Desde diciembre que pude retomar mis actividades deportivas acudo a clase de aquafitness al menos tres veces por semana. Como hay mucha demanda y sólo hay 22 plazas siempre voy un poco antes para apuntarme y, en tanto empieza la clase, me gusta mirar a los niños pequeños aprender a nadar en la misma piscina poco profunda en la que, después yo, recibiré mis clases de aquafitness.
Me encanta ver cómo esos niños tienen mucho menos miedo al agua que yo, disfrutan, se divierten y, también, les tengo un poco de envidia... Entre otras cosas porque a ellos les dejan usar una especie de colchonetas rectangulares semirígidas y a nosotros no. He pedido varias veces a los monitores que me dejaran subirme a ellas al terminar la clase infantil y siempre se habían negado. Pero como soy como soy, sólo estaba esperando mi momento, que llegó el viernes pasado.
Como siempre estaba mirando cómo acababan las clases sus niños y de repente vi que uno de ellos salía de la piscina tambaleante y me dirigí a recogerlo, porque han pintado el suelo de la piscina y ahora resbala de miedo. Le ayudé a subirse a estas colchonetas, colocadas tres de ellas seguidas, y vi cómo caminaba por ellas con paso seguro hasta llegar al final y tirarse a la piscina... Y me dio mucha envidia.
Era ya tarde así que el monitor cogió al niño, que no llega a los dos años y se fue con él a secarlo y llevarlo con sus padres... Y entonces vi mi oportunidad, con casi todos los monitores distraídos con los niños, un amigo animándome desde la piscina grande y mi poca cabeza, puse un pie sobre las tres colchonetas para ver si aguantaban mi peso... Un poco tarde. Uno de los monitores más jóvenes que me vio, salió corriendo y, para mi sorpresa, en lugar de decirme algo corrió él sobre las tres colchonetas y se lanzó con una pirueta a la piscina.
Su actitud, aparte de asombrarme, me resultó una provocación obvia y, con los meses de deseo empujándome, me quité rápidamente las chanclas y comencé a andar por las colchonetas... Que resultaron no ser tan estables como yo pensaba. Aquello empezó a llenarse de agua y tambalearse peligrosamente y pensando en la poca profundidad de la piscina (1,20 metros) lo que me había parecido una idea genial no me lo pareció tanto, y fue ralentizando mi paso, cada vez más insegura, hasta que me paré completamente.
En esos momentos ya no era sólo el monitor que me había precedido el que me estaba mirando. Como este chico se había puesto a gritarme (tiene un torrente de voz que parece que usa megáfono cada vez que habla) que qué estaba haciendo, que yo sabía que eso no estaba permitido, etcétera, ya estaba casi toda la piscina mirándome para ver qué estaba pasando.
Y ahí me tenéis a mí, haciendo equilibrios cual surfista, escuchando al monitor diciéndome que si me caía de espaldas y me daba de nuca contra el borde (peligrosamente cerca, pero no lo suficiente como para tener confianza en dar marcha atrás) el gimnasio no se haría responsable y pensando, durante el minuto más largo de mi vida, cómo salir de ese embrollo.
Obviamente, la alfombra de tres colchonetas a esas alturas se había converitido en dos colchonetas flotando a la deriva y sobre la que yo estaba permanecía entre enganchada en el borde y soltada... Y no pude aguantar más. Con cierto miedo, pero ya sin dudas, pegué un salto hacia delante y caí sobre mis pies (afortunadamente me dio la cabeza como para encogerme) en el agua... Sin gorro, sin gafas...
Cuando salí sólo vi a otra de las monitoras entre divertida y asustada, y el monitor que seguía gritándome que no llevaba gorro, que incumplía las normas de la piscina y que venía hacía mí... Que ya corría a por mis zapatillas abandonadas al borde de la piscina, para tirárselas a la cabeza... E incumplir una norma más de la piscina...
Lo mejor de todo es que aún no me han prohibido la entrada en las clases de aquafitness... Y que he descubierto la forma de volver a subirme a las colchonetas sin que me pase lo mismo de nuevo...
8 comentarios:
Al final ... ya veras como te haces daño ... que ya tienes una edad!!. y anda que tu compañero animandote y picandote ya le vale.
Menos mal que hubo final feliz.
Un beso
M. Jesús, esa forma de decirme vieja no me ha gustado nada :P
Y sí, lo de mi amigo es muy fuerte. Lo mejor fue el momento surf sobre la plataforma y con cara de, 'y ahora, ¿qué?'
Pero vas a volver a subirte? Tú estás loca perdía, tú.
Los viajes, pero ¿tú sabes lo diver que fue? ¡Quiero repetir! Pero voy a dejar un tiempo prudencial,que no quiero que me prohíban la entrada en la piscina...
Eres la leche.
Suntzu, no sé si los de la pisci opinarán lo mismo jajaja jajaja. Pero, tú sabes, tengo que mantener el espíritu joven jajaja jajaja (Y está claro que con ese comportamiento nadie se atreve a echarme mi edad jajajaja)
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