domingo, junio 25, 2017

Olvido

Oí por ahí que los humanos no tenemos memoria térmica y por eso cada verano nos parece el más caluroso de nuestra vida. Ni sé si es verdad. Y, sin embargo, hoy me agarro a esta idea. 

Puede que ése sea el motivo por el que no recuerdo el calor de tu piel en la mía. La temperatura de tus labios recorriendo mi cuerpo provocando frío y calor. El fuego que nos encendía tantas veces y nos consumía como a las cerillas de las que sólo quedan unos restos míseros, apenas cenizas. 

Puede que esa falta de memoria sea la que me impide re-sentir la calidez de tu abrazo, cuando sabías que sin él caería. El abrigo de tus palabras, que calentaban hasta los más gélidos rincones de mi ser, como las buenas calefacciones. El candor de tu discurso, para convencerme de que podía. Y pude.

Será nuestra desmemoria congénita de la temperatura en la que pierdo la sensación de tu fuego dentro de mí. La explosión que ardía placenteramente y me enseñaba que la sangre es caliente cuando hay vida. La quemazón de tu mordisco apasionado sobre mis hombros desnudos, el deseo de quemarme y acercarme al sol para ello.

Quizás es cierto que no tenemos memoria. O, quizás, simplemente, se diluye en mí tu recuerdo, frío sobre aquella metálica mesa, para no ahogarme en las lágrimas que oprimen mi pecho. 

A A., que me inspiró sin quererlo.

2 comentarios:

M. Jesús dijo...

Me encantó ... como siempre.

Isabel Sira dijo...

Gracias.