sábado, mayo 30, 2020

No vida

¿Sabéis lo que es tener clarísimo que está en tu cabeza y no conseguir que el cuerpo responda a la lógica aplastante? ¿Comprender con absoluta certeza que soy yo, que no hay nada fuera, pero no evitar que cada músculo esté en posición de defensa y huída? ¿Intentar empujar las piernas, mientras los pulmones quieren colapsar y el corazón se dispara como si estuviera corriendo una maratón en segundos, al mismo tiempo que el cerebro grita "¿qué narices estás haciendo? ¡sal de una puñetera vez!"?

Esa es mi vida en las últimas semanas. 

Contemplar desde dentro y desde fuera a la vez cómo estoy dividida en dos partes que ni siquiera son cuerpo y mente, porque son cuerpo y mente juntos y todo revuelto. Frustrarme por tenerlo claro pero no ser capaz de dar el paso, ni figurada ni literalmente. Tener ganas de llorar y de darme patadas a mí misma. Sentirme tan idiota como me verán los demás, o algunos de los demás, por tener un miedo irracional a algo que llevo haciendo desde la adolescencia: dar un paseo sola. 

Escribo esto desde mi sofá pensando que parece irreal porque aquí, segura, sin ver la calle, ni la gente que hay en ella, ni las mascarillas, ni los coches, ni todo lo que ha vuelto porque eso es la vida, no se siente que haya ocurrido nada. Que sólo estoy inventando una distopía barata y mala porque ninguna protagonista se quedaría en un rincón mirando la vida pasar. Eso sería una novela existencialista, también mala, pero no una distopía. En la ciencia ficción el personaje batallaría, crearía vacunas en semanas, alimentaría a los necesitados, llevaría cuchillos, armas y sonreiría de medio lado. 

Sin embargo, resulta que en esta realidad que me ha tocado vivir y que desde niña me dije que no ocurriría porque moriría antes de que pudiera pasar, no batallo, no salvo a la humanidad, no rescato el último vestigio de nuestra civilización. Apenas me auxilio a mí misma, como para ser la heroína de nadie.

Y no me entendáis mal. No cuento esto para daros pena. Ni siquiera me doy pena yo, siempre supe que soy una cobarde. Lo cuento para intentar sacar de mí la angustia incontrable y transformarla en una historia. Como esas que llevo creando toda la vida para hacer reír a los demás, o para quitarle hierro, o simplemente porque es quien soy. 

Pongo mi ansiedad por escrito para ver si es hoy el día que en lugar de repetirme una y otra vez: "esta noche salgo, esta noche va a ser el día, esta noche caminaré al menos diez minutos y estaré tranquila", sea el momento en que no me digo nada y simplemente abro la puerta.


4 comentarios:

JASP dijo...

Es un momento complicado para todas las personas, pero siempre hay una mano para alguien, lo llevamos en nuestra identidad. Aquí tienes la mia. No abriré tu puerta, pero puedo esperarte en la calle.

Isabel Sira dijo...

Gracias. Perdona si he olvidado tu nick, pero ¿nos conocemos?

Lu dijo...

Comprendo todas y cada una de tus palabras.
Creo que, en parte, me da la sensación de alivio.

Isabel Sira dijo...

Lu, me alegra que te dé alivio y lamento que comprendas lo que explico, porque quiere decir que compartimos un momento complicado.