En mi oficina utilizamos sellos. No de esos modernos de los que tienen 'autotinta' o como se diga. Los tradicionales que, primero mojas, y luego estampas. Y, claro, algún día, el tampón se queda sin tinta y no se ve el sello.
Eso me pasó la semana pasada y fui al armario de material a coger un nuevo tampón. Pero no había. Y mi jefe, que a veces parece que paga él el material, me dijo: 'No voy a pedir uno nuevo, rellena el tuyo con los botes de tinta'.
Y allí que fui yo a mi mesa, con mi tampón, mi bote de tinta y mi buen espíritu. Y allí que estoy con el bote de tinta boca abajo y aquello que no mancha nada, ni rellena nada ni nada de nada. Hasta que me dice un compañero 'tienes que apretar un poco el principio del bote, que tiene como una almohadilla para empapar el tampón'.
Claro, y a mí se me olvida que ahora voy mucho al gimnasio. Y que las cosas con suavidad salen mejor, y que la tinta y yo juntas nunca ha sido buena idea....
Conclusión: plástico del bote destrozado, tinta azul que salta por todas partes: mi mesa, mi jersey, mi ordenador, el suelo, el reposa muñecas... Ni os cuento cómo estaban mis manos y mis uñas (ni cómo siguen ahora, días después).
Pero eso no fue lo peor. Lo único que había en mi oficina para recoger el desastre era lejía... Mis manos destrozadas por la lejía, mi mesa oliendo como la más relimpia del mundo mundial y yo colocada todo el día por el olor...
Si es que es lo que tiene volver a mi ser...
3 comentarios:
A mi me pasó con el verde, pero no por apretar demasiado sino por creerme capaz de hacer dos cosas a la vez ... Según describes no fué tan desastre como lo tuyo, pero tampoco tuve colocón con lo que tu ganas.
Habría que verte rojita del todo jeje, perdón pero ... no pude dejar de imaginarlo.
Besos
Roja? ¡Azul! jejejejeje Lo bueno es que el jersey quedó bien con el quitamanchas
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