jueves, enero 31, 2008
Escribir
domingo, enero 27, 2008
Happy Ending
Entonces me planteo por qué a mí me anima y me gusta tanto. Quizás sea precisamente esa frase, porque los finales felices siempre recuerdan a películas empalagosas, a escenas en ocasiones demasiado irreales. Y la gloria...
Yo prefiero el amor real, el que te hace feliz no en un final, si no en un día a día, en una vida compartida. En el amor que te duele y te revive, te lleva a discusiones y a reconciliaciones maravillosas, en definitiva, el amor que todos hemos sentido alguna vez.
Y no voy a negar que, en ocasiones, todos hemos creído vivir en una película y hemos soñado con esos finales felices en los que se comen perdices y el sol se pone detrás nuestra mientras suena cualquiera de las canciones que todos tenemos en la cabeza para 'nuestros momentos'.
Pero incluso con ese romanticismo de libro (o de Hollywood) a cuestas, sigo prefiriendo las otras formas en las que se ama y en las que se pierde el amor, las que nos tocan el alma porque somos protagonistas indiscutibles de una realidad no tan rosa, pero sí mucho más intensa.
Así que, aquí va la canción:
Wake up in the morning, stumble on my life
This is the hardest story that I’ve ever told
This is the way you left me,
2 o’clock in the morning, something’s on my mind
This is the hardest story that I’ve ever told
This is the way you left me,
A Little bit of love, little bit of love
I feel as if I feel as if I’m wastin’
This is the way you left me,
domingo, enero 20, 2008
Me apetecía
Y, como siempre, aquí va la letra por si queréis gritarla.
Dormir
domingo, enero 13, 2008
¿Sevilla no me quiere?
Por fin vuelvo de una gripe espantosa. 39 y medio de fiebre durante tres días, la cabeza a punto de explotar, los huesos doliéndome (oye y ni crecí ni nada), los mocos asfixiándome, la tos ahogándome también... Y mis cuatro últimos días de vacaciones a la mierda (o a la cama), en una convalecencia que, ¿qué es lo único que me ha permitido hacer? Pensar, con lo malo que sabéis que es para mí.
Pero esta vez no voy a volver a la misma historia, no. Os voy a plantear mis conclusiones más lúcidas, logradas a pesar de la fiebre. Y es que, veréis, he hecho un pequeño balance médico. A ver, estuve en Oviedo dos años, durante los cuales me quedé dos veces afónica, cogí una gripe (importada de Sevilla) y tuve mis habituales jaquecas de mudanza (cada vez que me mudo de ciudad el primer mes es horroroso porque, como suelen estar a diferentes alturas las ciudades a las que me traslado, las migrañas se me acentúan hasta que me adapto a las nuevas presiones atmosféricas. Suena raro, pero me pasa).
En Sevilla llevo diez meses. He sufrido dos gastroenteritis víricas, dos gripes (en las tres últimas semanas), una caída que me provocó tendinitis 'pata de ganso', las habituales migrañas de mudanza, varias épocas de afonía y he perdido unos cuatro kilos (que os parecerá poco, pero es que vuelvo a estar por debajo de los 50 y eso no es bueno).
Visto todo, las cuentas no me salen... Vamos, que creo que Sevilla intenta decirme algo y me temo que es que no me quiere... Si ya sabía que la reconociliación con mi ciudad no iba a ser tan fácil, que diez años de querer vivir en otro sitio a toda costa iban a tocar su pobre corazón que, ahora, parece clamar venganza de la más cruel: atacando mi salud.
Porque no me negaréis que tal racha de enfermedades, accidentes y demás (que no pongo las caídas sin daños exagerados, porque total...) no parece casualidad, hay una mano negra detrás...
Pues que sepáis que no me voy a dar por vencida. Que a Dios pongo por testigo que recuperaré toda mi salud, disfrutaré como una enana de mi tierra y recuperaré el peso perdido... Aunque sea lo último que haga.
lunes, enero 07, 2008
Retrospectiva
domingo, enero 06, 2008
Berlín
sábado, enero 05, 2008
Frohes neues Jahr!
Lo que os decía, que me fui a Berlín con un cierto temor porque no conocía a todo el mundo que iba, y allí descubrí que los amigos de mis amigos son encantadores, que los alemanes no son tan siesos como los había imaginado y que me encanta aunar costumbres de despedida y bienvenida del año.
Porque este 31 de diciembre no sólo he seguido las tradiciones españolas para entrar a 2008 con buen pie, también las alemanas, así que, ¿cómo podrían estropearse los próximos doce meses?
Comenzó la noche con una cena de Nochevieja extraña, en un kebab, y continuó (¿cómo se puede comer tanto?) en casa de un amigo de un amigo (ya sabéis, las mejores fiestas). Allí probé el dulce típico de Año Nuevo alemán, que es como un donuts relleno de mermelada de cereza, pero mucho más ligero (y tanto, que pensé que no podría con el primero y acabé comiéndome dos).
Cerca de las doce de la noche todos callamos y nos sentamos para ver un viejo clásico. Supongo que este corto será para ellos como es para nosotros '¡Qué bello es vivir!', sólo que en un tono de risa que, a pesar de saber los diálogos de memoria, no pararon de oírse las carcajadas...
Después de las risas tocó subir a la azotea, nosotros, los españoles, a tomar nuestras doce uvas al son de mis gritos (es lo que tiene no tener canal internacional); los alemanes a tirar cohetes, fuegos artificiales y petardos como si de profesionales falleros se tratasen. Y es que están locos estos germanos, que diría Obelix, porque celebran el Año Nuevo lanzando fuegos artificiales desde sus ventanas, azoteas, calles y patios en un no parar durante al menos 20 minutos, entre abrazo y abrazo y trago de cava, cerveza, whisky, vodka o lo que se tercie. Así que, después de engullir nuestras doce uvas nos unimos a la fraternidad, a los abrazos, las risas y las miradas alucinadas de tanto juego de color en el cielo... Claro que, al no ser profesionales hay sus accidentes, porque a Anthony casi le deja sin cabeza un cohete que no explotó y cayó a la azotea a plomo...
Al bajar toca seguir otra tradición: bleigießen. Se trata de fundir al fuego de una vela una figurita de plomo (en mi caso unas flores) y lanzarla al agua fría. La figura que se forma es un augurio para 2008. En mi caso, el alien extraño que se formó, visto en sombras, que es lo que se hace, supuso, según Al. el avance de que este año visitaré París... Y yo no lo llevé la contraria, oye, que aún no conozco la capital francesa...
A pesar de todo lo que habíamos comido y bebido (soy abstemia pero me harté de agua y zumo je je) aún había ganas de marcha, y nos fuimos a uno de los sitios más cool en los que he estado. Los berlineses, que lo aprovechan todo, han recuperado una zona industrial en decadencia para convertirla en una zona de marcha con las discotecas más in del momento. Con un frío que pelaba nos tuvieron esperando, pero mereció la pena ver a los alemanes botando con ritmos españoles, porque sí, pusieron música de Manu Chao (ya sé que es internacional, pero canta en español), Lucrecia (quién me lo iba a decir) y alguno más que, cómo comprenderéis, no recuerdo.
En fin, que volvimos al hotel embriagados de Berlín, de su marcha y contentos de haber entrado a 2008 con tan buen pie.
Prometo actualizar con más fotos de esa noche, es que hicieron más mis compañeros de viaje y me las tienen que enviar...