miércoles, marzo 19, 2008

Escenas surrealistas de mi vida cotidiana

A petición de Ana, que parece ser que se lo pasó ayer muy bien con mis historias, me pongo manos a la obra para dejar el legado de mi día a día. Bueno, no es exactamente mi día a día, pero son algunas de las anecdotillas que he vivido en mis carnes por ser yo. La idea es que votéis la que más os guste, o la que os parezca más surrealista y, oye, si os presta, de paso me decís cuál puede ser la solución ante tanto surrealismo vital. Como tengo una pésima cabeza, lo mismo alguna de estas historias ya han aparecido por aquí. Me lo perdonáis y seguís leyendo.

Atracción fatal

En varias ocasiones he comentado que atraigo a los raros y a los locos. Puede parecer una exageración o el típico comentario de quien jamás ha ligado con nadie normal (que también), pero en mi caso es una realidad como otra cualquiera y, muchas veces, graciosa solo al cabo de los años. Así, iba yo a casa de mi hermana por las calles de Sevilla, cantando en mi alegría por la espléndida mañana cuando, sin aviso previo, recibo un puñetazo en la cabeza cuya fuerza hizo resbalar el puño hacia mi cara, lanzando mis gafas contra el suelo. Antes de que pudiera reaccionar un tipo que me dijo algo que prefiero no haber escuchado se aleja ni tan siquiera corriendo, seguro de su impunidad porque ¿quién pega a un loco? No sé si fue más el dolor o mi cara de perplejidad o mi absoluto enfado por saber que, aunque denunciara este hecho, nada harán a un agresor que se declarará insolvente y que, seguramente, ya pegó a más de una pobre inocente que cantaba por la calle... ¿Sería porque no le gustaba mi canción?

El segundo loco que me pegó casi me tira al suelo de un empujón que acompañó con gritos e insultos varios que hicieron que toda la gente de alrededor mirara, pero nadie hiciera nada...

Y luego hay quien se extraña de que vaya por la calle con mil ojos...

Instinto maternal

Creo que por todos es conocido mi cariño hacia los niños. Me llevo bien con ellos y la simpatía es mutua. Sin embargo, en ocasiones pienso que no debería desprender esa aureola de madre tan pronunciadamente, porque no me gusta protagonizar escenas como la que sigue.

Andaba yo en una tienda de moda con Suntzu a la espera que se probara un traje y, mientras la espero, veo a una madre, su hija bebé aún y la abuela buscando complementos y camisas. Como me doy cuenta de que las dos adultas no hacen ni caso a la niña me pongo a hacerle tonterías, sacarle la lengua y demás y ella empieza a sonreír. Al ver movimiento en los probadores me alejo para ver si sale Suntzu cuando oigo a la niña decir mamá. Había sido una falsa alarma con el traje, así que me giro para ver la escena entre madre e hija y veo que la madre está inclinada sobre el carrito y que su vástago, cabezota, grita más y más 'mamá' intentando zafarse de su propia madre para mirar... ¡a mí! No se salió de la sillita porque estaba bien atada y la verdadera madre, con cara de fastidio, me miró y me espetó 'pero, ¡si te llama a ti!'. Decidí que era el momento de poner pies en polvorosa.

En otra ocasión, estaba con dos de mis hermanas, mi cuñada y mis tres sobrinas en una tienda. Mientras las mamás buscaban ropa para las niñas, yo las tenía entrenidas buscándoles un juguete para regalarles. Mirábamos las estanterías y ellas me iban diciendo qué les gustaba más, cuando, de repente, percibo más de tres voces, y al mirar a mi alrededor descubro a otros tres niños que me cuentan sus preferencias y lo que tienen y que reclaman mi atención... Hasta que se acerca una de mis hermanas, que al verme rodeada de niños, muchos de ellos desconocidos, salta '¡dejad que los niños se acerquen a mí!', tras lo cual me interroga sobre cómo he podido hacerme, en cinco minutos, con semejante guardería... Aunque la pregunta debería haber sido dónde estaban los progenitores de tantos niños, que no está la cosa para dejarlos perdidos por las tiendas...

Encuentros en la tercera fase

El autobús, ese gran medio de transporte. Debo confesar que, en temporadas, le temí. Entraba en ellos con la mirada perdida y, en cuanto podía, me pegaba a un cristal para mirar desesperadamente hacia fuera. Porque encerrado en un autobús no te puedes zafar...

Aunque, la verdad, en ocasiones hablo gustosa con quien se sienta a mi lado, porque percibo la necesidad de expresarse, de soltar lo que se lleva dentro.

Volvía del trabajo como a las tres de la tarde. Estaba agotada y el trayecto en autobús hasta mi casa es de unos cincuenta minutos a esa hora, por lo que quería ponerme mis cascos y perderme en mi música. A pesar de los auriculares la señora que tenía al lado comenzó a hablarme. No recuerdo el principio de la conversación, realmente creo que fue algo sobre un cartel de película que vimos al pasar. Pero acabó enseñándome las fotos de una actividad que hacía en los hospitales para animar a los enfermos. Me contó los libros que había leído, me recomendó otros tantos y me dijo que debíamos reírnos más y hablar más entre nosotros, que había demasiada gente sola. Y me dijo que a veces sus hijos no la entendían, aunque luego aplaudían que se metiera en tantas actividades...

Vaya estilo que tienes

Estaba con Suntzu charlando a la espera de su bus, cuando se nos acerca una señora, que pensamos querría saber la hora... Nada más lejos de la realidad. Se dirigió a mí y empezó a preguntarme sobre el bolso que llevaba, regalo de mi tía y hecho a mano. ¡Hasta le hizo una foto! Suntzu no podía parar de reír y yo lo flipaba... Tenía que haber registrado el diseño para forrarme después.

Curioseaba zapatos en una zapatería céntrica (me pirran, lo confieso), y se dirige a mí una señora unos diez años mayor que yo. '¿Se siguen llevando los zapatos en punta?', me pregunta. Con un poco de asombro la miro para que compruebe que no soy dependienta, lo ve y mantiene su cara de expectación, así que le contesto, cual gurú de la moda: 'llevan desde el año pasado intentando erradicarlos por las bailarinas y puntas redondas, pero se mantienen. Aunque en Italia ya cada vez se ven menos'. Y ella sigue explicándome que su nuera le regaló unos zapatos carísimos 'modernos como tú según ella', pero que no le gustan y no se atreve a devolver, así que quiere llevarlos a redondear al zapatero. Y le aconsejo que no destroce unos zapatos caros, que la punta puede llevarla una temporada más, al menos, si bien le confieso que yo no uso zapatos de este tipo jamás: 'Soy muy delgada y tengo unos pies demasiado grandes como para que me favorezcan'.

Hay más cosas que contar, pero no terminaría en la vida. De todas formas, no quiero dejar fuera de la votación alguna de las cosas que ya conté por aquí. Así que os dejo los enlaces: ¿Por qué yo? , Sucesos paranormales, Aeropuertos y aviones, Superdotada.

En fin, a ver qué sale de todo esto...

16 comentarios:

Nils dijo...

bueno, supongo que soy el primero porque lo de arriba es un troll, así que PRIME!

no entiendo que metas todas las historias en un sólo post, deberías haberlas espaciado y nos deleitas cada día con uan distinta. qué cosas te pasan, chica! pero lo de que te peguen por la calle me ha dejado muerto...

Nils dijo...

bueno, supongo que soy el primero porque lo de arriba es un troll, así que PRIME!

no entiendo que metas todas las historias en un sólo post, deberías haberlas espaciado y nos deleitas cada día con uan distinta. qué cosas te pasan, chica! pero lo de que te peguen por la calle me ha dejado muerto...

Regina dijo...

Joe qué arte para pasar momentos de tierra trágame. Me encantaría ser Suntzu para reirme por lo que te pase (es que a mí nunca me pasan cosas de esas).

xDD

Isabel Sira dijo...

Nils, era por cumplir el deseo de Ana, que si no ni lo cuento, la verdad. Algunas cosas son de hace unos días, otras de hace años... Sí, lo de que me peguen muy fuerte. Ahora tiene su gracia, pero en su momento te digo que no.
Nada Sagutxo, eso se soluciona quedando un día las dos. Raro es que no me ocurra alguna cosa de esa. Y bueno, por tu ciudad también tuve mis encuentros con camareros vascos, muy majos pero que se descojonaron de mí un rato...

Peritoni dijo...

Pero bueno...un post completamente PLOF y al siguiente nos estamos riendo.

Por cierto, que la entrada anterior como no tiene título no aparece en los marcadores por eso no tienes respuestas...bueno...yo no te he escrito nada porque me has dejado así :-O

Y lo de tu puñetazo en la cabeza me ha recordado una vez que iba con los amigos por la calle siendo adolescente y una gitanilla me pidió no sé qué, leerme la mano o una limosna, como no le hice caso porque iba distraído me dio un pequeño empujón pero que me hizo perder el equilibrio y caer de espaldas sobre el capó de un coche. Entonces cada vez que me intentaba incorporar me daba otro pequeño empujón ( o no tan pequeño) y no me dejaba levantarme. Mis amigos descojonados de la risa... GRRRRRR y nadie me ayudó!

Isabel Sira dijo...

Peritoni,mi dualidad, que es que soy así... Y que intento que el plof me dure poco...
Tu historia de la gitana da muy mal rollo, sí. A mí es que las gitanas me dan yuyu. Y que no te ayudaran ni tus amigos, muy muy muy mal. Eso sí, la sonrisilla imaginándote sí que me sale, ¿eh? :D

arriero dijo...

Arwen, en algún blog que frecuento encuentro siempre tus agradables pinceladas. Creía que estabas en un estadio cuasi feliz; pero, al parecer, las cosas se te han torcido un poquillo y lo pasas como casi todos lo hemos hecho más de una vez.
Ánimo, que esto puede durar menos que tus procesiones de Semana Santa.

En cuanto a tu atractivo sobre gente "rarilla", al menos huiría de los fortachones, pues "un cabrito", con un puñetazo, puede hacer daño. Lo de la gente menuda: "es angelical".

Un saludo.

Xose dijo...

A mi me ha encantado y voto por el de la guardería improvisada, jajaja. Me he reído muchísimo, y me he acordado de que cuando tenía trece años, una quiosquera me pegó una hostia -así, con estas palabras- porque me confundió con otro niño que acostumbraba a robarle postales... Qué mal lo pasé, por dios...
Muchos muchos besines

Isabel Sira dijo...

Arriero, bienvenido. La verdad es que conozco a pocas personas perennemente felices, y no soy yo de ellas. Pero todo pasa, ya sabes.
Y sí, intento alejarme de los fortotes jijiji.
Ulyanov, ¡no se disculpó! Me he imaginado a una señora enorme y a ti pequeñín... Uff jijiji.

Suntzu dijo...

¡Pobre Uly! Caray, con la quiosquera. Arwen, para la segunda edición, di algo de la noche que nos tomaron por lesbianas, que tampoco estuvo mal...
Y doy fe de que todo lo que cuenta es cierto. Lo de la tienda y lo del bolso, con la señora haciéndole una foto, muy fuerte. Me estuve riendo hasta que llegué a casa.

Isabel Sira dijo...

Suntzu, lo del bolso fue un puntazo sí señor. Por eso puse la foto.

.. dijo...

Seguro que tienes algo que atrae a la gente, cara de buena persona, o de buen rollo, no sé. Las gitanas del Sacromonte te dirian que tienes ángel jaja.

goldengate(d) dijo...

yo le pongo un gallifante a la de la madre frustrada de la tienda que se da cuenta que su hijo te llama a ti.

Ana dijo...

Niña ... gracias gracias gracias ... que sepas que estoy llorando ... otra vez!!!!! y Uly me lo ha rematao con la del kiosco !!! jajajajajaa.

Gracias por provocarme este tipo de lagrimas ... que sepas que del viaje te he traido un regalo en forma de fotos ... ya veras ... voy con el montaje ...

Besos mil solete!

Isabel Sira dijo...

Gracias a ti, Ana, que así me mejoró un poco el ánimo... Y espero deseosa el regalo fotero...

Ana dijo...

Ya colgué unas pero tu montaje lo voy a hacer ahora ... Besinos muchos pa ese animo!