Después de 32 años practicando, una piensa que le tiene pillado el truco a esto de respirar y hablar. Sin ningún accidente grave que me haya llevado a la asfixia en estos años, me levantaba y acostaba cada día sin pensar en que hablaba y respiraba e, incluso, hacía las dos cosas al mismo tiempo. Pero, entonces, llegó la afonía... Bueno, la quinta o así del mismo año y la tercera en unos dos meses. Y fui al médico. Y descubrí que tenía nódulos en la garganta y, además de tener que reducir mis charlas drásticamente y tener que dejar de cantar (Dios mío, lo que me está costando hacer estas dos cosas), tuve que empezar mis visitas al logopeda.
Y, a partir de ahí, descubrí que llevo toda una vida engañada. Que ni sé respirar, ni sé hablar y que cada día que ponía un pie fuera de la cama me acercaba más y más, irremediablemente, a la destrucción de mis cuerdas vocales y mi timbre de voz.
Así que, aquí me tenéis, superados los 30, y haciendo el ridículo, porque así me siento, delante de una señora que debe tener al menos dos o tres años menos que yo y que contempla, impasible, como hago el canelo delante de ella. Porque, vale, me vendrá genial (la verdad es que ya lo estoy notando) y acabaré pudiendo interpretar el solo de 'La dama de la noche' de Mozart, pero, a mi edad, estar haciendo respiraciones, articulando vocales, abriendo la boca, al fin y al cabo, delante de otra persona (o de un espejo en casa, no sé qué es peor), puede traumatizar a cualquiera.
Mis primeras sesiones de logopedia me pusieron histérica. Se supone que me tenía que relajar respirando, pero intentadlo: tumbados, colocaros una mano sobre el pecho y otra sobre el diafragma (más o menos a la altura del final de las costillas). Ahora coged aire por la nariz pero no levantando el pecho, sino llenando el diafragma y levantando la mano que tenéis sobre él... Y probadlo después con un kilo de arroz sobre el diafragma, que debéis empujar con el aire que os llene. Expulsad el aire por la boca.
Bueno, pues yo a la cuarta respiración así ya no podía con mi alma, me faltaba el aire, me dolían las costillas... Pero la práctica ha conseguido que ahora lo haga más o menos bien...
Después de las respiraciones llegaron las vocales. Series de vocales sin hablar, sólo articulándolas con la boca para relajar la mandíbula y aprender a ralentizar mi velocidad de discurso... Yo lo llamo los ejercicios 'caratonto', aparte de ser terriblemente complicados: no sólo tienes que articular las vocales, tienes que acordarte de que hay que respirar en medio, y de que lo tienes que hacer por la nariz, y de que tienes que hacerlo antes de que te quedes completamente sin aire, y de que hay que darle un poquito de ritmo, si puedes, porque cuando hables tiene que sonar natural... ¡A la mierda las vocales!
Tras listas y listas de series de vocales, cuando mis padres empezaban a mirarme raro (porque hay que practicar en casa también, claro), llegaron las frases y refranes 'cantados'. No es que cante, no. ¿Os acordáis de la guarde y de los primeros años de colegio, cuando aprendistéis a leer con un tonillo ridículo? Pues así repito yo refranes como 'a rey muerto, rey puesto'. Gracioso, ¿eh? Pues no, porque resulta que o me quedo sin aire, o me paro dramáticamente en mitad de una frase pensando que ya no tengo aire, y resulta que me queda como para dos más. O se me olvida que tengo que respirar con el diafragma y lleno los pulmones, o me esfuerzo tanto porque salga el aire y la voz desde el diafragma que cojo agujetas en esa zona (sí, resulta que ahí también se pueden tener agujetas).
Y, a todo esto, me vuelve la infección de garganta (en realidad creo que es que me ha cogido gusto y me va a acompañar por siempre jamás); y tendré que esperar a aprender a proyectar la voz y demás, para no hacerme más daño... Es decir, mi tortura puede alargarse...
Lo peor: creo que me está empezando a gustar repetir vocales en silencio...