miércoles, septiembre 28, 2016

La infinitud del ser

No es amor todo lo que reluce. O la incomparable fuerza de la educación. Quedaban los ojos reflejados en otros iris tan sorprendidos como los suyos. Mientras, la vía láctea seguía en un círculo imperfecto para marcar a los marinos la ruta. El blanco de la leche brillaba en un firmamento especialmente oscuro en esas latitudes. Las de sus caderas. Como sinuosos vaivenes de los carromatos que intentaban conquistar el Oeste, las alegrías estallaban en un big bang. Era el inicio de la vida nueva. Estrenar siempre les había gustado, a cada uno por separado. Compartir la novedad era novedoso para ellos. Igual que el roce de sus pieles por lugares perdidos de su geografía. 

El zoom hacia atrás para salir del alma les pareció tan sorprendente como ese universo descubierto. Infinito. Nunca habían estado convencidos de la eternidad. Sin embargo, ahora, todo parecía inacabable. Lo intangible se les hizo tan cercano que la piel se erizó en señal de alerta. La de sus propios miedos. Esa desnudez vestida dolía demasiado cuando eran otros los presentes. 

Por una vez, la marea sólo se llevó los restos ensangrentados.

viernes, septiembre 16, 2016

Nubes de algodón

La montaña rusa dio paso a las colinas suaves intercaladas con los verdes prados. Allí reposan sus cabezas quienes están de picnic y juegan a buscar figuras en las nubes. Allí, donde mis pies parecen más ligeros. Pero tropiezan con esa pendiente creada por una imaginación desbordante.

'Estoy roto, no siento'. 
'Estoy rota, siento demasiado'. 

Dos caras de una misma moneda. Porque parar de dar vueltas no significa haber encontrado el camino recto. Porque se dice fácil, pero se hace complicado cuando todo te parece un déjà vu cargado de ironía. Aunque puede que sea el sarcasmo de mi propio cerebro lo que atasca las tuberías.

Quedan hojas a medio escribir, pensamientos callados antes de convertirse en palabra, frases no dichas, pero gritadas. Hace falta un potente aspirador que recicle restos de un naufragio tan antiguo que no deberían existir pedazos. Pero quedan maderas rotas y astillas clavadas entre las uñas.

Así, las garras dejan de serlo para convertirse en los sarmientos que siempre me achacaron. Unas manos de pianista que no tocan las teclas que desean. Ni blancas, ni negras. Sólo se agarran a una verdad inexistente, porque dicen que el lenguaje conforma nuestro mundo y yo he perdido el habla.

Te pediría que me dieses voz, pero sólo pienso en unos labios que rozan la piel y erizan recónditos rincones agazapados por miedo. Un pánico tan profundo que sólo lo descubro cuando chilla mi cuerpo un NO rotundamente contundente. He perdido mis huesos, mi sangre, mi útero, mi placer, mis entrañas. Queda mi alma arrinconada.

Puede que las alas que se dibujan en mi espalda sean el paso sustantivo de lo onírico que vivo desde mi cama.

A R., inspirador sin saberlo.

sábado, septiembre 10, 2016

Sucesión desencadenada

Plenitud de nada. Espacio en negro. Repleto de vacío. Dolor ausente. Ganas. Ansias. Añoranza. Saudade de lo que no tuve. Deseo inacabado, porque no hay nadie al otro lado. Caricias sin piel, dedos cortados. Pies que no cesan, sonidos errados. Pasos perdidos, sueños reencontrados. 

Migrañas llenas (de ti). Cabezas vanas. Quimera repetida, espirales de destreza. Autoengaños solitarios, utopías que son nuestras. Esperanzas putas, desengaños multiplicados. Avidez descompensada, hambre innecesaria. Oleajes arrulladores, tierras que golpean mi cara. 

Teclas que se atascan. Palabras desamparadas. Pulso cesado. Venas que habitan. Asientos reforzados. Puertas sin oído. Carreteras lamentadas. Viento quieto. Piedras voladoras, alforjas empañadas. 

Absoluto deshabitado. Nirvana implosionado. Muchedumbres silenciosas. Pujanza que (me) detona. Revoloteos encerrados. Agujeros que trepan. Caída en alto. Fiereza domesticada. Mirada esclava. Ideas irradiadas. Potencia desaforada. Final que comienza. Inicio que acaba. 

domingo, septiembre 04, 2016

Polvo

Ando perdida en ti, que no apareces. Reflejo difuminado en una foto a color. Puedo ser muchas cosas, pero no soy si no me encuentro. Alargo la mano hacia tu fantasma, porque no te dejo existir. Retuerzo el papel mojado en el que te convierto y se arruga mi alma con el anhelo de lo irreal.

Pesa la maquinaria que nos mueve, el ancla me acerca y aplasta contra el suelo. Lucho con salir de la red en la que yo misma me he metido. No recuerdo que agitarnos en arenas movedizas sólo provoca el efecto contrario: hundirnos más y más.

Manos y pies enredados en el tejido frío y cortante. Agarro los barrotes de mi cárcel, que soy yo. Me resisto aún y el nudo se estrecha en lo profundo. Aparece el agujero negro que todo lo engulle. El universo implosiona para dejar a oscuras la mente. Vacío repleto de pensamientos en vorágine huracanada.

Hambre exacerbada de ti, nostalgia de lo que sólo yo puedo darme. Retortijones de ausencia que son presencia ineludible del error que corrijo. Marco de rojo los fallos y cambio el azul por el negro para no olvidar. Escribo en mi piel los regalos que me hago.

Ojos ciegos marcan el camino. No es futuro, es presente lo necesario. Arraigan raíces que trepan por mis piernas para mostrarme. Me tambaleo para no caer desde el suelo. Postrada como estoy en mí, erijo una estatua de sal de mi herida.

En suspensión el polvo, dejará paso al paisaje dibujado. Será la acuarela de una batalla. Ganada o derrotada, no podré adivinarlo. Por tanto, me dejo.