jueves, enero 31, 2008

Escribir

Escribo. Escribo porque me gusta. Disfruto al inventar historias, al dejar que mi pensamiento fluya en las palabras escritas, al vaciar mi mente sobre el papel y la pantalla. Escribo como catarsis, para sacar fuera todo lo que me bulle en la cabeza, lo bueno, lo malo, lo que me hace sonreír, lo que me hace sufrir.

Me pasé años sin escribir nada, sólo lo que publicaba en los diferentes periódicos en los que trabajé. Alguna carta ocasional, manuscrita, de las que verdaderamente gusta recibir, rompió también mi silencio, pero el resto fueron hojas en blanco, libretas (muchas) a la espera de las historias que podrían embellecerlas más o emborronarlas, según se mire.

Hasta que llegué aquí. Pasé de utilizar este blog como medio de comunicación con mis amigas lejanas a convertirlo en el reflejo de mis pensamientos, de mis ilusiones y desilusiones, de mis penas y alegrías. Entonces, escribir se convirtió en terapia, análisis de mi situación desde lejos, porque verlo en la web me aleja, me permite releerme más tarde, desde otras perspectivas y, sobre todo, con los comentarios, consigo ver las diferentes formas de entender una situación que viva.

Sin embargo, quizás últimamente me esté desnudando demasiado. No consigo olvidar lo que realmente debo asumir, no pretender que se diluya entre las estelas de mi mente y, por ello, todas mis palabras escritas vienen cargadas de esa sensación de que algo no es lo que debería, de que las cosas podrían haber sido de esta y de mil maneras distintas que, seguramente, me habrían llevado al mismo estado, pero que por irreales, en ocasiones, considero más halagüeñas.

Y siempre habéis sido extremadamente respetuosos, pero necesito intimidad. No puedo dejar de escribir porque necesito vaciar mi pensamiento y dejarlo fuera de mí para seguir adelante con menos peso. Y me gusta saber de vuestras miradas, de vuestras lecturas, porque así siento que esas ideas, esas reflexiones se alejan cada vez más de mí y dejan espacio para el resto. Por eso continuaré mostrando mi alma en este rincón. Pero, por eso también, habrá entradas en las que no permitiré comentarios porque no podría soportar leer más veces lo que ya sé e intento, ni conocer demasiado bien lo que mi espíritu despierta en otros.

Así que, como vosotros me respetáis a mí, creo que os merecéis el respeto de este aviso, de que no penséis que desaparezco o que no quiero escucharos. Simplemente hay momentos en los que sólo necesito el silencio.


Imagen extraída de www.thewritersworkshop.net

domingo, enero 27, 2008

Happy Ending

Esta es una de mis canciones contradictorias. Me anima mucho, me gusta, la canto siempre que oigo cualquiera de sus acordes... Sin embargo, si escuchas la letra, si la entiendes, te das cuenta de que debería ser una canción bastante triste: 'Esta es la forma en la que me dejaste, sin esperanza, sin amor, sin gloria, sin final feliz'.

Entonces me planteo por qué a mí me anima y me gusta tanto. Quizás sea precisamente esa frase, porque los finales felices siempre recuerdan a películas empalagosas, a escenas en ocasiones demasiado irreales. Y la gloria...

Yo prefiero el amor real, el que te hace feliz no en un final, si no en un día a día, en una vida compartida. En el amor que te duele y te revive, te lleva a discusiones y a reconciliaciones maravillosas, en definitiva, el amor que todos hemos sentido alguna vez.

Y no voy a negar que, en ocasiones, todos hemos creído vivir en una película y hemos soñado con esos finales felices en los que se comen perdices y el sol se pone detrás nuestra mientras suena cualquiera de las canciones que todos tenemos en la cabeza para 'nuestros momentos'.

Pero incluso con ese romanticismo de libro (o de Hollywood) a cuestas, sigo prefiriendo las otras formas en las que se ama y en las que se pierde el amor, las que nos tocan el alma porque somos protagonistas indiscutibles de una realidad no tan rosa, pero sí mucho más intensa.
Así que, aquí va la canción:




This is the way you left me,
I’m not pretending.
No hope, no love, no glory,
No Happy Ending.
This is the way that we love,
Like it’s forever.
Then live the rest of our life,
But not together.
Wake up in the morning, stumble on my life
Can’t get no love without sacrifice
If anything should happen,
I guess I wish you well
A little bit of heaven, but a little bit of hell
This is the hardest story that I’ve ever told
No hope, or love, or glory
Happy endings gone forever more
I feel as if I feel as if I’m wastin’
And I’m wastin’ everyday
This is the way you left me,
I’m not pretending.
No hope, no love, no glory,
No Happy Ending.
This is the way that we love,
Like it’s forever.
Then live the rest of our life,
But not together.
2 o’clock in the morning, something’s on my mind
Can’t get no rest; keep walkin’ around
If I pretend that nothin’ ever went wrong, I can get to my sleep
I can think that we just carried on
This is the hardest story that I’ve ever told
No hope, or love, or glory
Happy endings gone forever more
I feel as if I feel as if I’m wastin’
And I’m wastin’ everyday
This is the way you left me,
I’m not pretending.
No hope, no love, no glory,
No Happy Ending.
This is the way that we love,
Like it’s forever.
Then live the rest of our life,
But not together.
A Little bit of love, little bit of love
Little bit of love, little bit of love [repeat]
I feel as if I feel as if I’m wastin’
And I’m wastin’ everyday
This is the way you left me,
I’m not pretending.
No hope, no love, no glory,
No Happy Ending.
This is the way that we love,
Like it’s forever.
To live the rest of our life,
But not together
Mika, 'Happy Ending', de su disco 'Life in cartoon motion'

domingo, enero 20, 2008

Me apetecía

Me gusta mucho este disco, anima. Y me gusta el título de esta canción.




Y, como siempre, aquí va la letra por si queréis gritarla.

We stay moving around solo
Ask us where you at
We don’t know and don’t care (don’t care)
All we know is we was at home cuz you left us there
You got your boys and got gone and left us all alone
Now she in the club with a freaky dress on
Cats dont want her to keep that dress on
Tryna get enough drinks in her system
Take her to the telly and make her a victim
Patrone on the brain
Ball Player in her face
They shake the spot
She’s just another case
Easy for a good girl to go bad
And once we gone
Best believe we gone forever
Don’t be the reason
Don’t be the reason
You better learn how to treat us right
Cuz once a good girl goes bad
We die forever
He stay with the flock of them o ya
Got a girl at home but he don’t care
Won’t care
(Won't care)
All he do is keep me at home
Won’t let me go no where
He thinks because I'm at home
I won’t be gettin’ it on
And now im finding numbers
In the jacket pockets
Chicks calling the house
Non-stop
It’s getting out of control
Finally I can’t take no more
He finds a letter on the stairs
Saying this is the end
I packed my bag and left with your best friend,
Oh Easy for a good girl to go bad
And once we gone
Best believe we gone forever
Don’t be the reason
Don’t be the reason
You better learn how to treat us right
Cuz once a good girl goes bad
We gone forever
We stay moving around solo
Ask us where you at
We don’t know
And don’t care (don't care)
All we know is we was at home cuz you left us there
You got your boys and got gone and left us all alone,
Oooooh
Easy for a good girl to go bad
And once we gone
Best believe we gone forever
Don’t be the reason
Don’t be the reason
You better learn how to treat us right
Cuz once a good girl goes bad We gone forever
We gone forever
We gone forever

Dormir

Cuando entro en la cama y la encuentro fría me acuerdo de ti. De cómo me calentabas las sábanas para que no sintiera pereza de dejar la manta acogedora que me tapaba en el sofá. De cómo me abrazabas o me abrazaba a ti para sentir la piel y el calor y la cercanía y el amor. Conversaciones en mitad de una oscuridad iluminada por palabras balance del día, propuestas de futuro, sentimientos compartidos o solitarios. Los sueños eran otros, en ocasiones los mismos que cuando soy yo la que remueve el edredón hasta encontrar ese pequeño hueco que todos buscamos para guarecernos de la oscuridad y sentir que podemos cerrar los ojos tranquilos porque nada va a pasarnos.

Y nada me ocurre, salvo el suave balanceo de los sueños que me despiertan a veces con una sonrisa en los labios, porque son esos mundos que tantas veces visité y se convirtieron en reales por haberme acompañado más noches de las que llego a recordar. La ausencia no es tan palpable entonces, porque descubro que siempre se duerme solo. El sueño es nuestra parcela individual preludio, quizás, del sueño que será más largo. No dejaríamos a nadie descubrir los caminos por los que nuestra mente vaga de noche, cuando por fin tiramos todas las barreras que protegen lo más recóndito de nuestro ser frente a la hostilidad de lo externo, lo que no alcanzamos a interiorizar para convertirlo en nosotros.

Siempre soñé sola. Es quizás la certeza de esta frase lo que me hace comprender que camino ya con pies firmes sobre suelo que pensé mojado. Quizás porque no quise incorporar a nadie, quizás porque nadie supo añadirse a mis sueños, quizás porque es lo que prefiero pensar ahora, cuando entro sola en la cama y descubro que mi propio calor también es capaz de dibujar en la noche todo aquello que puede ser, será o pretendo.

domingo, enero 13, 2008

¿Sevilla no me quiere?


Por fin vuelvo de una gripe espantosa. 39 y medio de fiebre durante tres días, la cabeza a punto de explotar, los huesos doliéndome (oye y ni crecí ni nada), los mocos asfixiándome, la tos ahogándome también... Y mis cuatro últimos días de vacaciones a la mierda (o a la cama), en una convalecencia que, ¿qué es lo único que me ha permitido hacer? Pensar, con lo malo que sabéis que es para mí.


Pero esta vez no voy a volver a la misma historia, no. Os voy a plantear mis conclusiones más lúcidas, logradas a pesar de la fiebre. Y es que, veréis, he hecho un pequeño balance médico. A ver, estuve en Oviedo dos años, durante los cuales me quedé dos veces afónica, cogí una gripe (importada de Sevilla) y tuve mis habituales jaquecas de mudanza (cada vez que me mudo de ciudad el primer mes es horroroso porque, como suelen estar a diferentes alturas las ciudades a las que me traslado, las migrañas se me acentúan hasta que me adapto a las nuevas presiones atmosféricas. Suena raro, pero me pasa).

En Sevilla llevo diez meses. He sufrido dos gastroenteritis víricas, dos gripes (en las tres últimas semanas), una caída que me provocó tendinitis 'pata de ganso', las habituales migrañas de mudanza, varias épocas de afonía y he perdido unos cuatro kilos (que os parecerá poco, pero es que vuelvo a estar por debajo de los 50 y eso no es bueno).

Visto todo, las cuentas no me salen... Vamos, que creo que Sevilla intenta decirme algo y me temo que es que no me quiere... Si ya sabía que la reconociliación con mi ciudad no iba a ser tan fácil, que diez años de querer vivir en otro sitio a toda costa iban a tocar su pobre corazón que, ahora, parece clamar venganza de la más cruel: atacando mi salud.

Porque no me negaréis que tal racha de enfermedades, accidentes y demás (que no pongo las caídas sin daños exagerados, porque total...) no parece casualidad, hay una mano negra detrás...

Pues que sepáis que no me voy a dar por vencida. Que a Dios pongo por testigo que recuperaré toda mi salud, disfrutaré como una enana de mi tierra y recuperaré el peso perdido... Aunque sea lo último que haga.

lunes, enero 07, 2008

Retrospectiva

No estaba muy por la labor de hacer un balance de 2007. Mis ánimos preferían seguir anclados a este presente al que me estoy aferrando con las dos manos porque pasado y futuro se me difuminan en la mente y me dejan los pies colgando. Pero Unaexcusa me hizo cambiar de idea, al comentarme, básicamente, que aunque un suceso haya eclipsado a otros, realmente he vivido muchas cosas que merecen recordarse.


Veamos, la Nochevieja de 2006 estaba en Asturias, tras un viaje en bus de doce horas, y con una gripe que me impidió ir a celebrar el Año Nuevo con amigos. Los mocos y la tos también me impidieron tomarme las doce uvas, por primera vez en años, por lo que quizás ese fue el motivo de que mi deseo (que mi destino fuera en Asturias) no se cumpliese.


De manera que me las deseaba yo muy felices por haber aprobado la plaza con un buen número y el uno de enero me imaginaba con este trabajo estable, con un piso en propiedad (del banco, ya saben), elegido con mi pareja y con el amor rebosando por los poros...


Pero llegó febrero, y me mandaron para Sevilla. Y aquí que me vine más triste que la mar (definitivamente 2007 ha sido un gran año de lágrimas) y sin parar de moverme para poder volver a mi 'tierra querida', para estar al lado de la persona por la que dejé mi ciudad natal con la idea de que fuera para siempre. Esta vez decidí que, a pesar de la distancia, las condiciones, la putada de estar de nuevo separados tras dos años de convivencia; sería feliz mientras estuviera en Sevilla... Y resultó que empecé a serlo tanto, a sentirme tan libre, a agobiarme tanto por pensar en la que se suponía que iba a ser mi vida futura, que llegaron las dudas.


Dudas, silencios, discusiones, malos entendidos, malas explicaciones (supongo, porque aún no se me entiende), el peor verano de mi vida y la conclusión fue que se terminó. Que seis años de amor pasaron a ser un cariño que no dejo de sentir, pero que no es suficiente para aceptar compartir el resto de mi vida con una persona.


Y todo esto en una cabeza, la mía, como siempre llena de contradicciones. Porque he sido y soy muy feliz y muy triste a la vez; me siento querida y abandonada; segura y perdida; decidida y con la insoportable duda de hacia dónde me dirijo...


Mientras tanto, me reencontré con amigos, disfruté de viajes continuamente aplazados, descubrí que a veces, felizmente, me desbordo, hice cosas que jamás pensé que haría sin ningún remordimiento, conocí a personas maravillosas (a ver si se quedan por algún tiempo), aprendí capoeira (poquita, lo sé), me quité lastres que sólo yo me había impuesto y descubrí que la edad no es un impedimento para vivir la vida, que me puedo cuidar mucho y bien y que es estupendo ser como soy.


Y está claro que la tristeza sigue rondando mis ojos, y las dudas. Pero también sé que, en un tiempo, veré 2007 como un año tremendamente positivo sin ningún asomo de duda. Porque, en todo, lo he vivido apasionadamente, que es como me gusta.

domingo, enero 06, 2008

Berlín

Pasear por Berlín me ha provocado sentimientos encontrados. Mi primera impresión fue agridulce, porque la iluminación escasa (respetuosa con el medio ambiente, me encanta) en una ciudad desconocida a las once y media de la noche sin un alma por la calle a quien preguntar siempre da algo de intranquilidad... Tonta, porque me sentí luego relajada y segura. El calor del hotel me hizo replantearme mi primera impresión, y salí a la mañana siguiente con el ánimo elevado y los pies flotando por la felicidad de estar allí.


Pero parecía que Berlín se me iba a resistir, la Puerta de Brandenburgo fue una desilusión ¡Qué pequeña! Y con tanto preparativo para la Nochevieja desluciéndola un poco, fue como cuando vi a la Cibeles la primera vez (lo sé no son comparables, pero el sentimiento sí), que me quedé más planchada... Pero sabía que la ciudad no me podía defraudar, bastaba con dejarse llevar por ella...





Pasear por los alrededores de la Puerta de Brandenburgo es descubrir la solemne majestuosidad del monumento al Holocausto, representación, en mi opinión, bastante fiel del absurdo de un exterminio por motivos equivocados (cualquier matanza siempre es equivocada) y recuerdo perenne de que no deberíamos estar permitiendo que se repitiera.



Y también es conocer el Reichstag (sede del Bundestag o parlamento alemán), con la cúpula de cristal diseñada por Norman Foster y a la que no subí para disfrutar de las vistas de Berlín a mis pies por culpa de mi horroroso vértigo y la cola, que era enorme. Pero no me hizo falta subir, el edificio en sí, y su ampliación megamoderna al otro lado del río, con sus cristaleras, su actualidad radical, ya me cautivaron, como lo hizo el paseo hasta la residencia de la señora Merkel, y es que un parque berlinés (Tiergarten es la leche) es para mí sinónimo de bosque, o casi.





Así que, la desilusión de la puerta de Brandenburgo fue borrada de mi cara por una sonrisa de 'esto es increíble' que continuó mientras andaba entre las diferentes embajadas, me acercaba a la Postdamer Platz y empezaba a percibir la vida de una ciudad, aparentemente callada y casi solitaria (¡qué poquita gente por la calle!), pero realmente vibrante y cautivadora.









Ver la puerta de Brandenburgo tiró uno de mis mitos, pero de forma negativa. Sin embargo, escuchar el alemán me derribó otra concepción errónea, porque el idioma no me pareció tan duro escuchado detenidamente. Complicado sí, pero no tan seco como siempre me pareció.




Y ¿qué decir de la isla de los museos? No entré en todos, me saturo demasiado rápido ante las obras de arte, pero hice caso a Moony y no me resistí a contemplar cara a cara a Nefertiti, que parece que te va a hablar en cualquier momento, y de belleza cautivadora.






El Museo de Pérgamo también me dejó sin aliento, y un simple paseo entre esos majestuosos edificios me hicieron pensar en otras épocas, en otras formas de pensar, en el continuo intento del hombre por permanecer, ser recordado, atrapar todo lo que pueda ser riqueza (ahora no parece estilarse, pero antes la cultura era un valor en alza, saquear culturalmente una nación era dejarle sin su pasado, sin su historia, sin su propia identidad).






















La Alexander Platz me dio frío, mucho frío... Pero es que todo es de grandes dimensiones, porque la Columna de la Victoria, Siegessäule (a la que tampoco subí, este miedo a las alturas me tiene frita), ahí, tan inmensa en mitad de la nada que no es la nada, es la ciudad, pero que destaca... No tengo palabras para describirlo...





Por supuesto no pude irme sin la 'original' foto junto a un trozo de muro, en este caso el cercano al Check Point Charlie, antiguo límite entre la zona americana y la soviética. Lo han reconstruido y no sé si realmente eso le ha hecho perder su encanto, porque ahí estábamos todos los turistas como tontos intentando sacar una foto sin que saliera otro turista... Creo que un poco lo logré.


Me faltaron por visitar algunas de vuestras recomendaciones, los palacios, por ejemplo, pero creo que he vivido bastante Berlín, por los paseos, las visitas a museos, las salidas nocturnas, las comidas (sí probé el mangolassi: de rechupete)... Vamos, un viaje para recordar.

sábado, enero 05, 2008

Frohes neues Jahr!

O como diríamos por aquí ¡feliz Año Nuevo! Mi viaje a Berlín ha sido genial, estupendo, maravilloso, justo lo que necesitaba. Es curioso como algo puede provocarte algunas cosquillas en el estómago y, en un plis plas, darte cuenta de que has encontrado gente de la que podrás ser amiga para toda la vida. Las dudas sobre si se puede reír más de cuarenta y ocho horas seguidas son despejadas y entras al Año Nuevo no sólo con el pie derecho, sino de cabeza y con el completo convencimiento de que será un gran año...




Lo que os decía, que me fui a Berlín con un cierto temor porque no conocía a todo el mundo que iba, y allí descubrí que los amigos de mis amigos son encantadores, que los alemanes no son tan siesos como los había imaginado y que me encanta aunar costumbres de despedida y bienvenida del año.
Porque este 31 de diciembre no sólo he seguido las tradiciones españolas para entrar a 2008 con buen pie, también las alemanas, así que, ¿cómo podrían estropearse los próximos doce meses?
Comenzó la noche con una cena de Nochevieja extraña, en un kebab, y continuó (¿cómo se puede comer tanto?) en casa de un amigo de un amigo (ya sabéis, las mejores fiestas). Allí probé el dulce típico de Año Nuevo alemán, que es como un donuts relleno de mermelada de cereza, pero mucho más ligero (y tanto, que pensé que no podría con el primero y acabé comiéndome dos).
Cerca de las doce de la noche todos callamos y nos sentamos para ver un viejo clásico. Supongo que este corto será para ellos como es para nosotros '¡Qué bello es vivir!', sólo que en un tono de risa que, a pesar de saber los diálogos de memoria, no pararon de oírse las carcajadas...




Después de las risas tocó subir a la azotea, nosotros, los españoles, a tomar nuestras doce uvas al son de mis gritos (es lo que tiene no tener canal internacional); los alemanes a tirar cohetes, fuegos artificiales y petardos como si de profesionales falleros se tratasen. Y es que están locos estos germanos, que diría Obelix, porque celebran el Año Nuevo lanzando fuegos artificiales desde sus ventanas, azoteas, calles y patios en un no parar durante al menos 20 minutos, entre abrazo y abrazo y trago de cava, cerveza, whisky, vodka o lo que se tercie. Así que, después de engullir nuestras doce uvas nos unimos a la fraternidad, a los abrazos, las risas y las miradas alucinadas de tanto juego de color en el cielo... Claro que, al no ser profesionales hay sus accidentes, porque a Anthony casi le deja sin cabeza un cohete que no explotó y cayó a la azotea a plomo...





Al bajar toca seguir otra tradición: bleigießen. Se trata de fundir al fuego de una vela una figurita de plomo (en mi caso unas flores) y lanzarla al agua fría. La figura que se forma es un augurio para 2008. En mi caso, el alien extraño que se formó, visto en sombras, que es lo que se hace, supuso, según Al. el avance de que este año visitaré París... Y yo no lo llevé la contraria, oye, que aún no conozco la capital francesa...



A pesar de todo lo que habíamos comido y bebido (soy abstemia pero me harté de agua y zumo je je) aún había ganas de marcha, y nos fuimos a uno de los sitios más cool en los que he estado. Los berlineses, que lo aprovechan todo, han recuperado una zona industrial en decadencia para convertirla en una zona de marcha con las discotecas más in del momento. Con un frío que pelaba nos tuvieron esperando, pero mereció la pena ver a los alemanes botando con ritmos españoles, porque sí, pusieron música de Manu Chao (ya sé que es internacional, pero canta en español), Lucrecia (quién me lo iba a decir) y alguno más que, cómo comprenderéis, no recuerdo.


En fin, que volvimos al hotel embriagados de Berlín, de su marcha y contentos de haber entrado a 2008 con tan buen pie.

Prometo actualizar con más fotos de esa noche, es que hicieron más mis compañeros de viaje y me las tienen que enviar...