domingo, julio 04, 2021

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Contemplaba la belleza de los edificios, la característica luz que acariciaba los naranjos y la Giralda, paseaba por el parque María Luisa respirando su frescura, callejeaba por Santa Cruz para pederse sin miedo. Toda la vida queriendo salir de allí y ahí estaba, de nuevo, no por gusto, si no por trabajo, y a la vez, sintiéndose mas cómoda de lo que se había sentido nunca en esta ciudad. 

Sin embargo, las ganas de dejarla atrás, de vivir en casi cualquier allí, cerca del mar, con entornos más cercanos a ella, más acordes a sus gustos y maneras, permanecía. Al fin y al cabo, desde niña la habían señalado como si fuera una extraña, una extranjera o alguien que no hubiese nacido aquí, cuando la realidad es que era trianera de nacimiento. 

No sabe si empezó ella sintiéndose sin raíces o la desenraizaron quienes insistían desde que recordaba en que no pertenecía, que era una outsider. De hecho, realmente su primer grupo de amigas lo tuvo fuera. Y ahora que lo tiene aquí es porque la mitad son de otras ciudades, otros lugares. A su vuelta, las amigas que creía conservar acabaron por no estar. No por falta de ganas de ella. Y las nuevas, en realidad no llegaron a ser amigas, o solo un tiempo.

«Sevilla apesta a sudor de torero». Al leer esa sentencia comprendió que resumía el sentimiento que le producía su localidad de nacimiento. Por qué se había sentido así desde la más tierna infancia no lo sabía, pero la realidad es que era esa sensación de mundo ajeno, personas con mentes incomprensibles para ella y, por tanto, la suya incomprensible para las demás. 

¿Era malo? ¿Es malo? Sólo durante aquellos años en los que le afectó hasta dejarla en completa soledad, sin amigas, sin lugar en el mundo. Ahora, reconciliada con la ciudad que la vio nacer, con personas raíz que la sujetaban, sostenían, acompañaban y querían, sentía que podía respirar. Sabe que no se quedará aquí para siempre. También que no necesita ponerse plazo porque ya no tiene que huir. 

Al no tratarse de una fuga comprende que será sencillo y que tendrá su momento. Que puede disfrutar del camino y la estancia, la espera y el convencimiento. 

Para ella el olor de Sevilla no será el de azahar. Sin embargo, permanece.

Para Beatriz López Gallego, autora de la magnífica ilustración del texto y que me permitió usar su frase para crear esta historia.

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