Hay una cierta luz de la tarde que sacude los malos pensamientos e ilumina todos los rincones de cualquier alma. Una luz que deja un cielo azul casi irreal y que forma unas sombras que no podrían asustar ni al más cobarde, porque se convierten en grata compañía pegada a los pasos.
Es la luz que casi siempre me recuerda los cielos de Melilla, que no se me escapan de la cabeza, porque nunca vi cielos que me marcaran tanto. Y es la luz bajo la que me gusta pasear, sola, con música o atenta a los ruidos de la calle, mirarla, contemplar su efecto en los edificios y dejar, como pocas veces, vagar libre a mi mente porque sé que, bajo ella, no habrá malas ideas, no vendrán oscuros recuerdos, no me dejaré llevar hacia donde no quiero.
Y en ese deambular puedo pensar que hay futuro y pasado, pero que lo que tengo en ese preciso instante es un presente muy halagüeño. Suele, además, coincidir que en estos caminares en soledad tropiezo con personas perdidas en el tiempo, cuya presencia me redescubren partes de mí quizás también extraviadas. Personas con esa sonrisa franca que solo puede contestarse con otra sonrisa amplia, amplia.
Y son esa luz, y esos vagabundeos, y esa soledad a veces interrumpida, parte de mi reconciliación con mi ciudad. Hay veces que merece la pena mirar al cielo.
14 comentarios:
Siempre merece la pena mirar al cielo!!!!
Con más motivo si llueve o esta gris ... porque será por donde salga el sol!!! ea!!!
Un besote linda!!
Siempre merece la pena mirar al cielo!!!!
Con más motivo si llueve o esta gris ... porque será por donde salga el sol!!! ea!!!
Un besote linda!!
El sol influye en nuestra mente más de lo que pensamos.
Saludos.
qué bonitos los cielos de melilla, descritos así. qué bonito que sean las 8 de la tarde y el cielo esté naranja aún...
Qué pasada, Arwen. Ayer por aquí hubo un aterdecer preciosos y como tenía cena salí a eso de las 8 y media de casa para ir a la parada del bus. Me separa un paseíto y vivo en una zona residencial con jardines, caminos y parquecitos. Me sentí casi de la misma manera que describes tú.
No sé si hablamos de la misma hora, pero a mi me gusta pasear cuando está a punto de hacerse de noche pero aún es día, ne estos días largos de abril y mayo. A esa hora me sucede lo que describe tu primera frase.
Ana, tienes razón.
Neurotransmisores, igual que la luna, sí. Influyen mucho.
Goldengate(d), la foto, de todas formas, es de Sevilla, de su catedral. Y mola mogollón que a las ocho sea de día.
Sagutxo, me alegra que disfrutaras de un momento así.
Paupablo, justo justo.
Besos soleados a todos.
Esa es una hora de paz si tienes la suerte de estar caminando por algún lugar tranquilo. Es lo mejor de la primavera.
Es una reflexión preciosa. Igual que la foto. Me ha recordado una canción de Silvia Penide, Mi cielo... Y me he puesto a tararearla mientras releía tu post. Me ha encantado, Arwen.
Un gran gran beso
Peritoni, la verdad es que sí.
Ulyanov, a veces Sevilla me deja estampas como esa...
Echo de menos los atardeceres de mi tierra, cuando el cielo se vuelve púrpura, rosa y dorado, mirando al mar. No, si me vas a hacer llorar y todo.
Jo, Kupe, no me digas eso, que no era mi intención... Seguro que allí también tienes bonitos atardeceres, aunque sean diferentes.
....y ahora la luz de la primavera se vuelve más hermosa que nunca.
la foto....yo miro al cielo cada vez que veo ese tren que nos han puesto en la ciudad, me mata el alma porque mata las cositas bellas de mi ciudad.
besos
Ozkelui, al menos ahora parece que van a dejar quitadas las caternas esas o como se llamaran. Por si acaso, aproveché e hice unas cuantas fotos justo después de Semana Santa, para que no salieran cables ni palos de hierro...
Y sí, la luz de la primavera es hermosa.
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