Mi visita a Roma ha sido relámpago y agotadora, porque no he parado de andar y verlo todo. Sin embargo, sin cenas románticas, pero sí con comidas; sin paseos de la mano a la luz de la luna, porque llovía, y sin la parafernalia que se supone que implica el romanticismo, Roma me ha gustado tanto, en parte porque la he compartido con una persona especial.
Con eso me valía para mantener un recuerdo bonito de esa ciudad, pero como se añade que mis circunstancias no van a ser las que esperaba, al menos sé que me quedan las fotos y Roma para saber que siempre se puede ser feliz y que la ciudad no importa tanto.
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