Hay momentos en los que me gustaría dejarme arrastrar. Adentrarme en ese pozo que tanto conozco, en esa oscuridad que me deja alelada, en un mundo paralelo del que quiero salir mientras me encuentro tan a gusto, porque no tengo por qué explicarme nada, porque me puedo abandonar en mí misma y sentir lo que me dé la gana y llorar por lo que quiera o por nada y contemplar que el tiempo va pasando y que todo acabará, porque en este mundo todo acaba, lo bueno y lo malo.
Hay momentos en los que no sé si ya me está llevando la corriente o estoy anclada en ese punto que me obligué a atar y reatar para no perderlo de vista y seguir de pie, aunque mi cuerpo tienda a caer para no tener que seguir mirando al frente. Porque me canso de mirar, me canso de sentir, me canso de encontrarme con una vida que es lucha, y cuando no lo es no me doy cuenta porque estoy pensando en la próxima marea que intentará arrastrarme.
Pero, muchas veces, me pongo a escuchar a las sirenas, me permito el embrujo de su canto para que me atrapen y me arrastren y me lleven y me dejen a la deriva para disfrutar de ese rincón en el que nunca dejaré meterse a nadie.
Hay momentos en los que todos deberíamos llorar y poder abrazarnos.
3 comentarios:
Alguien dijo alguna vez que el hombre libre es aquel que no teme llegar al final de su pensamiento. Yo añadiría "ni de sus sentimientos". A veces llevamos mucho acumulado dentro y ni siquiera nos damos cuenta por el tipo de vida que llevamos. Pero es bueno (y necesario) pararse, mirarse al espejo y enfrentarse (o aceptar) lo que uno ve a su alrededor (y en su interior).
Para eso acudo yo a mi refugio interior, a ese sitio en el que me descubro o me re-conozco. Por eso a veces no salgo o la gente cree que estoy deprimida. Y no es eso: es que todos necesitamos una puesta a punto y una conversación con nosotros mismos de vez en cuando.
Completamente de acuerdo con lo último.
¿Sabes? Yo empecé a estar bien cuando, de algún modo, acepté que efectivamente la vida siempre es lucha. Y no me quedó otra que asumirlo y enfrentarme a ella con mi mejor cara. A partir de ahí encontré infinidad de momentos que merece la pena disfrutar. Esa es mi felicidad.
Un beso
Tomo nota platinum, aunque la verdad es que empezaba a darme cuenta por mí misma.
Yo también vivo de pequeños momentos que procuro alargar lo más posible.
Publicar un comentario