Llevo dos semanas estudiando para mis oposiciones de promoción interna (a ver si dejo de ser mileurista). En esas dos semanas he estudiado, en total, unas dos horas y media, y, seguramente, estoy tirando para arriba.
Podría encontrar 20.000 excusas: el calor, la infección de las encías por la extracción de las muelas y sus dolores, las migrañas intermitentes por culpa del calor, las cosas que he tenido que arreglar en casa...
Pero serían eso, excusas.
Porque ahora tengo muy clara la realidad: NO QUIERO. No quiero tener que volver a pasar la mayor parte de mi tiempo enfrente de leyes y temas que poco me servirán luego en el desempeño de mi trabajo, no quiero pasar la tensión de exámenes que no apruebo por muy bien preparada que esté, porque el estudio es importante, pero hay parte de suerte; no quiero dejar de hacer lo que ahora hago (aunque sea nada) para pasar calor y dejarme la vista con apuntes. No quiero.
Y por mucho que no quiera, en el fondo de mi corazón sé que esa es la única manera de mejorar mi situación, de abrirme puertas para salir de dónde estoy y desempeñar tareas más gratificantes o más adaptadas a mis gustos (aunque tendría que esperar al menos dos años más para esto después de aprobar).
Así que, sea como sea, queriendo o no, voy a tener que PODER pasarme horas estudiando, subrayando, haciendo test...
Dios, dame fuerzas, porque yo las perdí en alguna parte del camino.