viernes, marzo 30, 2018

Reconciliación

Hice muy buen trabajo borrando el rastro de mi memoria. El dolor fue tan intenso que arrasé hasta con momentos felices que aparecen difuminados en un paseo sin rumbo que me lleva a los lugares por donde transcurrió mi infancia.
Hice tan buen trabajo que las cientos de reconstrucciones de mi vida no pueden ser llamadas como tales. Reedificar supone partir de unos cimientos, inexistentes en mi caso. Podría hablar de reinventar, pero incluso así sería necesaria una base con la que hilvanar las nuevas realidades de mi persona. Por tanto, en todo este tiempo me he dedicado a ser la pérdida de una identidad que muestra las caras diferentes que me pruebo. 
Sólo ahora, cuando voy encontrando las esquirlas abandonadas en un oscuro y profundo rincón, aparezco o me reconozco en quien soy, compendio de herencias indeseadas de las que formo parte. 
Por fin entiendo que mi pertenencia no está puesta en duda salvo por quien quise ser sin ser de donde venía. Y de dónde vengo es lo que me permite restaurar un yo único y diferente a todo de lo que provengo. 

3 comentarios:

Ana A. dijo...

Ays .... Estamos dando forma a lo mismo a través de las palabras ... Curiosa y bonita coincidencia

Virto dijo...

Y mí me resuena esto a una auténtica revelación, crucial y decisiva, para poder habitar un yo sin tantas ganas de salir huyendo de sí mismo.

Isabel Sira dijo...

Os había contestado a ambos y no se ha registrado. Ana, para mí las casualidades no existen. Hemos caminado en paralelo mucho tiempo, acuérdate que nos pasa desde hace años. Abrazo fuerte.
Víctor, ya es hora colgar las zapatillas de correr. Mejor los paseos contemplativos.