domingo, noviembre 18, 2012

Estoy nerviosa. Me gustaría decir que no siento nada, que estoy normal. Pero, acostumbrada a cambios, eso da igual porque siempre se me acerca el desasosiego. Yo lo pedí, yo lo quiero. Pero también sé que no siempre lo que he querido ha sido lo que después me ha hecho más feliz.
De manera que, aunque sé que estaré bien, estoy nerviosa.
Y no sólo es el traslado.
Para variar se me juntan cosas.
No pasa nada. Pero estoy nerviosa. De repente he sentido el encogimiento de estómago y he sido más consciente de que sí, tengo temores y dudas.
Pasará, espero que al segundo día. Pero mientras, me queda una semana de organizar y pensar. Mejor no hacerlo.

lunes, noviembre 05, 2012

La paciencia nunca fue una de mis virtudes. Ni la calma. Más bien me precipito, me emociono, me embalo y luego, de repente, me doy cuenta de que tengo que frenar en seco, o me frenan en seco (normalmente esto ocurre más a menudo).
No lo puedo evitar. Como no puedo evitar mostrarme como soy, sentir rápidamente, lanzarme sin pensar, después de haberlo pensado mucho.
Todo ello conlleva sus riesgos, peligros que me suelen dejar el corazón dolorido, la cabeza inundada y pensamientos de estupidez. Riesgos que duelen.
Y, sin embargo, no lo puedo evitar.
Muchas veces pienso que no se trata de no poderlo evitar, si no de no querer hacerlo. Y, quizás, en la mayoría de las ocasiones, sea así. Pero es que creo que la vida está para vivirla y sentirla, en placer y en dolor. 
A pesar de todo, da rabia. Me doy rabia yo. Por equivocarme en mi entendimiento de las personas. Por dudar de forma continuada. Por dejarme llevar, pero no dejarme llevar.
Porque aun sin saber dónde me llevará un camino, puedo dar cinco pasos convencida de su destino, y otros cinco pensando que es el contrario. Porque me dejo llevar, pero me da miedo y husmeo, olfateo el aire como un perrillo temeroso de que la mano que le es tendida para darle de comer esconda un palo. 
Me gustaría ser de esas personas despreocupadas. Pero no lo soy. 
Al menos, voy aprendiendo a fluir, aunque a veces, como esta noche, inevitablemente me pare a pensar y duela un poco, sin saber todavía qué.