He aprovechado el puente del Pilar (que alargué un día) para volver a la ciudad que me hizo adulta; que me empujó a la madurez (y no sabéis como); que me hizo reír a carcajadas y llorar hasta quedarme sin lágrimas; que me permitió perder el amor y encontrarlo de nuevo; que me mostró que hay gente que vale aún más de lo que yo creía que alguien podía valer; y me descubrió los cielos más claros y la luz más bonita que he encontrado nunca. El pasado fin de semana me fui a Melilla.
Melilla es una ciudad modernista, norteafricana, agitada de tantas culturas que acoge en sus trece kilómetros cuadrados. Es un lugar inhóspito y terriblemente hospitalario; cerrado y abierto al extraño; lleno de contrastes, lleno de vida. Cuando llegué allí estaba asustada y emocionada, sin saber que encontraría a algunos de mis mejores amigos (que estarán siempre, siempre) y que aprendería tanto que, seis años después y con tan sólo tres de haber vivido allí, es la ciudad que más menciono, que más huella me ha dejado. He tardado seis años en cumplir una promesa de volver que pesaba sobre mí, y he vuelto porque una de mis amigas está embarazada, porque ella y otro amigo van a ser padres y no podía perdérmelo... Otra cosa más que agradecerles, porque haber vuelto ha sido lo que necesitaba en este preciso momento.
No sabría por dónde ni por quién empezar para explicaros cómo tanto tiempo después me he sentido en mi casa, en mi hogar, como si el día antes hubiéramos compartido cualquiera de las innumerables esperas que sufrimos a las puertas del Salón Verde, nos hubiéramos tomado nuestra 'patata preñá' en el Casino Militar o hubiéramos salido a bailar a 'La vaca' (pena de la pelea de las dueñas y su posterior cierre). No he podido ver a todos a los que deseaba abrazar y escuchar, pero todos los que he visto eran prácticamente imprescindibles y me han devuelto como nunca la sonrisa, la alegría, el saberme perteneciente a un grupo que es el mío, que creamos juntos, que construimos hombro con hombro.
Volver a Melilla me ha demostrado, una vez más, que mis puertos no son ciudades, sino personas. Que me siento arraigada a amigos que son mucho y no a raíces terrestres ni culturales, porque ha dado igual que los hubiera visto hace un año, hace tres o hace seis, hemos conversado y nos hemos reído (volví a Sevilla con dolor de cara) con la misma confianza que si nos hubiéramos visto ayer.
De los padres de la criatura qué puedo decir. Me han acogido en su casa (preciosa, preciosa, qué buen gusto que tenéis), me han escuchado mis paranoias, me han contado sus anhelos, me han preparado una dorada al horno que, por lo menos, pesaba tres kilos (¡ni sabía que este pez podía ser tan grande!), me han llevado a comer a un restaurante chic... Me han seguido queriendo, aunque hacía tres años que no los veía.
J., como siempre, ahí, con la mano tendida, el hombro presto, la palabra adecuada, la sonrisa preparada, si es que es mi mejor amigo. Somos un matrimonio de viejo por lo bien que nos conocemos, porque pasa el tiempo y creo que seguimos entendiéndonos (a pesar del malentendido que me pesa porque le fallé, sí, lo hice, pero creo que lo he podido arreglar). Eso sí, es malo, muy malo, que sólo me presentó a los chicos nuevos y las chicas se deben haber quedado pensando que soy una femme fatale... Aunque, quizás me hizo un favor...
Ellos tres han sido mi columna vertebral en mi vuelta a Melilla, los que me han vuelto a abrir la ciudad que dejé atrás, a la vez que me han incluido en la nueva Melilla, la de gentes que no conocía, pero que, igual que ellos, me han hecho sentir como en casa.
A ellos los quiero y apenas se lo digo, quizás nunca pronuncié esas palabras frente a ellos, pero siempre intento demostrárselo, porque son parte de mi nucleo, de lo que soy, y, muchas veces, ejemplos a seguir.
Sin olvidar que ha sido más que un viaje al pasado un viaje a la cima de la autoestima. Porque me quieren mucho ellos tres y N., que no paró de piropearme, de decirme lo que mejoré con la edad siendo la misma, sin haber cambiado de cara...
Siento no haber podido dar más que unos minutos a A., M. y R., porque no he podido ver a sus familias, que son como la mía porque ellos me adoptaron, protegieron y empujaron a ciertos abismos cuando hizo falta para que me enfrentara a mis miedos, convencidos como estaban de que superaría la prueba (y Dios sabe que superé muchas).
Y L., increíble, seis años después, apenas cuatro conversaciones en ese tiempo, encuentros imposibles y fue como siempre. Nunca comprendí muy bien cómo pudimos conectar tanto, siendo tan diferentes, y como seguimos en contacto, porque cuando nos presentaron él era el mejor amigo de mi novio, pero es cierto, podemos hablar como hermanos, como amigos de siempre, porque no dudo que siempre seremos amigos.
Fueron cuatro días intensos, cuatro días de reencuentros y nuevas presentaciones, de descubrir que el pasado ha dejado de ser un fantasma, porque ahora mi Melilla es la actual, la de quienes me reciben con los brazos abiertos y me buscan excusas para volver una y mil veces.
13 comentarios:
Y lo bien que te ha sentado el viaje, moza. Me alegro mucho por ti. Te hacía falta.
No conozco Melilla, pero tal como la pintas dan ganas de sumergirse en ella. Yo tampoco vivo en mi ciudad natal y la añoro, no voy con frecuencia porque está lejos, por eso entiendo como te sientes, y te envidio, porque yo a veces, cuando vuelvo y veo como ha cambiado todo me entristezco, porque en mi recuerdo todo sigue como lo dejé y me da rabia haberme perdido los cambios, aunque sin duda lo mejor es la gente, que si es buena nunca cambia...Felicidades por tus reencuentros, eso sí ha sido aprovechar el puente
Yo hace siglos que no voy... Y quiero ver a P., a F., que van a ser padres, y a mi marido viejo, que yo también lo tengo y se llama Ricardo, y pasarme por la puerta de la Comandancia en la que viví tantísimo y tomar un té o mil en Los Arcos y...
Se me escapan algunas de las iniciales que has puesto. Deben de ser de tus otros años en Melilla...
Joe, pues tuvo que se una época muy muy buena para recordarla así. Me alegro de que hayas podido recuperar parte de aquello y de descubrir una nueva Melilla, la de seis años después.
A mí me pilla así como un poco lejos y nunca me he pasado por allí :D
Suntzu, ya sabes lo bien que me ha venido...
Anónimo, no soy de Melilla, viví allí tres años nada más, pero como ves, le cogí cariño.
Aún así, he vivido muchos años y muchas veces fuera de mi ciudad, curiosamente es a la que menos he echado de menos, pero entiendo tus sentimientos. Y sí, Melilla hay que verla, te la recomiendo.
Unaexcusa, los conoces a todos, ya te los iré recordando.
Sagutxo, fue una época buenísima y malísima, las dos cosas.Creo que en ningún sitio lo he pasado mejor y peor según el momento. Pero no lo olvido.
Ah, y no te creas que te pilla tan lejos, precisamente esta vez conocí a un chico de tu comunidad (paso de decir ciudades) que vive allí desde hace un año...
Y yo que nunca he estado en Melilla...
Pues nils, espérate a que cuelgue las fotos que hice, que no son buenas pero salen algunos de los sitios bonitos.
VAmos, que os invito a todo a que la conozcáis. Si os gusta Marruecos, ir allí es una excusa para pasar la frontera. Y si os gusta el modernismo, tenéis que verla.
Te comprendo perfectamente, no hay ciuddes, ni fronteres hay corazón amigos que siempre estana ahí, esperandonos, aunque pasen los años.
Qué ganas tengo de volver...
Me alegro que te lo pasaras bien!! Ceuta y Melilla son dos asignaturas pendientes para mi, que manda guevos que conozca Tanger y no estas ciudades.
El viaje pinta excelente, mas que por el sitio por lo que contiene Melilla, que es muy especial para ti. Ir a ver a gene especial es siempre una experiencia tremendamente satisfactoria, máxime cuando te tratan tan bien.
Me alegro por tu escapada y porque por lo que leo te ha venido muy bien, estoy cotento por ti... Un besico apañá!
Lo de encontrarte años después con gente y comprobar que todo sigue igual es una prueba de que la verdadera amistad se mantiene por sí sola. Y es a esas personas a las que da gusto ver y a las que preferiríamos ver aún más.
Kim, bienvenida. Te devolveré la visita.
Unaexcusa, yo vuelvo en breves, nos vamos juntas.
Cruzqui, pues sí, me ha venido estupendamente, por la ciudad y por mi gente.
Shepperdsen, tienes toda la razón, esos amigos que están ahí, a pesar de todo, incluida la falta de comunicación por circunstancias de la vida, son los amigos. La pena es esa, no verlos más. Se hará un intento...
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