De poco sirve levantar apenas polvo con tus pisadas porque quien viene detrás sabe descubrir tus huellas para seguirte hasta rincones que pensaste olvidados y que reaparecen por sorpresa para remover tus entrañas y no dejarte descansar en el dulce calor de la desmemoria. Suavemente pasas por la vida tratando de borrar el más mínimo rastro de una existencia que duele demasiado como para obviarla.
Zigzagueas impunemente por alejarte del camino y sólo consigues marcar a más personas que serán tu estela, de las que te alejas sin pensar más en ello, sin caer en la cuenta de que desaparecer es imposible porque habrá quien te recuerde y quiera continuar la senda que abriste con palabras vanas a las que se les dio excesiva profundidad por no conocer el verdadero significado de unos vocablos inútiles para desentrañar el fuego que arde en tu interior.
Vas ligero de equipaje, o eso piensas, hasta que te chocas contra el muro de tu pasado, que se vuelve presente porque fuiste incapaz de dejarlo atrás. Se quedó atado a lo más recóndito de tu memoria a la espera del momento inesperado en que resurgir para hacer a tus pies parar, hundirse en la arena y acabar con tus ansias por no levantar las cenizas del mundo que está desapareciendo ante tus ojos, imagen irreal de la verdadera naturaleza que te rodea y que tan bien has sabido camuflar al no asumir tu historia.
El verde de la esperanza podría diluirse, entonces, si no fuera porque las alas que llevas escondidas en tus ojos, llorosos tantas veces, te permiten levantar el vuelo para no sumergirte en un mar de desesperación que siempre has vadeado con suerte porque nunca has querido hundir tu mente en las intrincadas pesadillas de vidas ajenas, pero indefectiblemente unidas a ti.
Desde esa altura tu rastro parece perderse, pero no debes confiar en que la soledad del ocaso sea lo que andabas buscando. Vuelve la memoria a tu cabeza para remover ideas concebidas en noches de insomnio bajo lunas demasiado conocidas como para dudar de su clarividente luz. El descenso es inevitable para retomar aquel sendero en el que, cuidadosamente, posas tus pies para no levantar polvo, no dejar huellas, sentir que nadie te sigue, aunque sepas que no andarás solo por esa senda.
9 comentarios:
Chiquilla que relatos mas bonitos cuentas. Cada día me gusta mas entrar a pasear por aquí.
Un besico apañá!
¿Mande?
Que he dormido cuatro horas y no sé si interpreto lo que no debo interpretar...
Etiquetas: paranoias ficción
Nunca dos palabras definieron tambien un texto.
Buen texto, pero si andas un poco apardalao no lo entiendes hasta la segunda o tercera lectura..
Fe de ratas:
Donde pone Tambien, debe poner Tan Bien
Cruzcampero, gracias y me alegro de que consiga engancharte lo que escribo.
Unaexcusa, no sé qué interpretas, no hay mucho que interpretar, en cualquier caso, es sólo un texto, ficción, por eso puse esa etiqueta. Obviamente, como todo escrito tiene parte de mí, de mi pasado, de mi presente, pero también es irreal.
Javier, siento espesarte a ciertas horas. Pero, mira, salgo ganando, porque si te incita a releerlo es que te gustó, lo quieres entender y tienes el suficiente interés como para intentarlo. Así que, gracias.
jo chica que envidia eso de escribir tan bien, a ver si consigo que esa persona que conoces ligada intimamente a mi tambien colabore en mi blog de vez en cuando y le da un toque de cultura.
Precioso.Te superas en cada texto, de verdad. Da un gusto leerte estando tan lejos... Dentro de poco, mis pasos volver'an a seguir tus huellas.
Paranoias...??? Bueno, son cmo sueños, pero elevados a lo extremo, no?
Ficción: Como la realidad tocada con la punta de los dedos.
Besos Arwen. Comparto la opinión de los lectores. Fabulosos textos.
Mai
Sólo gracias, estoy colorada...
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