masterclass que impartieron cinco monitores a la vez fue la repera. De verdad que hacía mucho tiempo que no me reía tanto, por los ejercicios que me parecían absurdos y de mí misma, arrastrada por la corriente de mi grupo de gimnasia al de al lado.
No voy a negar que la masterclass fue dura, si bien las caras de los monitores (Carolina, Javi, Ismael y Bea) antes de empezar no preludiaban cómo se las iban a gastar frente a nosotros. Imagináos, casi sesenta personas en una piscina, a mí entre ellos, luchando por hacerme un hueco en la parte menos profunda porque si no me ahogo, para después descubrir que íbamos a rotar y, por tanto, sí, tragué agua, pegué botes imposibles y luché contra corrientes humanas.


Javi, Josemi e Ismael iniciaron la clase con un calentamiento con bastante cachondeo, algún que otro pitido (Ismael no sabe que los micros inalámbricos o se colocan frente a la boca o se acoplan), y mucha, mucha marcha. Belén y yo, únicas de nuestro curso de natación que nos atrevimos a enfrentarnos al reto, hicimos piña para dejar el pabellón alto y, debo decir, que ella lo dejó más alto que yo, porque sabía plantar bien los pies en el suelo.


Tras el calentamiento inicial y con el sudor perlando nuestra frente, pasamos a la fase de 'ahora os vais a enterar de lo que es que os duela el cuerpo por partes'. Mi compi y yo decidimos empezar a las órdenes de Ismael, por aquello de que es nuestro monitor y el conocimiento es un grado... Bueno, es un grado cuando no parece que se ha tomado un algo y nos machaca con rotaciones, giros, estiramientos y demás.

Superado el estupor inicial de 'este tío quiere matarnos', nos desplazamos por la piscina para que Josemi nos hiciera trabajar un poco los brazos. Ahí es cuando empecé a tener ciertos problemillas. ¿Por qué dicen que la piscina cubre 1,20 metros si yo mido 1,63 y tragaba agua en cuanto me movía? ¿Por qué no me avisan para que haga aquafitness con plomos en los tobillos y así no salir flotando? Y es que, con tanto movimiento de brazos delante y atras, empuja y tira, un compi de masterclass y completo desconocido casi tuvo que engancharme del tobillo para que no me chocara con los de otro grupo...


Cuando ya casi iba a desistir de todo, nos tocó ponernos en manos de Bea. Que sí, que tiene cara de buena persona, y, la verdad, da unas clases muy divertidas, pero ¿no sabe que nuestras piernas pueden descoyuntarse? Aunque no debería quejarme, porque esta parte fue la que me resultó más fácil y en la que, por fin, conseguí seguir el ritmo de la música con mis movimientos. Eso sí, por mucho que insistió, no estiré la pierna tanto, o me habría caído, lo que significa, sí, lo habéis adivinado ¡tragar más agua!

La siguiente rotación nos llevó con Carolina, 'la dulce y bella Carolina', como dirían los de MClan. Claro que, seguramente, ellos cambiarían la letra de su canción si hubieran tenido que coger un palito de esos que flotan, haberse agarrado a él como tu único recurso y haberse puesto a trabajar las abdominales al ritmo de 'generation desenchanté'. Aquí sí que lo pasé mal y bien a la vez. Porque, claro, sin punto de apoyo, el grupito en el que estaba se convirtió en una familia de cucarachas vueltas del revés y pataleando que se iban de un lado para otro sin control ninguno. Una vez más, pareció que prefería el grupo de al lado porque las mareas que nosotros mismos provocábamos me llevaban frente al último monitor... La ventaja: apenas tuve que moverme para ponerme frente a Javi.


Le volvió a tocar el turno a los brazos, con unos chismes redondos que flotan y se cogen con las manos a los que teníamos que empujar dentro del agua. Muy divertido y constructivo, si no fuera porque no hacía pie, pese a que Javi no se lo creía, y cada vez que empujaba los chismitos esos, en vez de moverse ellos me iba yo para atrás.


Remate final: Bea y Carolina enseñándonos a estirarnos por parejas. Belén y yo, por supuesto, volvimos a arrejuntarnos para darnos apoyo. No tengo imágenes de esta fase, pero mejor, así no veís la pésima planta que di, intentando levantar con la espalda a Belén, bastantes centímetros más alta que yo, no veis cómo por enésima vez volví a tragar agua, ni cómo intentábamos estirarnos las piernas mutuamente sin perder el equilibrio y sin parar de reír.


En resumen, que en diciembre repito con la masterclass, aunque intentaré crecer unos centímetros o mantener la boca más cerrada...


Ah, y un reto para los que me conocen: a ver si me encontráis en la piscina, que en alguna foto estoy. A los que no sabéis qué pinta tengo os dejo intrigados, porque prefiero que vuestro primer contacto visual conmigo no sea con gorro de natación en la cabeza, que una tiene su orgullo.





Reencuentro I

Hace unos días me decidí a hacer una visita a una amiga. Hacía años que no compartíamos más que un pequeño momento robado a una visita relámpago o una conversación de esas largas, largas por teléfono. Me apetecía mucho verla, sobre todo, porque se acercaban nuestros respectivos cumpleaños y 13 años de amistad bien merecen una celebración.
Fue un fin de semana intenso, de hacer muchas cosas, pero sobre todo de hablar, hablar, hablar y hablar. Ella se quedó afónica por intentar silenciarme, yo me vacié de todas esas cosas que cuento a alguna gente, pero que ella sabe dar la vuelta y devolverme para que lo mire desde otra perspectiva... Desde luego, fueron dos días que no me defraudaron.
La verdad es que siempre me pone un poco nerviosa ir a verla, porque es de las pocas personas que me meten mucha, mucha caña, y es casi la única a la que se lo permito, porque sé que lo hace con buena intención, porque me permite alejarme de mí misma y mirar las cosas de otra manera. Es directa, a veces dura por ello, radical, racional, aunque también terriblemente visceral, divertida, y, sobre todo, amiga de sus amigos.
Hemos tenido nuestros más y nuestros menos, pero sé que estará ahí. Da igual el tiempo que haga que no hablamos, si me ocurre algo terrible (bueno o malo) sé que la puedo llamar y me bajará de las nubes, me pondrá los pies en el suelo e incluso se reirá de mis idas de olla (que son muchas y variadas).
Es capaz de decirme que cambie de vida y nos recuerda a los que le rodeamos que primero somos individuos, y que la pareja viene después, porque, si no, las cosas no funcionan.
De las personas más cultas que conozco, jamás me ha hecho sentirme tonta, porque sabe no darle importancia a todo lo que conoce. Por el contrario, me abre nuevos mundos, nuevos conocimientos que ella recita sin darle importancia, porque son tan suyos como su color de ojos.
Un poco rabo de lagartija, se revuelve si escucha algo que no le gusta, pero sabe encajar bastante bien las críticas, aunque a veces le asombren. Eso sí, si en algo nos parecemos, además de por ser cáncer, es porque si los comentarios negativos vienen de jefes inútiles le cuesta Dios y ayuda saber que un jefe es un jefe, aunque con los años ha desarrollado una mano izquierda que le falló en el pasado.
Y esa es una de las cosas que me gustó descubrir hace unos días. Está claro que todos maduramos, pero ella, a la que siempre querré por ser espontánea, directa y, en ocasiones, radical, se ha atemperado y, si bien sigue sin callarse casi nada, percibí una mayor capacidad para soltar lo que piensa sin cargar las tintas, suave 'porque con un poco de azúcar la medicina entra mejor'.
En lo que no ha cambiado es en su desparpajo ante el sexo. Me hace hablar de cosas que casi ni me menciono a mí misma y me obliga a estar alerta, porque ella y quienes la rodean tienen una agilidad para encontrar el lado picante a la vida que me pilla por sorpresa y me deja, más de una vez, colorada. Pero es que esa capacidad de hablar de todo, de quitarle importancia a las cosas que la tienen en su justa medida, por mucho que nos empeñemos en ocultarla, es otro de los elementos que la convierten en la persona a la que me gusta acudir para oírla, para aprender de ella.
Y sabe tocar, y le gusta tocar. Para mí, que casi ni abrazo a mis padres, ahora y cuando la conocí fue un descubrimiento el cariño entre amigos expresado en abrazos, en besos, en definitiva, en tocarse. Quizás no se haya percatado, pero ser su amiga me permitió comprender que todos necesitamos las caricias, el roce: de familia y de la pareja, pero también de amigos, de compañeros. Durante mucho tiempo sólo a ella le permití darme unos abrazos que, por su tamaño y el mío, me ocultaban, y sólo lamento que, tal vez, no le correspondí cuando ella lo necesitaba.
Sin embargo, esos momentos de soledad en los que pudo verse han terminado, porque en mi visita descubrí que está rodeada de gente que sabe quién es y la quiere y respeta por eso. Casi tuve envidia, porque hace tiempo que no encuentro un grupo en el que sentirme integrada, en el que poder divertirme y, si es necesario, llorar. Pero no la tuve, porque se merece estar bien, y que la quieran, que ya bastante tuvo de tristezas y soledades, aunque siempre supo rodearse muy bien.
Volver a verla me transportó al pasado, a rabonas de clase y primeras noches sentadas en un balcón modernista hablando de la que se nos venía encima, a días de trabajo interminables y risas por no llorar ante él, a reportajes manoseados hasta encontrarles forma, a noches interminables persiguiendo cucarachas... y a charlas de los sueños que aún teníamos por lograr.
Sé que le quedan todavía unos cuantos, pero espero que también sea consciente de todo lo que ha logrado, de todo lo que nos aporta y siga siendo feliz porque, al final, es de eso de lo que se trata.