Siempre quise saber quien soy realmente y quizás por eso nunca lo supe ni lo sabré. He pasado demasiado tiempo de mi vida buscándome en cosas vanas, en las que he encontrado mentiras, verdades a medias de mi ser perecedero e inútil y no he sabido entenderlas.
Entre los árboles caídos, el viento silbando alrededor o luchando con la corriente submarina o superflua, de ideas o no, me pierdo y me perdí y me perderé para encontrar la nada que soy, el todo que llevo dentro y que derramo lentamente, sufriendo, sobre el papel por el que mi tinta corre, sobre el aire en que mis cantos vuelan para llegar al infinito humano que prefiere ignorarme para no oírse a sí mismo gritando, pidiendo ayuda para, al fin, ser algo, ser yo misma.
Pero nada es fácil y yo lo soy aún menos, por este querer saber la verdad de la existencia. Absurda, como una risa nocturna; ilógica, como un paseo bajo la lluvia glacial; estúpida, quizás, para no caer en la locura que llevo dentro y que es lo verdaderamente mío, lo que no quiero encontrar y que irremediablmente me persigue porque es mi sombra...¡No! Es mucho más, es mi alma, mi única y creíble alma humana e inmortal, lógica ante todo, y animal, para nada.
La pérdida de la consciencia es lo que me arrastra a este dulce camino real-irreal para seguir esa búsqueda por la que todos nacemos y muchos olvidan. ¡Felices de ellos! ¡Desafortunados de nosotros! que seguimos sin saber quiénes somos y no nos conformamos, enmarañándonos más en lo que los otros abandonan pronto para huir, alejarse corriendo hacia el final poco feliz que les contenta por no mirarse dentro y no verse vacíos de todo y llenos de nada. Pero nosotros sí conocemos nuestra esencia que no es tal y vagamos, irremediablemente, pululando alrededor de soles errados que se apagan antes que nosotros, sumiéndonos de nuevo en la oscuridad total de la que llevamos huyendo toda la vida para caer en brazos de una muerte segura.
Porque sí, ella es lo real. LA MUERTE, que es dulce por ser nuestra seguridad absoluta de verdad verdadera y no mentira ocultada. La Muerte... lánguida vía de escape hacia lo inhumano de mi ser que me acerca a quién soy, por ser mía y de todos, por ser yo de ella y todos conmigo.
Así, todos vivimos de un deseo irrealizable que nos suspende sobre un más duro deslizamiento felino: la inmortalidad mental que nos revive, sin que sepamos que somos, sin que sepan que lo somos, en un nuevo camino adquirido que sólo yo sigo, porque sólo yo puedo querer saber qué es mi existencia para poder ver, que no es más que vivir para llegar a La Muerte sin miedo por ser mía de nuevo.
La locura es la que lleva a los hombres a la incompresión mutua de sí mismos. ¿Por qué? Porque no es mi locura, ni la suya, es la locura del universo unida para explotar sobre y en las cabezas de inocentes felices olvidadizos de búsqueda que yo llevo.
Todo para saber nada. En definitiva saber que soy lo que soy por no ser lo contrario que llevo en mi interior que me lleva a otro momento, otra historia, otra vida, pero una única salida final que llega cuando quiere... ¿La adivinas? Es nuestro secreto.
Publicado en Carpe Diem, año 97. Es una petición de unaexcusa, creo que éste es el texto por el que me preguntaba. Al releerlo me he dado cuenta de que no han cambiado tantas cosas, y de que sigo buscando.
8 comentarios:
Vaya... es precioso, Arwen.
No ha cambiado mucho, parece, esa buscadora de sueños, de ideas, de felicidad... Esa búsqueda continua es la que nos mantiene vivos, el día que no la tengamos, nos sentaremos al sol a esperar plácidamente la muerte.
Tienes razón, landa, y yo nunca he sido de esperar nada sentada. Casi siempre voy a su encuentro...
Arwen, preciosa búsqueda, puede que tú no te encuentres pero ayudas a otros en su empeño.
Te contaré un secretito, Arwen: muy de pequeño temía la muerte, temía no poder seguir siendo, que todo por lo que luchara quedara en agua de borrajas, que nada de mi se perpetuara. Hoy, tiempo después, estoy convencido de que mucho de lo que soy yo no vive en mi, sino en los que me rodean; cuando alguien comparte una vivencia conmigo, algo de esa persona queda en mí, algo de mí queda en ella; es lo que creo debería ser el concepto actual de alam: lo que de nosotros no está en nosotros. Madre sabe cosas de mí que yo no sé, mis amistades tienen recuerdos de mí que yo no conservo, la gente interpreta cosas de mis textos que yo no supe expresar... Todo eso, irá más allá.
Besines!
Te contaré otro secreto Teillu; yo de pequeña quise dejar de existir, bastantes veces, y aún hoy permanece en mí el deseo ocasional de desaparecer del mundo. Pero me puede mi búsqueda.
Y me gusta tu concepto, me gusta mucho, mucho y voy a tenerlo presente. Esa no es más que otra forma de permanecer, me parece.
Churruán, me encanta poder ayudar a los demás. Gracias por el comentario.
A mí me asusta más el olvido que la muerte misma. Le doy bastantes vueltas a la cabeza. A veces creo que escribo por eso.
Me gusta el texto, Arwen. Y sigue buscando. Siempre.
"Siempre quise saber quien soy realmente y quizás por eso nunca lo supe ni lo sabré. He pasado demasiado tiempo de mi vida buscándome en cosas vanas, en las que he encontrado mentiras, verdades a medias de mi ser perecedero e inútil y no he sabido entenderlas".
Esta frase era, cariño: esta frase. Lo más lúcido que he leído nunca...
Suntzu, el olvido puede ser parte de la muerte, aunque me gusta pensar que siempre quedará algo de nosotros. Quizás por eso escribo.
Unaexcusa, no sé si es lúcido, era lo que pensaba realmente, lo que pienso ahora...Efectivamente, pienso demasiado...
Publicar un comentario