Fluir

Por fin. La verdad es que pensaba que no lo lograría nunca. Que me pasaría meses, años, intentándolo, probando una y otra vez, siendo disciplinada..., sin llegar a alcanzar mi meta. Pero hoy lo he logrado. Al menos para mí.

Por primera vez desde que empecé con la capoeira hoy he entrado en una roda (traducción literal: rueda, pero es donde se practica la lucha) y no me he sentido como un elefante en una cacharrería.

No sé si han sido los dos meses y medio que no he podido pisar la clase por culpa de que me lesioné los tobillos (sí, en capoeira y sigo con ella), o las horas que le he dedicado a soñar con los movimientos y los juegos con el compañero durante todo ese tiempo, o que por fin estoy haciendo míos los movimientos... El caso es que me he sentido fluir, seguir el ritmo de la música y de las patadas y acrobacias del que tenía enfrente. Realmente, he disfrutado.

Y no os creáis. No jogo bien. Mis movimientos son básicos y las acrobacias las destrozo de mala manera porque no consigo mantener en vertical mi cuerpo (con la cabeza boca abajo y sin apoyar los brazos os digo que es pelín complicado) o mantenerme sobre un brazo el tiempo suficiente como para no parecer que estoy jugando a caerme. Pero me da igual. He disfrutado. He esquivado las patadas y seguido el juego sin pararme como una lela. He lanzado algún golpe bien y, verbigracia de la amabilidad de un compañero, he logrado enganchar y tirar a alguien al suelo (vale, sí, se tiró él, pero hice bien la llave).

Me ha gustado. He vuelto a descubrir por qué empecé a practicar este deporte; por qué tengo en mi mp3 casi dos cd's de música de capoeira; por qué aunque me he vuelto a pegar una piña contra el suelo y, posiblemente, mañana tenga la cara amoratada (esta vez me paré con la cara y el hombro), sigo yendo; por qué me acuesto los lunes y los miércoles a las mil, ya que el entrenamiento termina a las 10.30 y luego hay que ducharse, y cenar, y reposar la cena antes de dormir...

Me gusta la capoeira. Me gusta sentirme dentro de ella.